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El agotamiento de Bruselas

La UE desactiva la operación 'Mare Nostrum' puesta en marcha el año pasado tras la tragedia de Lampedusa

Ataúdes de las víctimas del naufragio de Lampedusa en  Italia, en octubre de 2013.
Ataúdes de las víctimas del naufragio de Lampedusa en Italia, en octubre de 2013.France Press

A finales de agosto, Bruselas está medio vacía. La mayoría de los funcionarios de la Unión Europea han salido de la ciudad. Apenas han empezado a regresar poco a poco de sus vacaciones cuando el italiano Angelino Alfano, un político de centroderecha, ministro del Interior del Gobierno de Matteo Renzi, presenta en la sede de la Comisión un estudio práctico sobre cuáles son los males que aquejan a la política europea de asilo. Las mentiras y las medias verdades, por ejemplo. Las pequeñas astucias y los intentos de mantener las apariencias. Los proyectos que, en el mejor de los casos, languidecen, y al final sólo generan frustración, además de cinismo. Porque, antes, Alfano ha lanzado una cortina de humo, a la que volveremos a referirnos más adelante, que hace que siga girando la imparable espiral de pesimismo en la que se mueve la política europea de asilo.

Durante una hora, el italiano se sienta junto a Cecilia Malmström, la comisaria de Interior de la Unión Europea, y habla de Mare Nostrum, la operación italiana de salvamento de refugiados alumbrada a finales de octubre de 2013 a raíz de la catástrofe marítima de Lampedusa con sus 360 víctimas mortales. Entonces cundió el pánico y se desató la actividad. La propia Malmström, por ejemplo, compareció ante la prensa en Luxemburgo garantizando que a partir de entonces se patrullaría todo el Mediterráneo, es decir, un área literalmente poco menos que inabarcable. La operación italiana Mare Nostrum había sido concebida como algo más limitado: los barcos de la Marina de aquel país fueron enviados a aguas internacionales —a la frontera marítima con Libia, para ser exactos— con la misión de permanecer a la espera.

Desde entonces, los italianos habían salvado de las olas a decenas de miles de personas. Malström les dedicó sentidos elogios, al igual que muchos Gobiernos de la Unión Europea y organizaciones no gubernamentales. Pero cuando los italianos empezaron a aducir que los costes habían ascendido a nueve millones de euros mensuales, descubrieron de inmediato cuánto les importaba realmente Mare Nostrum a sus socios europeos: nada. “Enseguida preguntamos en el Consejo si otros países estarían dispuestos a contribuir. Pero no hubo ningún ofrecimiento, de nadie”, declaraba un diplomático italiano en Bruselas. Antes bien, los socios de la Unión Europea pusieron de manifiesto a los italianos, cada vez más ostensiblemente, su disgusto por el hecho de que hubiesen creado un efecto llamada, un polo de atracción llamado Mare Nostrum.

Después de que se lanzase Mare Nostrum se multiplicó el número de inmigrantes. El director de Frontex reconoce el efecto llamada

Gil Arias Fernández, director de Frontex, el organismo europeo para la gestión de las fronteras exteriores, es uno de los pocos altos cargos que reconoce públicamente que esa clase de efecto debe existir. Después de que se lanzase Mare Nostrum se multiplicó el número de inmigrantes, es innegable. Pero Gil Arias también afirma “que no hay nada más poderoso que el efecto salida que representa el hecho de que la desesperación haya llegado a tal punto en grandes zonas de África y Oriente Próximo —en países como Siria o Somalia, Irak o Eritrea—, que la gente es empujada literalmente hacia Europa cueste lo que cueste, aunque sea la propia vida. Porque Mare Nostrum había engendrado su propia perversión. Las mafias enviaban a la gente al mar en embarcaciones cada vez más precarias, si es que se les puede llamar embarcaciones. ACNUR, la organización de Naciones Unidas para los Refugiados, decía a principios de octubre que entre el 1 de julio y el 30 de septiembre 90.000 personas habían llegado a Europa, y que al menos 2.200 habían muerto. “Como término de comparación, en el mismo periodo de tiempo del año anterior se registraron 75.000 personas y 800 muertos. En otras palabras: estadísticamente, el riesgo de perder la vida en la peligrosa travesía se ha duplicado”, informaba ACNUR.

