_
_
_
_
_

La falta de agua en São Paulo afecta a más de 15 millones de personas

En la peor crisis hídrica del siglo, EL PAÍS recorre cuatro ciudades cerca del desplome

El Estado de São Paulo vive hoy bajo una amenaza con tintes apoteósicos: el agua se acaba. No se trata de una previsión a largo plazo o una campaña de concienciación, es que no hay ninguna garantía de que el mes que viene pueda abastecerse la capital, ni tampoco cerca de 70 municipios del Estado. Mientras en la región metropolitana se habla de cortes encubiertos, en el interior el agua ya ha dejado de correr en muchas localidades.

La empresa estatal de saneamiento Sabesp, que abastece el 60% de los municipios paulistas, continua negando que haya racionamiento de agua, pero a las gestoras de municipios más pequeños les es más difícil ocultarlo. Los cortes afectan a un 38% de la población, más de 15,5 millones de personas, según una encuesta del instituto Ibope de septiembre. 

Ante la mayor crisis hídrica del último siglo, EL PAÍS recorrió cuatro municipios donde la falta de lluvia y la gestión de los recursos determina el cada vez más angustioso día a día de los vecinos.

Cordeirópolis: El impopular alcalde de la sequía

El municipio de Cordeirópolis, a 160 kilómetros de São Paulo, no va a celebrar su tradicional fiesta del Rodeo este año. El alcalde Amarildo Zorzo (PV) tuvo que elegir entre la pareja de cantantes de sertanejo y los toros bravos o el combustible que alimenta las bombas de agua de la ciudad. En estado de calamidad desde junio, la cosa no está para muchas celebraciones. El agua de la que dependen casi 23.000 habitantes se acabará en un máximo de 60 días.

Cuando Zorzo llegó a la alcaldía, en 2013, descubrió que el 50% de las facturas de agua estaban por pagar, que colegios, gimnasios y campos de fútbol mantenían pérdidas históricas y que las tarifas del servicio no se ajustaron en años. En un municipio polvoriento y seco, donde cada vecino gasta unos 250 litros por día – la media recomendada por la OMS es de 110 litros-, el sistema está próximo del colapso. Zorzo se convirtió rápido en lo que, en cualquier ciudad, se calificaría como el anti-político. Subió las tarifas del agua, cortó las cañerías a quien no pagaba, decretó el estado de calamidad que le da poder para aprobar decretos y contratas sin tener que pasar por la Cámara Municipal, comenzó a multar a quien lavase vehículos y aceras con la manguera, dividió la ciudad en norte y sur para organizar los cortes y suspendió la primera fiesta. "Ya me avisaron que sería un desgaste político. Sin duda lo es, pero tengo escuelas, guarderías y hospitales que abastecer. Yo no me considero un político, tengo que ser un gestor. La situación es extremamente preocupante".

Cordeirópolis depende hoy de una reserva que aún aguanta 30 días. La fórmula para mantenerse un mes más apareció, casi sin darse cuenta, del agua que se acumuló durante años en las ya inutilizadas canteras de arcilla del municipio. Una agresión a la naturaleza que, paradójicamente, se ha convertido en la salvadora de sus detractores.

Itu: A La caza del camión cisterna

Acaba de caer la noche en Itu y el mayor de la Polícia Militar Sérgio Kazuo Abe pide a los transeúntes que se mantengan detrás del coche patrulla.

– No vaya a ser que nos alcance una piedra.

En frente tiene a una veintena de exaltados vecinos del barrio Cidade Nova, que lleva dos semanas duchándose con tazas. Las barricadas se repiten cada día, cortan varias veces una de las principales carreteras de la ciudad y, aunque la mayoría de los vecinos no está de acuerdo con el método, las protestas violentas han colocado a Itu en el mapa de los escenarios más crueles de la sequía en Sao Paulo. Desde febrero el agua corre un día de cada dos, pero en el último mes se multiplicaron los casos de familias, sin recursos ni preparación, que viven sin una gota de agua. Los vecinos peregrinan varias veces por día hasta los grifos de la pedanía o hasta las cañerías que traen agua de pequeños manantiales rodeados de basura. Los 44 camiones cisterna del Ayuntamiento, que tienen que ser escoltados por la Guardia Civil [policía municipal] para evitar posibles disturbios con los vecinos, no dan abasto.

