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Los separatistas derriban un avión militar en Ucrania

La OTAN percibe un aumento de las tropas rusas desplegadas en la frontera

Pilar Bonet
Restos del avión ucranio derribado en la frontera con Rusia.
Restos del avión ucranio derribado en la frontera con Rusia. S. O. (AFP)

Un avión militar de transporte ucranio An-26, que participaba en la operación contra los separatistas del Este del país, fue abatido el lunes en la región de Lugansk, en la zona de frontera con Rusia, según confirman las partes en conflicto, que difieren sobre los detalles, número de tripulantes del aparato y circunstancias del incidente. Otro avión militar ucraniano, un caza Su 25, habría sido abatido también cerca de Lisichansk, igualmente en la región de Lugansk, según información de los separatistas. Los portavoces de Kiev expresan sospechas de que los equipos de los insurgentes van más allá de los simples lanzamisiles portátiles.

Un portavoz de la denominada República Popular de Lugansk (RPL) informó de que el An-26 había caído en el distrito de Bolzhano-Nikolski y que cuatro miembros de la tripulación estaban siendo interrogados en la localidad de Krasnodón. La comunicación con el An-26 se interrumpió sobre las 12.30 h del lunes cuando el aparato se encontraba a 6.500 metros y según el ministro de Defensa de Ucrania, Valeri Geletéi, a esa altura resulta imposible que haya podido ser alcanzado por un disparo de un lanzamisiles portátil, por lo que “seguramente fue alcanzado” con otra arma misilística “más potente”, que “posiblemente fue disparada” desde el territorio de la Federación Rusa. A bordo había ocho personas (siete militares y un civil), según informó el portavoz de centro de información del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Andréi Lysenko, quien inicialmente negó que los tripulantes hubieran sido capturados como rehenes. El funcionario aventuró la hipótesis de que el avión hubiera sido derribado por un disparo desde el aeródromo ruso de Millerovo, en la región de Rostov del Don.

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Portavoces de la OTAN informaban de un nuevo incremento en las tropas rusas estacionadas en territorio de este país en las inmediaciones de la frontera con Ucrania. Los efectivos militares rusos desplegados en la zona estarían entre las 10.000 y 12.000 personas. Antes, el contingente ruso en zona fronteriza llegó a ser de 40.000 y se redujo posteriormente a 1.000 personas.

El clima entre Rusia y Ucrania continúa deteriorándose a raíz de los incidentes en la frontera, después de que el fin de semana un proyectil procedente del lado ucraniano de la misma alcanzara una vivienda en la ciudad rusa de Donetsk (homónima de la localidad ucraniana) y provocara las primeras víctimas mortales en territorio ruso.

Sobre Kiev y los rebeldes se incrementan las presiones europeas para que ambas partes se sienten a negociar. Sin embargo, la tendencia parece ir en sentido inverso, pues incluso se están cerrando los foros de diálogo existentes. El alcalde de Donetsk, Alexandr Lukiánchenko, que mantuvo conversaciones regulares con los separatistas desde el inicio del conflicto, ha acabado por marcharse de la ciudad y se ha refugiado en Kiev, donde ha declarado que temía por su vida y que los insurgentes pretendían que asumiera tareas militares en detrimento de las necesidades de la población civil.

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El conflicto en las regiones de Lugansk y Donetsk, que juntas forman la cuenca carbonífera de Donbás, estalló en abril pasado cuando activistas prorrusos autoproclamaron las denominadas Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, donde en mayo se celebraron sendos referéndum secesionistas. En abril, las autoridades de Kiev lanzaron una ofensiva militar que catalogan como una “operación antiterrorista”.

La violencia se ha cobrado ya más de mil muertos desde que comenzaron los enfrentamientos. Tras la toma de Slaviansk, en el fin de semana del 7 y el 8 de julio, los insurgentes se han replegado y concentran su resistencia sobre todo en las dos urbes principales de la región, Donetsk y Lugansk. Entre las fuerzas leales a Kiev y los independentistas hay refriegas por el control de la frontera con Rusia, que es vital para el aprovisionamiento de los insurgentes. En la frontera, los separatistas conservan todavía acceso a algunos puntos porque las fuerzas leales a Kiev no consiguen controlar totalmente un territorio mal señalizado y mal custodiado. Tan solo la región rusa de Róstov del Don tiene 660 kilómetros de frontera con Ucrania y, según reconocen funcionarios locales, tal longitud resulta difícil de controlar debido a la falta de señalización, equipo disuasivo y controles sobre el terreno.

El lunes el Kremlin desmintió informaciones propagadas por la mañana según las cuales estaban contemplando la posibilidad de contestar con un “contraataque de precisión” sobre el territorio ucraniano por el proyectil que, procedente de territorio de Ucrania, se abatió sobre un caserío en Donetsk, sin que haya quedado claro hasta ahora quien lo lanzó. Antes, el diario Kommersant citaba una fuente cercana al Kremlin, según la cual Moscú preparaba “contraataque de precisión” sobre territorio ucraniano. El secretario de prensa del presidente, Dmitri Peskov, dijo que cualquier especulación sobre un golpe de precisión era “absurda”, según la agencia Prime.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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