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La doble liberación de Ángel Amílcar

El hondureño preso injustamente durante cinco años en México ha obtenido su libertad y, además, ha decidido perdonar a sus torturadores

Ángel Amílcar Colón durante la conferencia por su liberación
Ángel Amílcar Colón durante la conferencia por su liberaciónTOMAS BRAVO (REUTERS)

Ángel Amílcar Colón tiene un objetivo en mente: formalizar su relación con July Baltazar, la mujer con la que tuvo a sus dos hijos. “Quiero tener uno o dos hijos más, construir un pequeño patrimonio y volver a reivindicar mi trabajo con la comunidad”. Ángel ha tenido que esperar cinco años y nueve meses, tiempo que estuvo preso injustamente en una cárcel federal de México.

Ángel Amílcar fue puesto en libertad el pasado 15 de octubre. La Procuraduría General de la República (Fiscalía) reconoció que no tenía elementos que probaran la culpabilidad de Ángel por los delitos de delincuencia organizada y acopio de armas, entre otros. “Esto es un triunfo de la verdad y la justicia contra el mal”.

July Baltazar, esposa de Ángel Colón
July Baltazar, esposa de Ángel ColónSaúl Ruíz

Amnistía Internacional y la ONG Centro Prodh lo habían declarado preso de conciencia en julio pasado, cuando dieron a conocer su caso, explicaron todas las inconsistencias del proceso y consideraron que su detención se debía a su condición de migrante, hondureño y garífuna (afrodescendiente). “Las cárceles mexicanas están llenas de presos de conciencia”, declaró Denise González, abogada defensora de Colón. Desde su país también hubo pronunciamientos para liberar a Ángel. En semanas pasadas el Doctor Roberto Herrera, ombudsman de Honduras, se reunió con autoridades de la Fiscalía mexicana, quienes le aseguraron que habría avances en el caso.

El periplo de Ángel comenzó en enero de 2009, cuando decidió dejar Honduras para ir a Nueva York a conseguir trabajo y poder mandar dinero para costear el tratamiento de su primogénito, aquejado por un cáncer. Su hijo murió seis meses después de su partida y Ángel no pudo llamar a su pareja para consolarla. Durante los cinco años que estuvo preso murió no sólo su hijo. “Murió la hija mayor de mi hermana, mi tía, mi hermano, mi mamá. En ningún momento se me dio la oportunidad de hacer una llamada y dar el pésame a mis hermanos”.

Al iniciar el viaje hacia el norte, el traficante de personas que prometió llevar a Ángel Colón a EE UU lo abandonó al entrar a México, él consiguió llegar hasta el Distrito Federal en la caja de un tráiler junto a 119 personas. Después de dos meses de viaje logró llegar a la ciudad fronteriza de Tijuana, en donde otro traficante lo llevó a una casa. “Llegué bajo amenazas y engaños”. Días después escuchó disparos y gritos. Eran los años más violentos de la guerra contra el narcotráfico emprendida por el expresidente Felipe Calderón. “Corrí por mi vida”. Ahí fue cuando lo detuvieron y lo acusaron de posesión de drogas y armas y delincuencia organizada.

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La Policía Federal lo detuvo 15 horas, después lo entregaron al Ministerio Público, que lo entregó al Ejército en donde fue interrogado bajo tortura. “Para evitar la macaneada que pretendían darme comencé a realizar las peticiones que me pedían: me pusieron a limpiar los zapatos de otros detenidos con mi saliva, dar mi vestimenta a otros, realizar posturas militares que no sabía. Me insultaban. Me convirtieron en el payaso que divierte a su público”, asegura en su declaración escrita.

Aunque su liberación se dio el miércoles pasado, la sede del Instituto Nacional de Migración en Nayarit, Estado en donde se encuentra la prisión en donde estaba, no dejó que volara hacia la Ciudad de México porque dijeron desconocer el otorgamiento de la visa humanitaria que solicitaron sus abogados con el fin de que Colón siga en el país para resolver la situación de reparación de daños.

Ángel Colón asegura sentirse melancólico y alegre por lo que le está pasando y ha decidido también liberar su conciencia. “Una manera de liberarme es que he tomado la decisión de perdonar a todas aquellas personas que me hicieron daño para aliviar la carga”. Aunque perdona, Ángel sigue exigiendo justicia ya no sólo para él, sino para que a nadie más le vuelva a pasar lo mismo. La reparación de daños que pide Colón no se refiere necesariamente a una compensación económica sino a “la investigación de las personas que me torturaron. Quisiera asegurarme de que el Estado va a hacer su investigación para que llegue la aplicación de la justicia”.

Ángel espera la llegada de su esposa en cualquier momento, tiene pocas certezas y entre ellas está la de volver algún día a Honduras para seguir luchando con las ONG de las que forma parte como la Organización Fraternal Negra Hondureña.

“Las angustias las traigo pero estoy mucho más alegre, ya sonrío más”, dice Ángel Colón mientras confiesa sentirse aliviado porque a pesar de todas las entrevistas que ha dado, todavía no le duele la cabeza.

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