Noelita Pereira Sobrinho, de 68 años, partió de Bahia hace más de 30 años. Huía de la pobreza que trajo la sequía. "Tenía tres hijos que lloraban porque no les podía lavar". La suerte de laboratorio, con garrafas y tubos por todas partes, en que ha transformado su casa para que no le falte agua le recuerda mucho a aquellos años. "Estoy pasando por lo mismo 33 años después. En aquella época era igual de difícil que aquí. Hoy ya no puedo volver, pero en los días de desesperación no me faltan ganas", cuenta la mujer.

Noelita vive, entre hijos, nietos y sobrinos, con otras cinco personas. Tras dos semanas sin agua los barriles se acumulan en cada esquina y han inventado un sistema para lavar los platos. Lo aprendieron en Youtube. Juntos no gastan más de 200 litros de agua. La media por persona recomendada por la OMS está en 110. "Lo peor de todo es tener que cargar el agua todos los días", dice la jubilada. "Nos dijeron que no nos mandan el camión cisterna porque protestamos",

Cristais: O agua o escuela

El conductor del camión cisterna va y vuelve de la poza grisácea hasta 15 veces por día. Chófer de autobús escolar, no entiende de bombas de agua, ni de camiones y tampoco sabe muy bien cómo funciona el generador que hace posible llenar el depósito de 15.000 litros del vehículo, pero la situación es tan crítica que el Ayuntamiento ha puesto a casi todos los conductores a llevar agua hasta a las tres pequeñas represas del municipio, en estado de emergencia por la sequía.

"Si no lo hiciese el agua se acabaría", dice el conductor quemado por el sol. Los últimos manantiales de esta localidad de población envejecida y floridos flamboyants e lapachos corren por terrenos privados. Sus dueños aceptaron que el Ayuntamiento las use para abastecer a los 8.000 habitantes que hoy solo reciben agua cuatro horas por día. "Voy a tener que suspender las clases por lo menos dos semanas. Necesito a los conductores del autobús escolar para llevar los camiones cisterna. Ya ocupé a los chóferes del sector de obras y no puedo usar a los de las ambulancias. Sería el colapso. Además, imagina el gasto de 3.000 niños en los colegios…", explica el alcalde Miguel Marques (PSDB).

La única esperanza para que Cristais no se seque es que el Estado libere 250.000 reales para instalar unos tubos que traigan el agua que nace a cuatro quilómetros de allí. "Esa inversión tenía que haberse hecho mucho antes", critica Marques. "Lo único bueno de esto, es que esta situación nos abrió los ojos a todos. Incluso los de las administraciones, que han entendido que tienen que invertir en esto", mantiene el responsable de tratar el agua del municipio, Leandro Querino de Souza.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Bragança: El turista solo quiere agua

Los clientes de Sidney Trindade, de 50 años, desaparecieron conforme el agua de la represa Cantareira llegaba al nivel más bajo de la historia. Propietario de un complejo turístico que, en la época de bonanza, alquilaba 70 chalés y 16 apartamentos para vacaciones y mantenía un garaje con 210 embarcaciones, siente un nudo en la garganta cuando hace las cuentas de todo lo que ha perdido. "Los turistas no alquilan ya un apartamento ni para pasar el día. Más del 90% de mis clientes venían por la represa", lamenta. El negocio registra unas pérdidas del 70% y trabaja con un tercio de los 40 empleados que mantenía entonces. Hoy, se esfuerza en diversificar el negocio. "Todo el comercio de alrededor cayó, los turistas no vienen más, somos, sin duda, el sector más perjudicado. Pero aún puede se puede disfrutar aquí, la mala prensa también me ha hecho mucho daño al mostrar solo la tierra seca. La situación está fea, pero hay mucho agua todavía".

"¿Por qué no han impuesto turnos?", se pregunta frente a la menguada represa donde vive hace 30 años. "No lo han hecho porque había Mundial y después elecciones y quedaba feo. Mientras tanto, están acabando con el agua", lamenta muy crítico con la gestión de la Sabesp y el Gobierno de Geraldo Alckmin. "En la década de los 70 ya estaba planeada la construcción de otra represa que ayudase a esta. Aún estamos esperando que salga del papel".

Trindade se emociona si se le pregunta lo que siente todos los días al mirar por la ventana. No llora porque es "muy triste" y es "un hombre", pero ganas no le faltan. "Tenemos que mostrar al mundo que esto es importante, tenemos que tratar el agua con mucho más cariño".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_