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Los rebeldes prorrusos entregan las cajas negras del Boeing a Malasia

Los combates en Donetsk dificultan la investigación del ataque a la aeronave de las líneas aéreas malasias

Una de las cajas negras recuperadas del MH17.Foto: atlas | Vídeo: Atlas / AFP
Pilar Bonet

El recrudecimiento de la violencia en Donetsk, tanto en la capital de la provincia como en una vasta área alrededor de la ciudad controlada por los separatistas, dificultaba este lunes el desplazamiento de los expertos internacionales que, en su mayor parte, esperaban en otras ciudades, como Kiev y Járkov, a que se dieran condiciones de seguridad para investigar sobre el terreno las causas de la caída del Boeing 777 de las líneas aéreas de Malasia a 50 kilómetros de la frontera rusa, el jueves.

Poco después de medianoche, el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexandr Borodái, entregó las cajas negras del aparato a los expertos malasios que habían llegado a Donetsk horas antes. En la sede de la Administración provincial, cuartel general rebelde, y en presencia de numerosos periodistas, Borodái anunció: “Aquí están las cajas negras”, mientras un miliciano las colocaba sobre una mesa. El coronel Mohamed Sakri, del Consejo de Seguridad Nacional de Malasia, declaró que las cajas estaban “en buen estado”.

El tren que trasladaba los cadáveres de las víctimas del siniestro del avión partió en la tarde de este lunes desde la ciudad de Torez, controlada por separatistas prorrusos, hacia Járkov, controlada por Kiev. Allí espera ya un grupo de 31 expertos de varios países, entre ellos Holanda y Malasia, que se encargarán de las labores forenses y la repatriación de los cuerpos, informa Isabel Ferrer desde La Haya. El primer ministro holandés, Mark Rutte, anunció que había llegado a un acuerdo con las autoridades ucranias para que los cadáveres sean trasladados directamente desde Járkov a Holanda. El viaje “podría suponer entre 10 y 12 horas”, ha calculado Rutte según lo que le ha dicho el presidente ucranio, Petro Poroshenko.

Los rebeldes prorrusos han entregado este lunes las dos cajas negras del avión a un equipo de expertos malasio. El primer ministro de Malasia, Najib Razak, ha anunciado que un equipo de investigadores internacionales tendrá garantizado “un acceso seguro” al lugar en el que cayó el avión para que puedan comenzar su investigación.

“La estación de ferrocarril es una zona muerta, el 90% de las tiendas han cerrado antes de acabar la jornada y las calles están casi desiertas. En la Administración municipal han pedido a la gente que no se acerque a los balcones”, manifestaba por teléfono la periodista Adriana Dergam desde Donetsk. En su página web, Igor Strelkov, el denominado ministro de Defensa de los insurgentes, informaba de combates —con resultados variables para las tropas gubernamentales y los independentistas— en puntos de una franja que va desde el norte de Donetsk (Dzherzhinsk) hasta el Este (Snezhnoe), esta última en la zona cercana a la caída del avión. Los ukri (tal como llaman los independentistas a las tropas leales a Kiev) les causaron por lo menos 15 bajas entre muertos y heridos.

En Donetsk, Alexandr Borodái, el jefe del Gobierno de la denominada República Popular de Donetsk (RPD), trasmitía un mensaje ambiguo a los especialistas internacionales, ya que por una parte les invitaba a acudir al lugar de la tragedia y por otra los disuadía aludiendo a los riesgos de seguridad. Borodái, que dijo estar dispuesto a dar la caja negra a los representantes de la comisión investigadora, dibujaba un paisaje plagado de peligros para los “valientes” que se atrevieran a llegar, pasando “por zonas de combates” con “enormes cantidades de puestos de control” y con la posibilidad de “ser atacados desde el aire”.

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En Kiev, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, ordenó una tregua en un radio de 40 kilómetros en torno al lugar de la catástrofe, pero Borodái negó que existiera tal tregua. “Hay combates en todo el frente (…) Nadie se ha puesto de acuerdo con nosotros”, decía, para identificar como único interlocutor válido a la misión de la OSCE. Con todo, tres expertos forenses holandeses pudieron trabajar en Torez, de donde por la tarde partió el primer tren refrigerado cargado con los restos de 192 personas.

Mientras en el lugar del siniestro se perdía un tiempo precioso para la investigación, los representantes rusos hacían declaraciones. Primero fue el presidente Vladímir Putin, quien con carácter urgente y a la insólita hora de las dos de la madrugada del lunes difundió una alocución televisiva en la que dijo que “nadie tiene derecho a utilizar la tragedia para alcanzar sus fines políticos egoístas”. El presidente ruso afirmó también que “esa tragedia seguramente no se hubiera producido” si Poroshenko hubiera mantenido la tregua que declaró (durante diez días). Según el canal de televisión Dozhd, las palabras de Putin por televisión iban dirigidas a EE UU y fueron grabadas a toda prisa después de varias conversaciones con líderes occidentales. Para hoy, Putin ha convocado una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia dedicada a la “integridad” del Estado.

A las puertas de la Embajada holandesa en Kiev, Poroshenko se negó a comentar la declaración de Putin. “Estoy seguro de que el mundo se ha dividido en dos partes, una el mundo entero que juzga decididamente a los terroristas y otra, esos mismos terroristas. Y todos tienen que decidir donde están, eso es todo”, dijo el presidente de Ucrania.

En Moscú el Ministerio de Defensa organizó una rueda de prensa para contar que los radares rusos habían detectado un caza ucranio Su-25 cerca del avión siniestrado, a una distancia de entre “tres y cinco kilómetros” durante cuatro minutos, según el general Andréi Kartopólov. Poroshenko negó que hubiera un avión ucranio en la zona en el momento del derribo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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