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Otra disputa entre maras sacude a Honduras y deja ocho muertos

Un comando de pistoleros atacó a balazos una cantina en las afueras de Tegucigalpa

Un oficial hondureño recoge el cadáver de un menor víctima de la masacre. (Cortesía del periódico La Tribuna, de Honduras).
Un oficial hondureño recoge el cadáver de un menor víctima de la masacre. (Cortesía del periódico La Tribuna, de Honduras).

Una nueva matanza por las violentas disputas entre maras o pandillas criminales estremeció a Honduras al anochecer de este sábado. A bordo de una camioneta negra, un comando de siete pistoleros encapuchados y fuertemente armados penetró a una cantina en una ciudad aledaña a Tegucigalpa y, en un indiscriminado e intenso ataque a balazos, mató a seis hombres, hirió a otras seis personas y, en la huida, asesinó a dos hermanos menores de edad que jugaban con un teléfono celular en una acera.

Los hechos, cuyos detalles están siendo reconstruidos por las autoridades policiales y judiciales hondureñas, ocurrieron en la cantina La Puerta Negra, en el barrio Las Torres de Comayagüela, una ciudad adjunta a la capital hondureña, y en una vía pública de esa misma colonia. “El móvil general que pudo haber generado el múltiple homicidio es una disputa de territorios entre las maras (Salvatrucha y 18) que operan en ese sector distribuyendo drogas”, reveló el subinspector hondureño Edgardo Baca, vocero interino de la Policía de Honduras, en un recuento que suministró por teléfono a EL PAÍS. “Lo que se sospecha es que fue un problema entre cárteles que distribuyen droga en esa sector. Es la principal hipótesis que estamos generando en base a lo que se ha recabado inicialmente por las unidades de investigación”, añadió, al informar que todavía no hay detenidos.

El ataque fue ejecutado por la Mara 18, confirmó, tras asegurar que “como autores materiales del hecho criminal” están señalados cuatro hombres a los que solo identificó con sus alias—“El Chuly”, “Bellaco”, “Calavera” y “Lovely”—y sobre los que se ofrece una recompensa de aproximadamente 1.190 dólares por cada uno por información que conduzca a su captura.

Precedida por el asesinato de cuatro hombres en un restaurante de la norteña ciudad de San Pedro Sula el pasado 31 de julio, en otra incursión con disparos a mansalva de un grupo criminal, la masacre de La Puerta Negra es una nueva sacudida a un país que es uno de los más violentos del mundo y registra de 15 a 21 asesinatos al día 6.757casos. Pero la tasa ha llegado a oscilar entre 85 y 92 por cada 100.000 personas en años recientes, mientras que en 2012 hubo un femicidio cada 14 horas y 30 segundos y la tasa de femicidios por cada 100.000 habitantes llegó a 28.2 en 2013, con 51 al mes, según cifras oficiales.

Los datos preliminares sobre la masacre en la cantina indicaron que el comando entró al bar cerca de las 19:00 horas del sábado y atacó a clientes y trabajadores. “Abruptamente y sin mediar palabras comenzaron a disparar a mansalva”, narró el periódico La Tribuna, de la capital hondureña.

Los pistoleros huyeron pero aparentemente se toparon con dos menores —uno de 11 y otro de 14— que jugaban con un teléfono móvil y les dispararon varias veces, añadió. El de 11 falleció en el sitio y el otro en ruta a un hospital, aseguró un informe policial entregado a este diario.

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El parte oficial describió que los responsables fueron “varios individuos desconocidos cubiertos el rostro con pasamontañas a bordo de un vehículo tipo camioneta, color gris, sin placas” y que el móvil que desencadenó los violentos sucesos es “supuestamente pelea de territorio por venta de droga (cocaína)”. Otras versiones sin confirmar mencionaron que en el comando participaron varios hombres en dos motocicletas.

En el bar perecieron tres hombres —de 34, 45 y 55 años— y otros tres —dos de 51 y otro de edad ignorada— murieron en ambulancias antes de ingresar a un hospital. De otras seis personas que estaban en la cantina y resultaron heridas, de 16, 18, 20, 24, 53 y 65 años, y entre ellas la propietaria de La Puerta Negra, tres permanecían en estado grave y cuatro en una sala de observación. Una de las heridas es una adolescente, de 16 años, que laboraba como cantinera, dijo Baca.

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