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La trata de seres humanos en la UE aumenta un 28% en tres años

El número de casos entre 2010 y 2012 supera los 30.000 La mayoría son mujeres mayores de edad, de origen europeo y explotadas sexualmente

Ignacio Fariza

Mujer, mayor de edad, europea y explotada sexualmente. Este es el retrato robot de las víctimas de trata de seres humanos, una de las mayores lacras que, en pleno siglo XXI, sigue sacudiendo la Unión Europea (UE). El Ejecutivo comunitario puso ayer cifras a un problema que cada vez tiene más caras: entre 2010 y 2012, último periodo del que se disponen datos, la oficina estadística comunitaria (Eurostat) contabilizó 30.146 casos de trata, un 28% más que en el trienio 2008-2010. 80 de cada 100 son mujeres; 70 de cada 100 acabaron en redes de explotación sexual y 4.500 —el 16% del total y en clara línea ascendente— son niños o adolescentes.

“Es increíble que esto todavía suceda en nuestro continente”, dijo ayer la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, quien coordina la lucha contra estas prácticas en la UE. “30.146 vidas y sueños se han roto. Son personas que viven en condiciones terribles en la Europa de hoy”. Las cifras —procedentes de policía, ONG y vigilantes de frontera— no dejan mucho margen de duda: el fenómeno sigue en ascenso, y pese a que está ampliamente extendido a lo largo y ancho del continente, sigue concentrándose en torno a un ramillete de países que suman una mayoría de casos. Países Bajos, con 7,9 por cada 100.000 habitantes; Bulgaria (7,7) y Rumania (5,4) siguen ocupando los tres primeros lugares en el nada honroso pódium de la trata de seres humanos.

En el lado contrario, Portugal (con 0,1 por cada 100.000 habitantes); Croacia (0,2) y Eslovaquia y Lituania (ambas con 0,6) se situaron como los países con menos casos registrados. España, con un 6,5% del total europeo y 1,4 por cada 100.000 habitantes, se asienta entre los países con menor incidencia de la trata de seres humanos, notablemente por debajo de la media europea (2) y de su registro del año 2010 (3,5). Un resultado alentador que lo es menos cuando se analizan las causas del descenso: según la Comisión todo puede deberse a un simple cambio en la definición legal de “víctima de trata”.

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“Es probable que, en todos los países, las cifras sean muy superiores”, subrayó ayer la comisaria de Interior, en referencia a la información que reciben de las autoridades policiales y judiciales. Más allá de las cifras acumuladas entre 2010 y 2012, el informe comunitario hace mención aparte a los países que registran un “descenso sostenido” —República Checa, Chipre, Irlanda y Rumania— y aquellos que empeoran —Bélgica, Dinamarca, Malta y Austria—.

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Por países de origen, los datos también sufren grandes fluctuaciones. El 65% de las víctimas son europeas: 20 de cada 100, rumanas, y 10 de cada 100, búlgaras. Entre los extracomunitarios, destacan los nigerianos (el 4% del total) y los brasileños y chinos (ambos en el entorno del 2%). En España, El 25% de las víctimas son rumanos y el 15% son brasileños.

La trata tiene especial incidencia en sectores como la prostitución o la pornografía (el 70%, casi todas mujeres), mientras que 2 de cada 10 —en su mayoría hombres— son obligados a la realización de trabajos al margen de la economía legal, fundamentalmente en el sector primario y en la construcción. En el 12% restante, la UE incluye actividades como el tráfico de órganos, la venta de bebés o el robo forzoso.

En el perfil de los explotadores, las tornas se revierten. El 70% de las 8.551 causas judiciales abiertas por tráfico de seres humanos se corresponden hombres. En el periodo 2010-2012, el número de condenas judiciales a explotadores aumentó ligeramente —de 3.709 a 3.786—. Por nacionalidades, el 14% de los explotadores son de nacionalidad rumana o búlgara —misma cifra en ambos casos—, el 13% belgas y el 8% alemanes.

En la lucha “sin descanso” que, según Malmström, el Ejecutivo comunitario libra contra la explotación, la comisaria remarcó la importancia de la coordinación de los Veintiocho para hacer frente a esta lacra. “Se trata de delincuencia organizada. Los Estados miembros no pueden hacer nada individualmente, la lucha debe ser conjunta”. La titular de Interior también reprochó a dos Gobiernos —el alemán y el belga— su pasividad en la trasposición de la directiva europea de 2011 contra la trata de seres humanos, que homogeneíza la severidad de las penas impuestas a los traficantes y las ayudas y la protección que se otorga a las víctimas. Ambos países, como el resto de Estados de la UE, deberían haber incorporado la normativa europea a su legislación nacional en abril de 2013 y aún no lo han hecho. “En los últimos años han mejorado los procedimientos europeos y se han establecido convenios de cooperación con países de fuera de la UE. Pero aún queda mucho por hacer”, admitió la titular de Interior en la víspera del día mundial contra el tráfico de seres humanos. A la luz de las cifras, el trabajo pendiente aún es arduo.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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