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EE UU reafirma su “tolerancia” hacia la despenalización de las drogas

El país trasmite un mensaje de optimismo a México pese a la matanza de estudiantes

Militares en Ecuador destruyen un campo de amapola.
Militares en Ecuador destruyen un campo de amapola. REUTERS

“Para nosotros es muy importante que Estados Unidos empiece a cambiar su política de drogas, porque la violencia en Colombia, en México o en Centroamérica tiene mucho que ver con lo que pasa en Estados Unidos, con el prohibicionismo que ha prevalecido en este país”, declaró el expresidente de Colombia César Gaviria a EL PAÍS el 9 de septiembre tras la presentación en Nueva York del último informe de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, de la que forma parte, en el que se reclamaba la despenalización y regulación del consumo y posesión de drogas ante el fracaso de las medidas prohibitivas y punitivas.

Estados Unidos dio este jueves otro pequeño paso, bien que en el terreno de la retórica, de eso que otro miembro de la citada comisión, el expresidente de México Ernesto Zedillo, definió como “vientos que soplan en otra dirección”. El embajador Williams R. Brownfield, zar antidroga de Estados Unidos desde su puesto de subsecretario de Estado para Narcóticos, un veterano y duro luchador contra el tráfico de estupefacientes, enfatizó ante el Tercer Comité de la Asamblea General de Naciones Unidas y ante un reducido grupo de periodistas, entre ellos EL PAÍS, la “tolerancia” de la Administración de Barack Obama hacia las políticas despenalizadoras emprendidas por países como Uruguay o Estados como Washington y Colorado. Asimismo, lanzó un mensaje de optimismo a México, país conmocionado por la matanza de estudiantes en Iguala, en el Estado de Guerrero.

Brownfield desveló la intención de EE UU de intercambiar información con el uruguayo 

Por “tolerancia”, aclaró el representante de Estados Unidos, Washington entiende el compromiso de todos los países con las convenciones de Naciones Unidas y la necesidad de respetar la autonomía de cada país para abordar el problema de la droga en función de sus particulares circunstancias. “Cómo podría ser intolerante con un país como representante de Estados Unidos si dos de nuestros Estados han emprendido el camino de la legalización. Y eso se produce mientras otros países están en una posición totalmente contraria. Tenemos que ser tolerantes o el mundo se dividirá”, advirtió.

En este sentido, Brownfield desveló la intención del Gobierno estadounidense de intercambiar información con el uruguayo para evaluar los resultados de esas reformas legales. “Queremos ver cómo afectan esas políticas legalizadoras a la comunidad, a los jóvenes, en las escuelas, en los parques, para poder valorar de forma científica sus resultados. Es muy importante que dispongamos de esos datos y que los podamos intercambiar”, señaló. El que fuera embajador en Colombia, Venezuela y Chile fue muy claro al detallar los cuatro “pilares” sobre los que se asienta la política fijada por Naciones Unidas: “Respeto de las convenciones sobre control de drogas; interpretación flexible de las mismas; tolerancia hacia las políticas adoptadas por cada país y, finalmente, acuerdo y consenso para combatir a las organizaciones criminales”.

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Según Brownfield, Estados Unidos apoya un enfoque sobre drogas que no sea sólo criminal, pero eso no debe restar dedicación a la lucha contra los carteles de la droga. Para no dar pie a interpretaciones equivocadas, el diplomático añadió: “Me siento muy orgulloso de que mi país apoye una revisión de las sentencias por delitos de drogas y alternativas al encarcelamiento, la creación de tribunales especializados y nuevos tratamientos de rehabilitación, pero no se equivoquen, me siento muy orgulloso también de haber trabajado codo con codo con el Gobierno de México para la detención del sanguinario Chapo Guzmán, del que espero que esté mucho tiempo en prisión, o de la detención de los tres hermanos Valle en Honduras, tal vez la organización más peligrosa de Centroamérica”.

El diplomático comentó la difícil pero necesaria cooperación sobre drogas entre Estados Unidos y México, sobre todo tras sucesos como la matanza de estudiantes a manos de policías municipales y miembros de la organización criminal Guerrero Unidos. “México es víctima de su geografía, ya que está entre una zona de gran producción y una zona de gran consumo. En este sentido, he de destacar que desde 2004 el consumo de cocaína ha caído casi un 50% en EE UU. Es decir, hemos reducido el consumo a la mitad. Pero los esfuerzos contra el tráfico de drogas necesitan tiempo, décadas”.

Sobre esos datos y sobre la experiencia de Colombia edificó Brownfield un discurso optimista: “La colaboración entre los dos países no ha sido perfecta, pero en los últimos años ha sido inmejorable. Mi mensaje para México es que las cosas irán mejor. Dentro de un tiempo, creo que la gente no hablará de lo mal que va todo, sino de cómo han mejorado las cosas. Recuerdo el caso de Colombia. En los 90 afrontaba la misma situación que México y ahora, cuando la gente se refiere a Colombia, habla de su éxito económico, de su proceso de paz, de la buena imagen que tienen lasfuerzas de seguridad. Colombia es un ejemplo de lo que puede pasar en México con el paso del tiempo”.

El diplomático comentó la difícil pero necesaria cooperación sobre drogas entre EE UU y México

Brownfield se movió ante los periodistas en la equidistancia de quienes apuestan por la despenalización del consumo de drogas y los que defienden mano dura: “Es un debate internacional positivo en el que hay dos extremos. En un extremo están los que llamaría prohibidores estrictos, en el otro extremo, los legalizadores estrictos. Estas dos posiciones representan el 20% del debate. Cada país tiene su propia circunstancia y hemos de tolerarlo. Uruguay ha legalizado la producción, venta y consumo de marihuana, pero otros países tienen leyes extremas, que incluyen la pena de muerte. Lo importante es que hace un mes 34 países llegaron a acuerdos en Guatemala. Por esto es tan importante que respetemos las convenciones internacionales”.

Para el diplomático estadounidense, la ilicitud de algunas drogas no es un capricho: “No hay una respuesta simple a esta cuestión. Las drogas ilegales lo son por algo. Nadie las ha legalizado porque quiere llenar las cárceles ni dedicar a la policía a misiones añadidas. Si se han legalizado es porque se considera que su consumo es dañino para el cuerpo humano. La pregunta correcta es ¿cómo vamos a atenderestas circunstancias? Estamos en medio de un debate que hay que abordar como un problema de salud pública pero sin olvidar que en él actúan organizaciones criminales con miles de personas dispuestas a matar a cambio de seguir ganando dinero de forma ilícita”.

Brownfield se mostró confiado en que la sesión especial sobre drogas que Naciones Unidas celebrará en 2016 abordará tan “positiva discusión” y ofrecerá un panorama mucho más halagüeño. Para acabar recurrió a un símil deportivo: “Un partido de béisbol tiene hasta nueve entradas (innings). Nosotros estamos en la segunda o tercera”.

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