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Los prorrusos acusan a Putin de traicionarles para mantener su poder

Los rebeldes creen que Rusia les abandona para evitar el conflicto con Occidente

Las tropas ucranias llegan al Este.Foto: reuters_live

El líder del Kremlin, Vladímir Putin, ha traicionado a los rusos de Ucrania y, tras hacerles creer que los defendería, los ha abandonado a su suerte y espera ahora el momento oportuno —cuando la situación esté aún más deteriorada en la región de Donbás— para “reinventarse” y aparecer como pacificador conjuntamente con la Unión Europea, cuyos políticos respirarán aliviados por haber evitado la colisión frontal con el presidente ruso y poder confiar en los suministros de gas para el próximo invierno.

Esta es la visión que da desde Donetsk por teléfono un analista de temas de seguridad implicado en la autodeclarada República Popular de Donetsk (RPD). Se trata de una fuente que hace unos meses abogó por que las reivindicaciones federalistas y lingüísticas del este de Ucrania se encauzaran por la vía política y la movilización ciudadana sin llegar al uso de las armas.

Su análisis hoy está impregnado por la amargura y por el sentimiento de haber sido engañado. No obstante, la sensación de que Putin ha dejado tirados a los rusos (entendiendo por rusos quienes se identifican como tales, al margen de que tengan o no la nacionalidad rusa) ha cobrado peso tanto entre la población de Donbás (las regiones de Donetsk y Lugansk) como en los sectores nacionalistas de Rusia que habían convertido a Putin en su ídolo tras el “retorno” de Crimea.

Fue precisamente la anexión de esta península perteneciente a Ucrania lo que disparó la popularidad de Putin, que ha subido hasta el 86% en junio, según el Centro Levada. El apoyo de la sociedad a una intervención militar rusa en Ucrania aumentó también del 31% en mayo al 40% en junio, mientras que un 64% de la población estaba a favor de que Rusia llevara pacificadores al país vecino. Pero el presidente ruso decidió pararse y así lo dio a entender cuando pidió al Consejo de la Federación que revocara el permiso para una intervención militar en Ucrania.

Entre las razones que explican el parón está el cálculo de que la popularidad del líder solo podía descender a resultas de una intervención en Donbás, donde el mandatario ruso se hubiera visto confrontado con una situación harto más compleja que en Crimea. Los ideólogos del Kremlin, y en concreto el ayudante presidencial Vladíslav Surkov, que oficialmente se ocupa de Abjazia y Osetia del Sur y en la práctica tutela la política en relación a Ucrania, tomaron medidas para cambiar la retórica oficial, hasta hace poco centrada en el lema “no abandonaremos a los rusos”.

Politólogos y propagandistas comenzaron a concentrarse así en otros aspectos, reales o artificiales. Analizaban, por ejemplo, la posibilidad de que se produjera una guerra que el Estado ruso no puede permitirse en nombre de los mismos rusos o advertían de que no se debía caer en la supuesta provocación que EE UU estaba tendiendo a Rusia para que enviara sus tropas a Ucrania.

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Detrás de la andanada propagandística orquestada desde el Kremlin había consideraciones pragmáticas, señalan medios próximos a la Administración presidencial, tales como la preocupación por los efectos perniciosos sobre la economía del país de una tercera oleada de sanciones contra Rusia. También influyó en el frenazo el desagrado con el que la clase empresarial rusa, incluidos algunos miembros del equipo de Putin, han encajado el enfriamiento de las relaciones con Occidente y los problemas aparejados a Crimea.

Pero sucede que “abandonar” a los rusos de Donbás equivale a traicionarlos a los ojos de los que confiaron en Putin y para los sectores “patrióticos” que creyeron por fin haber encontrado un caudillo y un líder. Este estado de ánimo se refleja en las reflexiones de Alexandr Duguin, el ideólogo de la filosofía euroasiática. “La caída de Slaviansk es la caída de Sebastopol en la guerra de Crimea. Eso, si no es peor. El partido de los traidores se ha salido con la suya. Me resulta difícil comentarlo”, escribía Duguin en su página de Facebook tras conocerse que las milicias insurgentes habían dejado la ciudad que había sido el símbolo de la resistencia contra Kiev.

El ministro de Defensa de la RPD, Igor Strelkov, que en vano había pedido desesperadamente ayuda al Kremlin, se dedicaba ayer a reestructurar y unificar el mando de los combatientes que iban llegando en riada a la ciudad de Donetsk en espera de resistir un asedio que podría ser largo. En diversos lugares de Lugansk se registraban tiroteos y explosiones.

En los medios de comunicación rusos la resistencia en el este de Ucrania sigue estando presente, pero los énfasis han cambiado y la atención se dirige ahora en gran medida al esfuerzo humanitario por acoger a los refugiados, lo que supone también un enorme grado de autoelogio por la “solidaridad” propia.

Fuentes de la RPD en Donetsk afirmaban este domingo que en el Ministerio de Defensa de Rusia les habían dicho que el ministro, Serguéi Shaigú, se había ido de vacaciones. Estos medios dijeron estar muy sorprendidos por el poco interés que mostraban sus interlocutores en Moscú por las “pruebas” de los supuestos abusos del Ejército de Ucrania en la denominada “operación antiterrorista”, entre las que estarían restos de sustancias prohibidas empleadas en los ataques. “Alexandr Borodái [el primer ministro de la RPD, de nacionalidad rusa] y Strelkov [también ruso] se marcharán de aquí en cuanto reciban ordenes de Moscú y nos dejarán sumidos en la miseria, en una región destruida que será castigada por desafecta”, añadían.

“Putin ha conseguido su objetivo, la OTAN no se ampliará aquí, las empresas norteamericanas no vendrán a sacar el gas de esquisto de Donetsk y él mantendrá sus buenas relaciones con Europa y además nos ha robado Crimea”, señalaba la fuente, que se mostraba escéptica ante los esfuerzos de los milicianos para organizar la resistencia en Donetsk. “No tiene sentido y puede perecer mucha gente. Los suministros de víveres y de municiones son limitadas y la población civil que aquí queda puede acabar maldiciendo a los de la RPD por someterla a estos horrores”, señalaba.

“Al presidente le conviene incluso que los voluntarios rusos más aguerridos que se han fogueado aquí no regresen a su país, porque saben que les ha traicionado”.

Ayer en el canal Rusia 24 horas, el líder prorruso Oleg Tsariov afirmaba que “la guerra será larga”, pero que el tiempo trabajaba para los separatistas. “Dentro de dos meses comenzará una monstruosa crisis económica en Ucrania”, decía, pronosticando que eso ampliaría el territorio de la protesta. “Strelkov conservó todas sus fuerzas y tomará las alturas de Donetsk”, sentenció.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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