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EL ESPAÑOL DE TODOS
Columna
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El vacío internacional

No hay una sección de Internacional en prensa latinoamericana comparable a la de los grandes diarios de Europa y EE UU

De que yo llamo cuatro jinetes del Apocalipsis de la prensa en español el que clasifico en cuarto lugar –tras declaracionitis, oficialismo, e hiperpolitización- y que consiste en la ausencia de una verdadera cobertura de información internacional, es, en cierto modo, el que me parece más grave por sus consecuencias sociológicas.

Con la excepción de un par de diarios que no nombro, pero que al igual que sus equivalentes españoles no están ya en sus mejores días, no hay una sola sección de Internacional en toda la prensa latinoamericana ni remotamente comparable a la de los grandes diarios de Europa y Estados Unidos. Hoy en día, con la velocidad de reacción e interacción de la prensa on-line, está más claro que nunca que una sección de Internacional hecha básicamente de agencias ya no es competitiva. Una primera consideración sobre ese problema sería que los diarios que carecieran de los medios para ello no intentaran competir con sus hermanos mayores; que no dedicaran más recursos de lo estrictamente necesario para facilitar una radiografía escueta, pero competente, del acontecer mundial, y que, al mismo tiempo, derivasen su mejor esfuerzo de personal, tiempo y dinero hacia donde sí puedan competir con ventaja con teles y radios; esto es, en lo más próximo: localidad, comarca, provincia, con un rinconcito de geometría variable para la capital.

El primer problema que se plantea con este tipo de cobertura es que precisa un mercado extenso para soportar los costes que entraña como corresponsales, enviados, y algunos servicios internacionales. Por esa razón son relativamente pocos los países con un mercado potencialmente capaz de sufragar ese esfuerzo, pero que sí creo que existe en México, Argentina y posiblemente Colombia, Venezuela y Perú. En los tiempos del on-line, las cosas pueden ser, sin embargo, distintas e incluso tentativas como el paisamerica.com podrían aspirar a llenar ese vacío, pero siempre dirigiéndose a un público general, culto, latinoamericano, y muy preferentemente en el terreno del análisis y la opinión puesto que, ya se sabe, que pensar es mucho más barato que ir a los sitios.

Sobre el periodismo impreso, el gran interrogante sería el de por qué los países citados no ocupan un lugar en la cobertura del ancho mundo. Y tengo varias teorías.

La primera es la de que no se ha intentado comprobar si es o no sustentable una buena sección de Internacional. Me cuentan que Excelsior en México tuvo, en tiempos de la primera glaciación, una gran presencia en este campo, con suficiente número de corresponsales y enviados. Si la memoria no me falla conocí al veterano periodista mexicano Raymundo Riva-Palacio de corresponsal en Madrid, en esa era pre-colombina. Pero, más contemporáneamente, he tenido la ocasión de preguntar a destacados periodistas del D.F. por qué los que, por otra parte, son excelentes diarios dedicados a otros cometidos, no abordaban la asignatura pendiente de la información internacional, y la respuesta casi invariable era que, siendo muy cara, no tendría nunca un soporte de público que la justificara. Pero si no se había probado ¿cómo saber que ese público no existe? Convengamos, sin embargo, también en que no es este el mejor momento del siglo para que la prensa de papel se lance a aventuras económicamente arriesgadas. Jorge Zepeda, gran renovador del periodismo mexicano, hizo alguna pirueta en este sentido en El Universal, pero la experiencia fue efímera. Entre tanto, es llamativo que países con una literatura excepcional, un acervo cultural entre los primeros de Occidente, no cree ese tipo de medio, cuya misión principal es explicar el mundo a su país y su país al mundo.

La segunda razón es la de que en medios tan superpolitizados como los latinoamericanos (y españoles) la información internacional va por su naturaleza dirigida a un público de ‘señores’ y su clientela. Y esa información de ‘alta gama’ tiene un interés menor para un público más modesto, clase media-media, porque le cae en las antípodas. La prensa latinoamericana se interesa casi tanto por Oriente Próximo, Ucrania, la guerra de los Balcanes en su día, como la propia prensa europea, y mucho menos de lo que, en mi opinión, debiera hacerlo por informaciones en su mismo vecindario, la actualidad latinoamericana más próxima, que parece menos ‘natural’ para ese lector.

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Hay que reconocer, pese a todo, que el fenómeno bolivariano, con la enorme expectativa y preocupación que generaba el difunto Hugo Chávez de Venezuela, ha hecho bastante por latinoamericanizar la información, pero sigue sin haber un número suficiente de corresponsales de verdad, destacados por los diarios de mayor abolengo en el resto de América Latina. Una vez debatí con Felipe Edwards qué era lo que más interesaba a la prensa chilena si Moscú o La Paz, pero no hicimos la prueba de hemeroteca que habría saldado la cuestión. Y el corolario de todo ello es que durante décadas esa relativa omisión ha sido un regalo para la prensa española, de forma que quien más informaba de prácticamente cualquier país de América Latina, fuera del mismo, era la prensa española.

Para un público que sepa inglés o francés, no hay problema puesto que hoy puede leer a diario gran parte de la mejor prensa occidental, si se me permite decirlo, junto con algún diario en lengua española, pero estoy persuadido de que existe un público potencial que agradecería y aprovecharía una información internacional adecuada, puesto que saber dónde estamos y cómo estamos en el mundo es una gran experiencia formadora.

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