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Una recuperación desigual sin réditos para los demócratas de EEUU

Buena parte de la población no percibe aún los efectos de la mejoría económica

Delores Leonard ha trabajado durante siete años en McDonald's pero nunca ha ganado más del salario mínimo.
Delores Leonard ha trabajado durante siete años en McDonald's pero nunca ha ganado más del salario mínimo.JIM YOUNG (REUTERS)

La economía de EE UU está cerca de lo que se considera una situación normal. Lo dicen las estadísticas y los resultados económicos de las empresas. Los ejecutivos de las grandes corporaciones consideran al país una isla en plena marejada de incertidumbre global. Pero lo que siente el ciudadano medio dista de la solidez que muestran los números. Seis años después de la Gran Recesión, en vísperas de las elecciones legislativas de noviembre, al presidente Barack Obama y al Partido Demócrata les cuesta convencer a la mayoría de electores de que su estrategia fue la adecuada.

La recuperación en marcha, como indican en Credit Suisse, no se percibe como la que se experimentó tras otras recesiones. Por decirlo de otra manera, no es el peor de los momentos pero tampoco el mejor. Por eso el reto para los demócratas que luchan por los escaños más disputados en el Capitolio es grande. Juegan a la ofensiva, tratando de llevar la atención hacia los indicadores más positivos. Y a la defensiva, conscientes de los problemas.

Obama está recurriendo en la campaña a escenarios que le sirven para ilustrar ese avance, como una planta siderúrgica en Indiana. Habló de la caída del paro, de los 10,3 millones de empleos creados en el sector privado, del incremento de la producción de energía y del abaratamiento de los seguros de salud. Explicó que el progreso es "real" y puso en valor las decisiones tomadas al comenzar su mandato, como el rescate del sector del automóvil.

La economía está ya al nivel previo a la crisis. El desempleo se redujo en septiembre al 5,9%, el nivel más bajo en seis años, y se ocuparon 248.000 empleos vacantes. El indicador de octubre se conocerá tres días después de las votaciones del 4 de noviembre. Obama se aferra en la recta final de la campaña a estas dos cifras para conseguir votos para los demócratas. Lo compara con el 10% de paro en el peor momento de la crisis, en verano de 2009.

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La mejora debería servirle, en principio, para compensar otros frentes como la crisis en Oriente Próximo, el conflicto de Ucrania con Rusia, las protestas por la discriminación racial en Ferguson (Misuri) o, ahora, la gestión del ébola. Pero la situación en la economía real no está tan clara y eso le impide recibir el crédito que necesita para sumar votos, como indican desde IHS Global. John Raines, especialista en riesgo político, recuerda que se vota con el bolsillo.

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Como admite el propio presidente, el camino de la recuperación fue complicado y llevó más tiempo de lo esperado. La evolución del crecimiento lo refleja. Su curva sigue un trazo de dientes de sierra. En el primer trimestre de este año, se contrajo el 2,1% por el efecto de un duro invierno. Repuntó al 4,6% en el segundo. Lo previsto es que en el tercero se coloque en el 3%.

La mejora de las cuentas públicas es otro de los logros que presenta la Administración de Obama. El déficit fiscal se redujo a 483.400 millones de dólares (382.000 millones de euros) en 2014, el 2,8% del PIB y el más bajo desde 2007, frente a los 680.200 millones del precedente. Es tres veces menos que en 2009 y la rebaja del déficit más rápida desde la Segunda Guerra Mundial.

John Raines, especialista en riesgo político, recuerda que en las elecciones se vota con el bolsillo

Wall Street triplicó su valor desde el mínimo en la primavera de 2009. Y eso pese a que este año la Bolsa está estancada. El mercado inmobiliario también revivió en 2011 y el precio de la vivienda recuperó gran parte del valor perdido. "Es muy difícil argumentar que las cosas no mejoraron", comenta Raines.

Pero enseguida añade que la gente "se siente insegura". Una encuesta de la Universidad George Washington indica que dos tercios de los consultados dijeron que su situación se estancó o empeoró en los últimos años. Otro sondeo encargado por la cadena NBC y el diario The Wall Street Journal desglosa este sentimiento por género. Cuando se pregunta a los hombres si EE UU sigue en recesión, el 43% responde sí. En las mujeres se eleva al 54%. Les preocupa especialmente que la desigualdad mine la idea de que cualquiera puede triunfar, hasta el punto de que solo el 37% cree que es posible prosperar. Es el principal factor que explica esta desafección y que ha llevado a bautizar las elecciones como "la guerra por las mujeres". De hecho, las campañas se centran en las ciudadanas blancas.

Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, puso voz a esa "gran" preocupación. "Es pertinente preguntarse si esta tendencia es compatible con los valores que están en las raíces de nuestra nación, como la igualdad de oportunidades", dijo en un discurso en Boston. De hecho, el remonte en Wall Street y la vivienda benefició a los más ricos.

Es pertinente preguntarse si esta tendencia es compatible con los valores que están en las raíces de nuestra nación" Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal

En la percepción que tiene el ciudadano influyen, por tanto, factores más profundos. La economía de EE UU habrá vuelto al nivel previo a la crisis pero la riqueza de los ciudadanos no: cuando su patrimonio se ajusta a la inflación resulta que este es menor que en 1989. El censo acaba de poner cifras a esa brecha en la distribución de la riqueza. Entre 2000 y 2011, la renta media para el 20% de la población más desfavorecida cayó 5.124 dólares, mientras para el 20% más pudiente se incrementó en 61.379. Dicho de otra forma: en 2000 los más ricos tenían una renta 40 veces superior a los más pobres. Ahora es 80 veces más alta. Y la desigualdad se incrementa para las minorías.

La caída en la renta media de las familias es uno de los factores que cuestionan la solidez de la salida de la crisis y que explican, según el Center for American Progress, por qué le cuesta tanto recuperarse a la clase media. Los sueldos están estancados y el paro de larga duración sigue siendo muy alto. De hecho, la mejora del indicador de paro se atribuye, sobre todo, a una contracción de la población activa. En septiembre bajó al 62,7% y está al nivel de mediados de los años setenta. Si a la gente que no busca empleo de forma activa se le suman los siete millones que están forzados a trabajar a tiempo parcial, el subempleo es casi el doble.

Esto explica por qué los demócratas ponen el énfasis en propuestas como elevar el salario mínimo, muy apoyadas por las mujeres. David Cooper, del Economic Policy Institute, explica que si se elevara de los 7,25 dólares por hora actuales a 10,10, no necesitarían ayudas públicas 1,7 millones de estadounidenses y se ahorrarían 7.600 millones al año.

Los republicanos admiten que Obama heredó una situación muy complicada, pero le recuerdan que dispuso de cinco años para ejecutar su estrategia. Los demócratas tienen, por tanto, motivos para estar preocupados. El presidente, señala Raine, es "tóxico" para los candidatos a los escaños más disputados. "No quieren separarse de él, pero tampoco se suman a su agenda, porque no funciona como esperaban", explica. Por eso opina que los dos partidos se concentran en movilizar el voto entre la gente de bajos ingresos, los más indecisos.

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