_
_
_
_
_

Las mariposas de Buenaventura

Un colectivo apoya a víctimas de violencia sexual en una de las ciudades más peligrosas de Colombia

Maritza Asprilla, una de las mariposas.
Maritza Asprilla, una de las mariposas. j. arredondo (acnur)

Gloria Amparo Arboleda no olvida la marca que le dejó a su mamá un golpe de su primer marido y por el que casi pierde un ojo. “Hoy tiene 74 años y aún lleva la mancha de ese puño”, cuenta esta mujer de 51 años que vive en Buenaventura, el puerto más importante del Pacífico colombiano que durante años ha sido azotado por diferentes grupos armados y hoy está asfixiado por dos bandas criminales que lo han convertido en la ciudad del horror.

A esta mujer de piel negra y líder de su población la llaman la profe. Creció viendo que a las mujeres las golpeaban como si fuera algo natural. “Era una cruz que las niñas sabíamos que teníamos que cargar”. A esa violencia, que para ella aparentaba ser cultural, se sumó la del conflicto armado, que se ha ensañado con este puerto donde se mueve más de la mitad de la mercancía que entra o sale del país, y que paradójicamente tiene un desempleo del 60%. “Nos tomaron de objeto para visibilizar los poderes entre los mandos [jefes de los grupos armados]. Fuimos unas vivas-muertas. Cogen a tu hija, la violan, le hacen lo que quieran y te toca quedarte callada”.

La violencia sexual en el marco del conflicto es un asunto invisible en Colombia

Hace cuatro años, Gloria y otras mujeres crearon un colectivo que llamaron Red Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro, que en el puerto se conoce como las mariposas. Su idea era ayudar a mujeres que han sido forzadas a abandonar su hogar y han sobrevivido a la violencia sexual, un delito que ha marcado la vida de al menos el 50% de las desplazadas en Colombia, donde el conflicto ya se cobra 220.000 muertos. El grupo recibió este lunes en Ginebra (Suiza) el Premio Nansen que entrega la ONU hace 60 años como reconocimiento al trabajo en favor de los refugiados

En Buenaventura viven cerca de 400.000 personas, en su mayoría afrodescendientes. Por sus barrios y veredas han pasado guerrillas, paramilitares y ahora están dos bandas criminales que se disputan rutas de droga y el control del menudeo de estupefacientes cometiendo toda clase de abusos contra sus pobladores. Cruzar la calle equivocada puede convertirse en una sentencia de muerte debido a las fronteras invisibles que han impuesto los jefes de estas bandas. Por eso sus habitantes huyen por miles, se desplazan entre barrios y reina la ley del silencio.

Más información
“Que dejen de cazar a los niños y a las niñas en Colombia”
140 países en la cumbre contra la violencia sexual como arma de guerra
“No me quedé en Colombia para estar callada”
Mujeres invisibles, víctimas de la guerra
El cinismo de los guerreros
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

En medio están las mujeres. Gloria creció con ello y por eso desde joven ha combatido la violencia contra las mujeres, en un lugar donde esa labor supone un riesgo diario para ella y sus 120 compañeras. Según la agencia para los refugiados de la ONU, ACNUR, en Buenaventura fueron asesinadas 11 mujeres, tres de ellas descuartizadas el primer semestre del año. Allí existen lo que se conoce como “casas de pique”, viviendas de madera en los barrios más pobres donde este año se denunció que desmiembran a personas, incluso vivas. El puerto carga a cuestas ser el municipio con más desplazados en un país que solo Siria supera en este flagelo: 13.000 en 2013 según la ONG Human Rights Watch, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por combatir las bandas.

Las mariposas, sobre todo, escuchan y cuentan con orgullo que han ayudado a más de 1.000 mujeres y sus familias. Son una red de amigas que se acompañan unas a otras. “Que si te violaron, que si se llevan a tu hija, que el tipo te pega todos los días, que te amenaza con matarte. Pero en medio de una guerra no puedes salir a gritarlo, entonces nuestra estrategia ha sido el comadreo (padrinazgo)”, cuenta Gloria. El comadreo es una tradición cultural. Se reúnen como si se tratara de talleres de sanación y se cuidan entre sí. “Las acompañamos desde que están llorando hasta que deciden denunciar. Nuestro trabajo es acompañar, bajar la tensión, hacer que se valoren, que reciban atención médica y psicológica e invitarlas a que se capaciten para que puedan salir adelante”, explicó antes de viajar a Ginebra.

Es la primera vez que un grupo colombiano recibe este premio, otorgado a países de América Latina solo cinco veces. “Cada día ellas tratan de curar las heridas de las mujeres y niños y ponen en riesgo sus propias vidas”, dijo António Guterres, el Alto Comisionado de ACNUR.

Buenaventura el municipio con más desplazados en un país que solo Siria supera en este flagelo

La violencia sexual en el marco del conflicto es un asunto invisible en Colombia. Las cifras oficiales registran 6,8 millones de víctimas, pero solo 6.360 han reportado haber sido agredidas sexualmente. Este subregistro se debe, entre otras razones, a la desconfianza en las autoridades, la impunidad, la vergüenza y la estigmatización. También al miedo. Un informe del Consejo Noruego para Refugiados reveló casos brutales en Buenaventura. “A una conocida la sacaron de la casa (el marido estaba preso, ahora está fuera del país). Unos tipos armados la violaron, (sus) dos niños vieron… del susto no pudieron avisar a nadie, la descuartizaron, la encontraron en una bolsa negra”.

Las mariposas se mueven con cautela entre barrios, cambian constantemente sus trayectos, se reúnen a puerta cerrada y la Iglesia se ha convertido en su escudera. “Eso nos tiene vivas”, dice Gloria. Para Mery Medina, quien también recibirá el premio Nansen, estas mujeres poco a poco han ido dejando atrás el miedo. Les pasa como a las mariposas. “A pesar de ser tan bonitas, el inicio de su vida es una lucha, pero la necesitan para que luego su vuelo sea más placentero”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_