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Hong Kong desafía a Pekín con un referéndum sobre el sufragio universal

El Gobierno chino ha advertido que la votación convocada es “ilegal e inválida”

Macarena Vidal Liy

Casi 700.000 personas han pasado por las urnas, físicas o virtuales, en Hong Kong desde el pasado viernes para participar en el referéndum que ha convocado el movimiento pro libertades civiles Occupy Central para reclamar que el público pueda nombrar al jefe de Gobierno local en las elecciones de 2017, como ha prometido Pekín. El Gobierno chino ha rechazado tajantemente la convocatoria y ha asegurado que la consulta carece de base constitucional y es “ilegal e inválida”.

Las urnas, situadas en quince emplazamientos de la ex colonia británica, permanecerán abiertas hasta el domingo día 29. Cualquier residente hongkonés puede participar en el referéndum, bien mediante voto físico o electrónico, a través de una página web creada para la ocasión. Según Occupy Central, que denuncia que la página web ha sufrido un ciberataque masivo de aparente procedencia china, en la tarde del domingo el número de participantes alcanzaba ya los 670.000. Es una proporción significativa de los 7,2 millones de habitantes censados en la región autónoma y que ha sorprendido a los propios organizadores, que partían de un objetivo de 100.000 votantes.

El referéndum, que no tiene carácter vinculante, pide a los participantes que elijan entre tres modelos distintos de aplicación del sufragio universal en los próximos comicios, previstos para 2017. Cada modelo ha sido propuesto por un partido o asociación cívica. También pregunta si se debe vetar cualquier intento de reforma del sistema que no incluya el sufragio universal.

En la actualidad, el líder del Ejecutivo de Hong Kong se decide por la votación de un comité de casi 1.200 personas, empresarios y notables de la ex colonia, la mayoría simpatizantes del Gobierno central. Después de que el Reino Unido devolviera el territorio a China en 1997, Pekín se comprometió en 2007 a permitir alguna forma de sufragio universal para 2017.

Ya en 2012, la Universidad de Hong Kong -que junto con la Politécnica de Hong Kong se ha encargado de desarrollar la página para la votación, y cuyo departamento de Opinión Pública se encarga de analizar los resultados del referéndum- había organizado una consulta informal para que los ciudadanos se pronunciaran sobre la posibilidad del voto directo, aunque entonces en la consulta participaron menos de 300.000 personas.

En esta ocasión, el referéndum se desarrolla en medio de tensiones cada vez mayoes entre la ex colonia y el Gobierno central. Hace dos semanas, el Gobierno central publicaba un Libro Blanco en el que advertía a Hong Kong de que la ex colonia carece de “completa autonomía”. El documento de 14.500 páginas, publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado (el equivalente al Legislativo chino), llegaba a su vez días después de que más de 100.000 personas se manifestaran en Hong Kong para reclamar más libertades. El 4 de junio se habían concentrado cerca de 180.000 personas, según los organizadores, en un céntrico parque de la ex colonia para conmemorar el 25 aniversario de la matanza de Tiananmen. Y en febrero, cerca de 6.500 periodistas marcharon por las calles del enclave para protestar contra lo que consideraban una presión cada vez mayor contra la libertad de prensa en la región autónoma.

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El Libro Blanco, que cayó como un jarro de agua fría entre los simpatizantes de Occupy Central y los grupos que reclaman mayor democracia y menor control del Gobierno central, afirmaba que muchos residentes del enclave autónomo están “confundidos o malinterpretan” el principio de “un país, dos sistemas” que regula las relaciones entre Pekín y Hong Kong. Acordado por el entonces líder chino, Deng Xiaoping, y la que fuera primera ministra británica, Margaret Thatcher, en las negociaciones para la devolución del enclave a China, el principio prevé un “alto grado de autonomía” para Hong Kong, con la exclusión específica de las áreas de Exteriores y Defensa, bajo completo control de Pekín.

“El alto grado de autonomía de la Región Especial Administrativa de Hong Kong no equivale a una autonomía completa ni a un poder descentralizado”, señalaba el Libro Blanco, que agregaba que el enclave “tiene el poder de gestionar las cuestiones locales según le autorice el poder central”.

Aparentemente, muchos de los votantes que han acudido a la convocatoria de Occupy Central -un movimiento nacido bajo el modelo de iniciativas como Occupy Wall Street, y que amenaza con colapsar las calles de Hong Kong para final de año si para entonces no se ha avanzado en el sufragio universal- lo han hecho como respuesta, precisamente, al Libro Blanco. El diario independiente hongkonés “South China Morning Post” cita hoy las declaraciones de varios votantes para afirmar que el documento del Gobierno central “galvaniza a los votantes en la consulta sobre las elecciones de 2017”.

La consulta cuenta con el completo rechazo del gobierno local de Hong Kong y del de Pekín. El ministro de Justicia hongkonés, Rimsky Yuen, aseguraba hoy que el voto “no puede considerarse como vinculante legalmente, mucho menos ser considerado un referéndum”. “Por esa razón, no se puede considerar como nada más que una expresión de la opinión del público en general”.

Previamente, el jefe del gobierno autónomo, CY Leung, aseguraba que “esperamos lograr el sufragio universal en 2017, pero el prerrequisito es que tiene que cumplir con la Ley Básica (la Constitución del enclave) ... y el Colegio de Abogados de Hong Kong ha dicho que la ´nominación pública´no se adecúa a la Ley Básica”.

En Pekín, el Consejo de Estado ha recordado que cualquier referéndum que se celebre es “ilegal e inválido”, y no tiene una base en la Constitución. La agencia oficial china Xinhua ha calificado la convocatoria de “farsa política”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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