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Los suníes de Irak añoran a Sadam

La principal minoría árabe acusa al Gobierno de Bagdad de ignorar los abusos de milicias chiíes

ÓSCAR GUTIÉRREZ (ENVIADO ESPECIAL)
Un soldado detiene a un sospechoso en Kerbala.
Un soldado detiene a un sospechoso en Kerbala.ahmed al-husseini (ap)

A Sadam Husein le cazaron con una buena barba poblada, pero quien hace memoria recuerda aquel bigote bien cuidado bajo el que solía marcar sonrisa. El mostacho es muy iraquí. El abogado Abdul Rahman conserva a sus 64 años un bigote más espeso incluso que el del depuesto y ejecutado presidente. Tras descalzarse junto a la puerta, entra despacio en el salón de la casa de uno de sus vecinos, en el barrio de Adhamiya, y observa con unos ojos muy pequeños. La imagen es más suave que el discurso: “El Gobierno trata al pueblo con doble rasero”, señala. “Por un lado habla de los terroristas”, prosigue en relación con los yihadistas del Estado Islámico (EI), “y, por otro, tiene a sus milicias matando a los suníes”.

Adhamiya, al este del río Tigris, en el norte de Bagdad, fue conocido en los días de Sadam Husein por alojar a altos cargos del régimen, la mayoría de confesión suní, la misma que profesa Abdul Rahman. Ahora está retirado, pero entonces trabajaba como funcionario. “Chiíes y suníes éramos como una familia”, apunta recostado. “Pero la ocupación de Irak lo cambió todo”. El letrado no escatima al denunciar la discriminación que han sufrido los suníes. “En todos los ámbitos del trabajo”, afirma. Y va más allá: “Ahora, al que se llama Omar o Utman [nombres suníes], se le liquida”.

Si algo ha acompañado en su ofensiva al EI, formado por milicianos suníes, es el temor ante un nuevo estallido de la violencia sectaria. Insurgentes suníes se han unido a la llamada del califato hecha por su líder, Abdulbaker al Bagdadi; mientras, milicias chiíes —con las que comparte confesión más de 60% de la población— han tomado las armas para contraatacar. Y todo esto tras un 2013 en el que las protestas de los suníes contra la corrupción, falta de servicios, discriminación y persecución habían elevado ya la tensión con el Gobierno.

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De las milicias chiíes es de las que hablaba el abogado Abdul Rahman. “Este jueves, un amigo del Al Bemuk me relató cómo detenían a algunos jóvenes”. ¿Por qué? “Simplemente por ser suníes... Algunos aparecen muertos a las pocas semanas”. Entre las milicias más activas están las de Asaib Ahl al Haq y Bader.

También Alí Abu Ahmed, de 52 años, ha escuchado que en el mismo barrio de Adhamiya, junto al zoco, los milicianos de Asaib Ahl al Haq se llevaron recientemente a alguien. “Los suníes de este barrio no tienen problemas; mis hijos, por ejemplo, son funcionarios del Estado”, alega. Dos de ellos están presentes y asienten ante la frase del padre, un iraquí también de buen mostacho. “Aquí convivimos suníes, chiíes, kurdos y hasta turcomanos; todos somos hermanos”, prosigue. La tele del salón, que va y viene según van y vienen los cortes de electricidad, muestra una imagen de Al Bagdadi, el califa del EI. “Ellos son los que siembran las diferencias”, apunta con el dedo.

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Abu Ahmed es taxista. Lleva uno de esos coches Dodge que llaman Obama porque, según dicen, el presidente estadounidense lo condujo en alguna ocasión. Antes de la arremetida de los yihadistas, hacía el recorrido que une Bagdad y Erbil, en el Kurdistán iraquí. Ahora, las carreteras están cortadas. “Y eso es culpa de los políticos”, dice con gesto ofuscado.

Tampoco tiene trabajo ahora Abu Omar, de 50 años y del barrio de Al Jadriya, en el sur de Bagdad, no muy lejos de la protegida Zona Verde oficial. Trabajaba para la empresa petrolera Oil Service. “Después de estar unos meses sin trabajo”, dice Abu Omar, “me dijeron que fuera a Basora [en el sur del país], pero no lo hice porque es una zona chií y con un nombre suní temía que me hicieran algo”. Licenciado en Filología Hispánica e Inglesa, Abu Omar lleva más de un año y medio buscando empleo. “Y nada”, afirma con cierta desesperación. “Yo estoy formado y no encuentro nada, pero mi vecino, chií, que es carpintero, ha logrado un puesto importante en el Ejército”. Según apunta este ciudadano iraquí, tras la caída de Sadam Husein, sobre todo a partir del año 2005, los suníes, acosados por hombres del Gobierno provincial, empezaron a vender sus casas en Al Jadriya para que chiíes las compraran.

“Incluso gente de los servicios de inteligencia de Sadam”, añade Abu Omar, “tuvieron que irse”. ¿Cómo era el barrio antes de la ocupación? “Antes, la verdad, aquí no se sabía si había mayoría chií o suní”.

Grupos armados insurgentes suníes conquistaron este jueves una base militar en Muqdadiya, a apenas 80 kilómetros al norte de Bagdad.

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Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ (ENVIADO ESPECIAL)
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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