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La candidatura de Silva apuesta por una actitud más cercana a Estados Unidos

Un coordinador del PSB aboga por hacer “esfuerzos” para lograr un tratado comercial entre Washington y Brasilia

La candidata del Partido Socialista Brasileño, Marina Silva
La candidata del Partido Socialista Brasileño, Marina SilvaSebastião Moreira (EFE)

La candidatura de Marina Silva trajo este viernes a Washington su discurso de cambio ante las apretadas elecciones presidenciales brasileñas. Maurício Rands, uno de los coordinadores del programa de la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), abogó por una actitud “más constructiva” del Gobierno de Brasil con el de Estados Unidos y por impulsar medidas que atraigan a más inversores extranjeros al gigante sudamericano. El lugar ni el contexto eran casuales. Rands participó en un coloquio en un foro empresarial y en un momento en que las relaciones entre Washington y Brasilia aún no han recuperado del todo la confianza dilapidada hace un año por la revelación de que EE UU espió a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.

El coordinador conoce bien la realidad estadounidense. Durante su etapa -entre 2003 y 2012- como diputado del Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, formó parte del grupo Brasil - EE UU y llevó a la cámara baja un proyecto para eliminar la doble tributación entre ambos países. En ese período visitó EE UU. También lo hizo durante su año y medio -hasta que dimitió de todos sus cargos y abandonó el PT, en 2012- como secretario de gobierno del estado de Pernambuco en el ejecutivo de Eduardo Campos. El exgobernador era el candidato del PSB en los comicios del 5 de octubre, pero su muerte en agosto llevó a Silva, hasta entonces la candidata a vicepresidenta, a sustituirlo.

Con este bagaje de fondo, Rands trató de convencer del mensaje de “cambio de actitud” de Silva a una audiencia de peso reunida en el Consejo Empresarial EE UU - Brasil, integrada por representantes de grandes empresas de ambos países y de departamentos del Gobierno de Barack Obama, con el que no tenía prevista ninguna reunión durante su visita.

Un coordinador de la candidata socialista dice que la campaña de Silva coincide con la de Obama en el mensaje de "cambio y esperanza"

Rands hizo un discurso conciliador en la esfera diplomática y cercano a las peticiones de la comunidad empresarial estadounidense con intereses en Brasil. La mayor de ellas es el impulso de un tratado de libre comercio entre la primera y la séptima economía mundial, cuyo intercambio comercial no ha dejado de crecer en los últimos años. El exdiputado apostó por hacer “esfuerzos” por alcanzar dicho tratado, admitió que no sería sencillo pero confió en que un nuevo liderazgo en Brasilia lo facilite.

Rands habló de un “margen” amplio de avance en las relaciones entre los dos gigantes. Trazó paralelismos entre Obama y Silva. “Las dos campañas eran sobre cambio y esperanza”, destacó después a la prensa, antes de recordar que la candidata del PSB sería la primera presidenta negra de Brasil, como lo fue Obama en EE UU. Y aunque dijo entender el malestar de Rousseff con el escándalo de espionaje, pidió “madurez” para recomponer las relaciones con Washington.

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En el terreno económico, recordando puntos del programa de Silva, abogó por simplificar impuestos, eliminar burocracia y por, en general, abrir más la economía brasileña, que ha perdido impulso en los últimos años. En el diplomático, dijo que, si se convirtiera en presidenta, la exlíder ambientalista impulsaría una política exterior “muy abierta” porque Brasil puede jugar un “mayor papel” en las grandes causas mundiales, más alejado del multilateralismo de Rousseff y propenso a acuerdos regionales y bilaterales.

En este sentido, lamentó que Rousseff, en su discurso del miércoles en la Asamblea General de la ONU, pareciera “más preocupada” por asuntos domésticos que globales. Criticó que Brasil no se haya sumado a los “esfuerzos” contra el terrorismo internacional, aunque evitó concretar si se refería a la coalición contra el Estado Islámico. Pero, pese a la nueva retórica, insistió en la demanda de una reforma en las organizaciones de gobernanza mundial para dar entrada a las naciones emergentes y admitió que el rol global de Brasil es limitado.

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