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Bielorrusia acoge el diálogo entre Kiev y Moscú

El conflicto bélico en Donetsk y Lugansk se agrava y afecta ya al suministro de las minas

Pilar Bonet
Un tanque ucranio en la ciudad fronteriza de Novoselivka Persha.
Un tanque ucranio en la ciudad fronteriza de Novoselivka Persha.OGIRENKO (REUTERS)

El grupo trilateral (representantes de Rusia, Ucrania y los independentistas prorrusos de Donetsk y Lugansk) reanudó este jueves sus reuniones bajo los auspicios de la OSCE, y esta vez la cita fue en Minsk, la capital de Bielorrusia. Allí, los representantes de las tres partes acordaron interrumpir la actividad bélica en la zona a lo largo del trayecto de misión de la OSCE al lugar del accidente, según informó Ria Novosti citando al viceprimer ministro de Ucrania, Volodymir Groysman, que es el jefe del grupo de trabajo para la investigación de la catástrofe del vuelo MH17 de Malaysia Airlines.

Lukashenko es fiel aliado de Putin, pero tiene buenas relaciones con Kiev

Las partes también debatieron sobre la situación de los rehenes y personas detenidas en este conflicto y, “como primer paso”, se comprometieron a “una liberación inmediata” de un número indeterminado de personas.

No obstante, habrá que ver si realmente se cumplen todas esas promesas, porque anteriormente el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, había declarado una zona de alto el fuego con un radio de 20 kilómetros en torno al lugar del accidente. Según el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, le prometió que convencería a Kiev para que interrumpiera la actividad militar en el lugar donde cayó el Boeing. El miércoles, en Kiev, Groysman acusó a los separatistas de impedir a los expertos el acceso a la zona del accidente y aseguró que Kiev no intentaba recuperar el control militar del territorio del desastre.

Un obstáculo para la paz es el empeño ucranio en apurar la ofensiva militar

Oficialmente, la iniciativa de mantener los contactos trilaterales en Minsk corresponde al presidente ucraniano, Petró Poroshenko. Pero la cita en la capital bielorrusa da al presidente Alexandr Lukashenko una oportunidad de hacer valer su servicio como anfitrión y, tal vez incluso, de mediador. Bielorrusia es el principal aliado de Moscú y miembro de la Unión Aduanera con Rusia y Kazajstán, pero tiene también buenas relaciones con Ucrania, país con el que comparte una frontera de unos 1.000 kilómetros.

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Colas de gente atestan las estaciones de Donetsk para abandonar la ciudad

El presidente bielorruso, en el pasado etiquetado como el “último dictador de Europa”, está ganando puntos en Occidente a la luz de los acontecimientos en Ucrania y aparece como un líder más realista y previsible en comparación con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Los observadores coinciden no obstante en que las claves del éxito del diálogo están en Moscú y en Kiev. Hasta ahora las conversaciones han dado poco de sí y se han mantenido sobre todo por Skype, dada la inseguridad en Donetsk. El deseo ruso de alargar el diálogo y el deseo ucranio de acabar con la insurgencia por la vía militar parecen ser los mayores obstáculos para llegar a un acuerdo.

Fuentes diplomáticas creen que el Kremlin mantendrá activa la crisis hasta invierno

El Kremlin no parece haber renunciado a su propósito de mantener encendido el fuego independentista en la cuenca de Donbás (la cuenca minera que forman las provincias ucranias de Donetsk y Lugansk) por lo menos hasta el invierno, señalan medios diplomáticos europeos. Este empeño estaría guiado por la convicción de que el tiempo juega en contra de Ucrania, que acumulará aún más deuda y penuria. De ahí la necesidad de que los separatistas resistan hasta el otoño en previsión de hipotéticas concesiones por parte de Kiev. El problema, sin embargo, es que es muy difícil mantener a medio gas el conflicto en el este de Ucrania ya que, a medida que aumentan las penalidades, los separatistas pierden el apoyo que tuvieron inicialmente entre población, que está cada vez más asustada por la violenta deriva de lo que empezó siendo una reivindicación lingüística, económica y federalista.

Mientras tanto, en la ciudad de Donetsk, capital de la provincia homónima, los tiroteos se dejaban oír en los barrios periféricos y los fallos de electricidad provocados por los bombardeos de las redes afectaban ya a las minas, el motor económico de la región. Según el periódico municipal Munizipalnaia Gazeta, en los últimos tres días en Donetsk, una ciudad de un millón de habitantes, se había restablecido la luz en zonas pobladas por un total de 113.000 personas. Ayer comenzó a inundarse la mina Oktiabrski Rudnik, por tener averiados los generadores de electricidad que permiten el bombeo. En la estación de autobuses de Yúshnaia, la única en funcionamiento, se formaban grandes colas de personas que abandonaban la ciudad. En las líneas de ferrocarril hay problemas de falta de corriente e incluso de explosivos en la vía férrea, según el mismo periódico.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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