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Los BRICS se rebelan contra el FMI

El Banco de Desarrollo que los países emergentes van a crear en su cumbre de Brasil aspira a rivalizar con el Banco Mundial y las instituciones de Bretton Woods

Alicia González
El presidente ruso Vladimir Putin y la brasileña Dilma Rouseff el domingo en Río de Janeiro
El presidente ruso Vladimir Putin y la brasileña Dilma Rouseff el domingo en Río de JaneiroREUTERS

El Banco de Desarrollo que los países emergentes van a crear en su cumbre de Brasil aspira a rivalizar con el Banco Mundial y las instituciones de Bretton Woods.

En julio de 1944, representantes de 44 países se reunieron en un hotel en Bretton Woods, en New Hampshire, Estados Unidos, para diseñar el nuevo modelo de relaciones comerciales y financieras entre los principales países del mundo. Han pasado ya 70 años y los países emergentes se han cansado de esperar un cambio de régimen en las instituciones financieras internacionales que salieron de aquella reunión y han dado un paso adelante para cambiar el orden existente y reivindicar su nuevo papel en la economía mundial.

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Los presidentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (los que conforman los BRICS) tienen previsto firmar el martes 15 de julio en Fortaleza, Brasil, la constitución de un Banco de Desarrollo, con una aportación inicial de 50.000 millones de dólares (36.000 millones de euros) al capital del banco y 100.000 millones de dólares de capacidad de préstamo, así como un fondo de reservas por otros 100.000 millones de dólares para ayudar a los países del grupo en caso de una posible crisis de liquidez, como las vividas en algunos países europeos durante la crisis financiera. Son unos 200.000 millones de dólares, la divisa que se utilizará, al igual que hacen el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en las transacciones de esta organización, para poner en valor el grupo y hacer una demostración de su fortaleza económica.

“La conclusión de estas dos iniciativas propiciará un fuerte mensaje sobre la voluntad de los BRICS de profundizar y reforzar su asociación económica y financiera”, subrayaba ante la prensa la semana pasada el diplomático brasileño José Alfredo Graça Lima. “Las instituciones financieras creadas funcionarán de forma similar al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional”, aseguraba. Sin duda, la creación del banco es un paso decisivo en la consolidación del grupo. “Es importante que las mayores economías emergentes hayan sido capaces de poner en marcha un proyecto así, de lo contrario su credibilidad como grupo se habría visto cuestionada. Es un primer paso evidente, pero ahora necesitan pasar a la acción”, asegura Jim O’Neill, inventor del término BRICS en su etapa de economista jefe de Goldman Sachs, y actualmente investigador en el think tank Bruegel.

La iniciativa suscita dudas sobre su alcance y sobre cómo de efectiva o ineficiente resultará la coordinación del grupo. Su creación se ha demorado casi dos años por las discrepancias internas, que finalmente se han saldado con una participación a partes iguales en el capital, frente a la intención inicial de China de alzarse como socio mayoritario, y con la sede de la entidad en Shanghái. “La verdadera cuestión es para qué quieren realmente estos países ese nuevo banco y qué quieren apoyar con él. No se sabe si es un mecanismo para explorar cómo asumir una mayor responsabilidad global, algo más fácil que lograr más representación en el FMI o el BM, o si quieren financiar conjuntamente proyectos de infraestructuras en los países del grupo”, apunta O’Neill. “No estoy seguro, ¡solo el tiempo lo dirá!”.

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El FMI aprobó en 2010 una reforma de sus cuotas para dar un mayor peso en el organismo a las potencias emergentes, sobre todo a China. Pero la reforma está empantanada en el enfrentamiento entre demócratas y republicanos en el Congreso de Estados Unidos y, a estas alturas, la iniciativa se ha quedado incluso obsoleta. “Es realmente ridículo y decepcionante que el Congreso estadounidense no haya aprobado el cambio en las cuotas. De hecho, el peso otorgado entonces a algunos países emergentes ya se ha quedado viejo y es cada vez más evidente que la gobernanza global actual dista mucho de ser la óptima”, admite O’Neill.

Hasta ahora los BRICS no se han caracterizado por su gran capacidad de coordinación en la escena internacional, pese a su constitución oficial como grupo en 2009 en plena crisis financiera, aunque el protagonismo entonces se concentró en el G20, ahora también en declive. “La intención es que el banco de los BRICS se convierta, con el tiempo, en una alternativa al BM y al FMI y que sea un nuevo actor entre las instituciones financieras globales. Es un objetivo ambicioso que requerirá un grado de coordinación y armonía que no siempre hemos visto en este grupo” añade desde Nueva Delhi Vivek Dehejia, profesor de Económicas de la Universidad Carleton, Canadá.

En diversos artículos, Nicholas Stern, presidente del Grantham Research Institute en la London School of Economics y de la Academia Británica, ha defendido junto al premio Nobel Joseph Stiglitz la necesidad un nuevo banco de desarrollo que dé respuesta a las ingentes necesidades que tienen los países emergentes en materia de infraestructuras. Sostiene Lord Stern que el gasto en infraestructuras en estos países deberá aumentar desde los 800.000 millones de dólares actuales a, al menos, dos billones en la próxima década. “De lo contrario, será imposible lograr una reducción de la pobreza a largo plazo y un crecimiento inclusivo”, defiende en su análisis. Las salvaguardas impuestas por el Banco y por el Fondo en su funcionamiento, así como la dura condicionalidad asociada a sus préstamos han restado eficiencia a la financiación procedente de estos organismos pero no será fácil poner en marcha un modelo operativo desde cero y los desembolsos, augura Dehejia, aún tardarán en producirse. “Por ahora, su importancia se debe más a su simbolismo geopolítico, de que los BRICS son algo más que unas siglas. Representa una promesa, pero habrá que esperar y ver cómo se concreta”, añade el economista indio.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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