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La batalla por el aeropuerto de Trípoli sumerge a Libia en una guerra de milicias

Milicianos de Misrata aseguran haber tomado el aeródromo

Milicianos combaten en la batalla por el control del aeropuerto.
Milicianos combaten en la batalla por el control del aeropuerto.MAHMUD TURKIA (AFP)

Tras un mes de encarnizada lucha con un grupo rival por el dominio de Trípoli, las milicias de Misrata, situada en el oeste de la capital, aseguraron este sábado haber conseguido una importante victoria al apoderarse del aeropuerto de la capital. En las redes sociales, circulaban vídeos y fotografías de los combatientes entrando exultantes en el recinto aeroportuario. Casi tres años después de la caída del régimen del coronel Gadafi, los intentos de crear unas instituciones estatales efectivas en Libia han resultado infructuosos, y el país continúa bajo el control de decenas de milicias.

La última ronda de combates se inició aproximadamente hace un mes. Los continuos bombardeos de artillería han forzado la evacuación de los funcionarios de la ONU y el cierre de buena parte de las embajadas occidentales, así como la suspensión de los vuelos destinados a la capital del país. Precisamente, el control del aeropuerto de Trípoli, que representa una importante fuente de ingresos e influencia, fue el desencadenante de los combates.

A mediados de julio, los combatientes de Misrata lanzaron la Operación Alba con el fin de arrebatar este recinto a la milicia de la ciudad de Zintán. Aunque ambos grupos habían colaborado en la guerra contra las fuerzas de Gadafi, la política de alianzas posterior al conflicto les situó en bandos opuestos. El avance de la milicia de Misrata se produce a pesar de haber sufrido varios misteriosos bombardeos aéreos durante los últimos días que atribuye a Egipto y a Emiratos Árabes. No obstante, las fuerzas del general Jalifa Hafter, aliadas con los combatientes de Zintán, afirman que fueron sus aviones los que lanzaron los ataques.

En este conflicto, como en el resto de los que han azotado Libia los últimos tres años, se superponen rivalidades geográficas e ideológicas con la simple lucha del control de los recursos de un país rico en yacimientos petrolíferos. El pasado mes de mayo, el general Hafter reclutó varias brigadas de combatientes con el objetivo de expulsar las milicias islamistas de su feudo de Bengazi, la principal ciudad del este de Libia. Aunque Hafter presenta la actual batalla por Trípoli y Bengazi como una pugna entre islamistas y laicos, el conflicto es más complejo.

Desde la revolución de 2011, Libia no cuenta con un Gobierno ni un Ejército realmente operativos, y ahora tampoco con un Parlamento legítimo a ojos de la mayoría de sus principales milicias. En unas elecciones anticipadas celebradas el pasado mes de junio, las fuerzas laicas y federalistas del este del país obtuvieron un buen resultado, mientras que los partidos islamistas experimentaron un retroceso. Ante la inseguridad reinante en Trípoli, el nuevo Parlamento ha celebrado sus primeras sesiones en Tobruk, al este del país. Los milicianos de Misrata rechazan su legitimidad y solicitan la reconstitución de la cámara disuelta a principios de verano.

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