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Estampida en el suburbio

‘El bailazo que hará historia’, o los males de la periferia de aluvión que rodea a México DF

Pablo de Llano Neira
Un zapato perdido en el terreno de la estampida.
Un zapato perdido en el terreno de la estampida.JAVIER SALINAS CESÁREO

¡¡Periódicoooo!!

¡periódico de las jovencitas muertas anteanoche en el baile de la Arrolladoraaa!

¡viene la noticia mireeee!

¡lo de la tragedia lo de la estampida lo de la balacera!

¡vienen las fotografías le traigo el periódico le traigo las informacioooones!

Este lunes por la mañana un vendedor callejero de prensa voceaba la noticia en una esquina de la plaza del palacio municipal de Ecatepec. De la esquina inversa llegaba música de cumbia. La entrada del ayuntamiento estaba colonizada por un campamento del Movimiento Antorchista, una organización popular que funciona como un lobby de la subeconomía de extrarradio en ámbitos como la organización de personas sin vivienda o la gestión de los infinitos y deficientes microbuses. Los antorchistas, un viejo movimiento satélite del PRI, el partido más poderoso de México, protestaban por asuntos suyos contra el alcalde, a su vez miembro del PRI. En otro lado de la plaza dos señoras hablaban entre sí. Una de ellas tricotaba una prenda de lana. “El lugar tiene capacidad para 4.000 gentes y había 40.000. ¿Adónde está la seguridad?”, dijo sobre la estampida del fin de semana la que no tricotaba. El voceador de periódicos veía el suceso desde otro ángulo: “Esto viene de lo que hay ahora con todo lo del narco y la mariguana y la cocaína. Los chavos van a los conciertos de banda con sus botas de vaquero y sus chamarras de mezclilla para parecerse a los narcos”. Dijo que esa mañana estaba vendiendo mucho: “Porque algo así no es habitual y lo que no es habitual es noticia”. Las estampidas masivas son noticia, pero, según cuentan en la zona, las peleas e incluso los tiros en bailes de banda no son ninguna novedad. El macroconcierto donde murieron aplastadas tres chicas el domingo de madrugada tenía como actuación estelar a La Arrolladora Banda El Limón, originaria del norte, de Sinaloa, de la tierra de las leyendas del narco. El diario que vendía el voceador, un folleto amarillista, llevaba en portada la imagen de otro suceso –un niño atropellado por un camión: su cabeza ensangrentada en la foto– y encima de eso el titular de lo del fin de semana con un juego de palabras en letras mayúsculas.

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ARROLLADORA ESTAMPIDA.

Tres muertas. Alejandra Jacquelín Sánchez, 21 años. Eunice Rosalía Monterrubio, 27. Socorro Castellanos, 29. Las tres, asfixiadas por una avalancha que se produjo sobre las cinco de la mañana cuando terminó la velada de conciertos con el de La Arrolladora. Este lunes la hermana de Eunice, Berenice, se lo contó así a los medios: “De repente la gente se empezó a aglomerar y a empujar. La salida era muy angosta. Yo no escuché disparos. La gente se sofocaba y empezaron a subir a las chicas en los hombros, y a una de ellas como todos iban alcoholizados la empezaron a ofender. En un momento la chica sacó un cuchillo de su bolsa y amenazó a los que le gritaban la ofensa. Pero se seguían burlando. Cada vez se empujaba más de delante hacia atrás y viceversa. Donde quiera que volteabas estaba lleno de gente”. Berenice explicó que la presión de la gente la separó de su hermana y que luego supo que había muerto asfixiada. Aclara que ella no oyó disparos porque la versión general es que la estampida ocurrió porque al final del concierto hubo tiros al aire. El concierto había sido anunciado como El bailazo que hará historia en Ecatepec.

Para un espacio donde caben decenas de miles de personas, la entrada principal es una puerta de seis metros de ancho

Ecatepec, el municipio más poblado del contorno de México DF, con 1.600.000 vecinos según la cuenta oficial y más de dos millones según las estimaciones informales, es un paradigma del desarrollo suburbano de la capital. Emigración masiva el siglo pasado, falta de planeación territorial, carencias de infraestructuras en asentamientos irregulares que fueron tolerados e incluso promovidos por autoridades avariciosas, zonas superpobladas, una sierra reserva natural copada hasta las cimas por viviendas autoconstruidas, delincuencia común, crimen organizado, corrupción, centros comerciales a la americana y un paisaje de color gris bloque sin final a la vista en kilómetros de diámetro.

Donde ocurrió la tragedia hay unos grandes almacenes Wall-Mart de construcción reciente con un aparcamiento generoso. Detrás están los campos de fútbol –una anodina extensión de tierra con porterías rudimentarias– en los que se celebran las fiestas grandes y los conciertos de masas en Ecatepec. Para un espacio donde caben decenas de miles de personas, la entrada principal es una puerta de metal de seis metros de ancho. El domingo se convirtió en un embudo de gente que intentaba salir: no se sabe si por una riña o por la detonación de balas o por quién sabe qué. El parte municipal no menciona ningún tiroteo. Habla de una pelea, de 15 heridos, de las tres muertas y de una “oportuna intervención de los bomberos” que tiraron un muro perimetral para darle salida al público y evitar una tragedia mayor. Otras versiones dicen que la barda la tiró el peso de la propia gente que trataba de huir de la avalancha. La hermana de Eunice cuenta que cuando estaban ahí atrapadas ella le preguntaba a su hermana que dónde estaban los de Protección Civil. Todo lo que queda en el terreno del concierto son vasos de plástico y algunos otros restos. Por ejemplo, una zapatilla Nike.

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