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La favela de Berlín

La gran metrópoli alberga un miserable microcosmos repleto de chabolas de cartón y hojalata El dueño del terreno quiere desmantelarlo para construir viviendas

Desplazados de Europa del Este en sus chabolas en 'Cuvrybrache', en el barrio berlinés de Kreuzberg, en julio pasado.
Desplazados de Europa del Este en sus chabolas en 'Cuvrybrache', en el barrio berlinés de Kreuzberg, en julio pasado.Kay Nietfeld (DPA)

Berlín es pobre, pero sexi”, dijo Klaus Wowereit, cuando admitió hace unos años la ambivalente fama de la capital alemana, para resaltar la recuperada vida alegre que ofrece la ciudad: diversión las 24 horas del día. El lado sexi se encuentra en cada esquina, pero ¿quién conoce el lado pobre de Berlín, el que no aparece en los folletos turísticos? La ciudad que gobierna Wowereit desde hace 13 años goza del raro honor de ser la única gran metrópoli alemana donde existe un miserable terreno repleto de chabolas de cartón y hojalata, un microcosmos de la pobreza copiado de las famosas favelas de Brasil.

La única favela que existe en todo el territorio de la primera potencia económica de Europa comenzó a ser construida hace casi dos años en una zona de Kreuzberg que a partir de los años setenta fue bautizada como la pequeña Estambul, a causa de la población turca que llegó al país y eligió este barrio para vivir. Casi rodeado por el Muro, el famoso Muro, Kreuzberg era barato, pintoresco, multicultural, y terminó convirtiéndose en un imán para artistas pobres, hippies y punkis. La favela de Berlín está construida en un terreno del tamaño de una cancha de fútbol. Uno de sus extremos linda con el río Spree y está habitada por unas 200 personas provenientes de Rumania, Bulgaria, Polonia y Rusia, que comparten un futuro incierto y miserable con varios junkies alemanes y artistas alternativos que dejaron atrás una vida burguesa para buscar nuevos horizontes o quizá una nueva inspiración.

Bohemios, 'hippies' y punkis conviven en la 'pequeña Estambul', una zona donde estaba el Muro

“No sabemos hasta cuándo podremos vivir aquí, pero estamos preparados para enfrentarnos a la policía si intenta desalojarnos”, dice Jan, un rumano de 43 años que vivió en Almería y que abandonó España a causa de la crisis. “Aquí vivimos mal, pero en Berlín hay trabajo”.

La favela, que fue bautizada por la prensa germana como Cuvrybrache, ofrece una envidiable vista panorámica al río, está rodeada de cafés, bares y restaurantes, y todavía nadie en el vecindario se explica cómo puede existir algo parecido en la capital alemana.

Hace dos años, BMW y el Museo Guggenheim de Nueva York anunciaron la construcción en la zona de un laboratorio futurista destinado a estudiar el desarrollo de las grandes ciudades. Pero una protesta pacífica de los vecinos enterró el proyecto y el terreno baldío fue bautizado como Free Cuvry. A partir de entonces, comenzó a poblarse de gente sin nombre y sin documentación. En la favela solo existe un escusado primitivo y por las noches las ratas acuden en busca de restos de comida.

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Las ratas no molestan ni a Marx ni a su amigo Markus, jóvenes alemanes que viven en una chabola construida con restos de madera y latón. Llegaron hace un año, atraídos por la incierta fama de ser un territorio libre donde no se hacen preguntas y cada uno se da el lujo de no hacer nada y contemplar cómo pasa el tiempo.

Pero la amenaza de desalojo es real y proviene de Múnich, donde vive el empresario Artur Süsskind, dueño del terreno y que desea construir viviendas de lujo.

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