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Relevo en el ‘hólding’ de Mohamed VI

Cambia el presidente de la sociedad que ha controlado los intereses del rey en la economía de Marruecos

Javier Casqueiro
El rey de Marruecos, Mohamed VI, en el aeropuerto de Rabat en julio pasado.
El rey de Marruecos, Mohamed VI, en el aeropuerto de Rabat en julio pasado.chris jackson (getty images)

No está en el Gobierno ni en el exclusivo consejo privado del rey Mohamed VI pero Hassan Bouhemou, de apenas 46 años, ha sido uno de los hombres clave del sistema en Marruecos en los últimos 13 años. Este martes fue relevado sin muchas explicaciones como presidente por el consejo de administración de la Sociedad Nacional de Inversiones (SNI), el superholding privado que controla y maneja el 30% de la economía del país en todos los sectores estratégicos y los amplios intereses económicos del monarca. Al rey le disgusta que se denomine a Bouhemou como su tesorero pero los medios le han mitificado como el depositario de los más relevantes secretos reales.

El consejo de administración del SNI se ha reunido este martes en su versallesca sede de la calle Argel en Casablanca y ha oficializado el cambio al frente de su presidencia sin muchos detalles ni ruido. Bouhmeou, según esa versión oficial, ha querido dejar el grupo que él mismo ideó, transformó y revolucionó para dedicarse a sus asuntos personales. Su sustituto procede de la filosofía de la casa. Hassan Ouriagli, de 52 años, estaba destinado ahora en un grupo francés de distribución de coches en el norte de África pero fue en su día director adjunto a la presidencia del ONA (Omnium Nord Africain), la empresa matriz que absorbió el SNI con su fusión en 2010. Esa fue la gran operación que consagró el enorme poder discreto estos años de Bouhmeou y que los analistas consideran “cambió el concepto del capitalismo en Marruecos”.

Los expertos y los que le han tratado retratan a Bouhmeou como tecnócrata, brillante, soberbio, visionario, ambicioso. Características repetidas en muchos ejecutivos destacados de grandes multinacionales y que en Marruecos le llevaron a hacer carrera desde una posición procedente de una familia típica de la élite local de Rabat, que estudió primero en el Liceo Louis Le Grand en París, se diplomó luego en la escuela francesa politécnica y de minas, y trabajó más tarde algunos años como ingeniero en el gigante petrolífero francés Schlumberger.

Tras retornar a Marruecos en 1994 para colocarse en un puesto directivo en un banco fue captado para el entonces holding real (Siger, leído al revés Regis, en latín del rey) por el secretario particular del monarca, Mohamed Majidi, su padrino. Desde esa posición de “artesano” financiero real planificó una serie de cambios y fusiones que determinaron en los años siguientes una auténtica revolución en el sistema económico del país.

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Marruecos y sus principales empresas eran entonces, hace diez años y en muchos sentidos, apenas poco más que filiales de las grandes firmas multinacionales francesas. Siger, el holding real que funcionaba a través del fondo de inversiones Copropar (60% propiedad del rey), estaba muy volcado en el sector agroalimentario y de la distribución de alimentos y pasaba por problemas de endeudamiento. En la medianoche de un día de marzo de 2010, cuando Bouhemou ya era presidente del SNI, convocó por sorpresa a los jefes de sus principales empresas y les comunicó que se iban a fusionar todos con el gran grupo privado del país, ONA, y además que iban a cambiar los métodos y los objetivos de la compañía naciente. Querían crear un “campeón nacional” capaz de competir y hacer frente a los adversarios en los grandes sectores estratégicos.

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La megafusión entre la SNI, ONA y sus 12 filiales se realizó y provocó un conglomerado que ahora dispone de empresas en el ámbito de las minas, la distribución, la banca, las telecomunicaciones, las energías renovables, los seguros y los sectores agroalimentario, y de las inmobiliarias. Acaparan, por ejemplo, el 65% del mercado lechero, el 40% de la construcción y, a través de Attijariwafabank (la unión del BCM y Wafa Bank), el 26% de los depósitos bancarios y 5,5 millones de clientes.

Aquella jugada exitosa le reportó a Bouhemou un enorme éxito de gestión (ha reducido la deuda de la compañía casi a la mitad), gran influencia y algunas envidias. Parecía intocable aunque en los últimos tiempos se especulaba con que había empezado a levantar suspicacias en el entorno real. Este verano el semanario francés Le Point le calificó en un artículo como “el tesorero del rey y de los pequeños y grandes secretos de la monarquía”. También insinuaban que el monarca había presionado en una adjudicación de recursos a Nareva (filial de SNI para las energías renovables) sobre un yacimiento de fosfatos. Mohamed VI se enfadó y escribió directamente una fe de errores que fue publicada para precisar que esa intermediación era “fantasiosa” y que Bouhemou no era su tesorero sino el presidente de una empresa con un consejo de administración que toma sus propias decisiones. El mismo consejo que le relevó en la tarde de ayer.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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