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Un modelo de relación comercial en evolución

El comercio entre China y América Latina se ha multiplicado por 22

El número mágico es el 22. El que representa el número de veces que se ha multiplicado el comercio bilateral entre China y América Latina en la última década. Pero al tiempo que se ha expandido la relación comercial, que ha convertido a Pekín en el segundo socio comercial de la región, ha evolucionado también su modelo. Basado en la venta de manufacturas y productos de alto valor agregado de China hacia la región, y de materias primas de América Latina a China, se ha expandido en los últimos años. China se ha convertido en uno de los principales inversores en la zona.

La relación comercial alcanzaba en 2013 los 261.000 millones de dólares (unos 192 millones de euros), según las cifras del Ministerio de Comercio chino, frente a los 12.000 de 2002. En el primer cuatrimestre de este año alcanzó los 80.000 millones, un aumento del 6,4%. Las inversiones chinas en América Latina acumulan 80.000 millones de dólares.

En los primeros años del siglo la relación se basaba sobre todo en la compra de materias primas. El boom de la construcción, y de las infraestructuras previstas en el paquete de estímulo chino de 2008, dispararon la demanda de hierro o cobre. Países como Perú o Chile, que exporta a China el 60% de su producción de cobre, fueron los más beneficiados. Las adquisiciones de recursos naturales se extendieron también a los hidrocarburos en Brasil, Ecuador o Venezuela, o al sector agrario.

Pero la ralentización de la economía china ha coincidido con un cambio de ciclo en los precios de las materias primas. Chile registrará este año y el próximo su crecimiento más bajo desde los años 90, algo que se puede atribuir, según Francisco González, de la School of Advanced International Studies de la Universidad Johns Hopkins, “en un 70% por ciento a la ralentización china”.

Al mismo tiempo, por razones como su alto nivel de ahorro interno, China ha comenzado a diversificar su cartera de inversiones en América Latina. Inicialmente eran gigantes estatales chinos, que compraban o se asociaban con empresas similares en la región en áreas como las industrias extractivas. De ahí se ha pasado a las infraestructuras o la banca.

China es también importante concesionario de créditos en América Latina, donde países como Ecuador, Argentina o Venezuela, que vieron cerrado su acceso a los mercados internacionales de capitales, hallaron en Pekín alternativa. El monto acumulado de los préstamos chinos a la región supera, según la Universidad de Boston, los 102.000 millones de dólares desde 2005. Pero la entrada de China en América Latina no ha estado exenta de polémicas. Ha habido quejas sobre la escasez de contrataciones de mano de obra local o sobre el trato que esta ha recibido, como en el caso del proyecto hidroeléctrico Toachi-Pilatón en Ecuador. Los impactos medioambientales de sus proyectos han generado protestas, como con el proyecto de construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, a cargo de la empresa de Hong Kong HKND.

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Según el experto Evan Ellis, a medida que aumente la implicación de las empresas chinas en las economías de la región, Pekín se verá cada vez más necesitado de ejercer su influencia en apoyo de sus ciudadanos y sus compañías: “No tiene nada que ver con la ideología, es solo para proteger sus intereses”.

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