En opinión de António Guterres, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, esto significa que hay que mejorar las labores de salvamento marítimo y que los Estados de la Unión Europea deben cooperar. “Hay una verdad tácita, que es que demasiados Estados no tienen el más mínimo deseo de tener refugiados en Europa”, afirma un alto cargo de la UE que trabaja en esta materia. Con lo cual habríamos llegado a la cortina de humo de Alfano, cuya consecuencia última es que, de hecho, van a colaborar más estrechamente... en la tarea de desmantelar Mare Nostrum pieza a pieza.

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La pretensión no confesada de muchos Estados de la Unión de desactivar Mare Nostrum igual que se hace con un imán eléctrico se basa sobre todo en la indignación que les provoca que los italianos no tomen medidas efectivas para impedir que los inmigrantes prosigan su viaje “hacia el norte”. También los populistas italianos de derechas, que no quieren ni ver a los inmigrantes, se quejan de la supuesta avalancha de refugiados. Pero poner fin por las buenas a una operación que ha salvado decenas de miles de vidas no transmite precisamente una imagen positiva. Por eso, en Bruselas, Alfano recurrió a una artimaña. Dijo que una operación de la Unión Europea llamada Frontex Plus sustituiría a Mare Nostrum. Frontex Plus suena a Europa y algo más. La idea era que los barcos italianos ya no buscarían náufragos en la frontera con Libia, sino que esperarían en sus propias aguas territoriales a recibir órdenes de intervención. Pero no tardó mucho en quedar claro que todo había sido una hábil escenificación, porque la idea de Alfano partía de que en Frontex no había habido integración de ninguna clase, y en consecuencia tampoco movilización.

“Demasiados Estados no tienen el más mínimo deseo de tener refugiados en Europa”, afirma un alto cargo de la UE que trabaja en la materia

Al poco tiempo, Arias Fernández, director de Frontex, advirtió públicamente de que su organismo no tenía ni los medios ni el mandato para poner en marcha esa clase de misión. Frontex no dispone de barcos o aviones propios; el presupuesto anual para operaciones en las fronteras exteriores de la Unión Europea asciende a 42 millones de euros. Pero Alfano acabó por salirse con la suya. La operación llamada en un principio Frontex Plus sencillamente cambió de nombre y pasó a llamarse Tritón. “Pondrá fin a Mare Nostrum y la sustituirá”, decía un triunfante Alfano en el Consejo de ministros del Interior de Luxemburgo.

Es posible que en este caso efectivamente resulte que menos es más. De todos modos, Arias Fernández cree que con la desaparición de Mare Nostrum el número de refugiados —y con ello, por fuerza, también el de muertos en el Mediterráneo— descendería. “Estoy absolutamente convencido”, declaraba. En el lado opuesto está el pesimismo de los que miran más allá de la orilla y por eso están seguros de que, a pesar de todo, siempre habrá suficientes personas que emprendan la mortífera travesía. Y también el temor de los expertos, que piensan que existe el peligro real de que las redes de tráfico ilegales respondan a su manera a la retirada de los barcos de salvamento, hundiendo sin reparo una embarcación repleta de cientos de personas, como ocurrió a finales de septiembre frente a Malta, con centenares de víctimas que siguen desaparecidas.

En esa ocasión, la Unión Europea tardó un par de horas en tener las cosas lo bastante claras como para, al menos, acordar las competencias: el Servicio de Acción Exterior de la UE debía reaccionar, se decidió entonces en la sede de la Comisión. Envió un tuit, 140 caracteres por unos 500 muertos.

Traducción: News Clips.

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