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Cameron rechaza pagar los 2.100 millones extra que le exige Bruselas

La mejora del PIB provoca que Reino Unido e Italia deban contribuir más

Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS LIVE
Ignacio Fariza

Lo que siempre había sido un trámite se convirtió ayer en una batalla política. Una revisión en las aportaciones nacionales al presupuesto de la UE que obligará a Reino Unido y a Italia a aumentar su cuota de 2014 provocó una encendida reacción del primer ministro británico, David Cameron, reacio a pagar los 2.100 millones que Bruselas le reclama. “Es inaceptable. No voy a pagar esa cuenta el 1 de diciembre”, se quejó ayer airadamente Cameron, en referencia a la fecha límite de pago fijada por Bruselas. Italia deberá aportar 340 millones de euros adicionales por la mejora de su PIB respecto a las previsiones iniciales.

El primer ministro británico compareció ante los medios con la firme intención de mandar un mensaje a su electorado. Con el rostro crispado y un tono furioso, golpeó en varias ocasiones el atril desde el que pronunciaba un desafiante discurso antieuropeo que bien podría firmar el líder del partido UKIP, Nigel Farage. “Es una manera completamente inaceptable de trabajar”, afirmó en alusión al Ejecutivo comunitario. Bruselas acepta que, en esta ocasión, la revisión en las contribuciones es superior, pero reitera que es un cambio técnico que ya había recibido el visto bueno de los Estados miembros. “El discurso de Cameron ante la prensa contrasta con lo expresado en privado”, subrayó una alta fuente.

La modificación, comunicada hace una semana a las capitales, corrige las aportaciones al presupuesto europeo para 2015 en función del desempeño económico de cada Estado, de tal forma que los países que baten sus previsiones deben abonar la parte correspondiente al incremento de su PIB.

El asunto marcó buena parte del debate sobre la situación económica europea y abrió una nueva cicatriz. “Los partidos tradicionales sienten el acecho de los euroescépticos y hacen suyo parte de su discurso”, resumía anoche una fuente europea presente en el debate. En otras palabras: Cameron teme el auge del discurso antieuropeo del UKIP y reacciona mimetizando sus formas.

Las discrepancias en el seno del Consejo forzaron la convocatoria de urgencia de una reunión de ministros de Economía en noviembre.

A la protesta del premier británico, notablemente más sosegada en el caso de Renzi, se han sumado buena parte de los líderes de los países damnificados. Según un cable diplomático al que ha tenido acceso este diario, los Gobiernos británico, italiano y holandés han hecho frente común contra una variación que consideran injustificada y que podría forzar volantazo fiscal inesperado antes del cierre del año y en pleno debate sobre las normas presupuestarias en la UE. En un mensaje con doble destinatario (Bruselas y Berlín), los representantes transalpinos han llegado a deslizar que el cambio podría llevar a Roma a incumplir el límite de déficit impuesto por la Comisión para 2014 y han alertado del potencial efecto destructor de este “arma letal” sobre la política interna de algunos Estados. La modificación llega en un momento especialmente complejo para el Gobierno de Renzi, que ha vivido una jornada de huelga del transporte ampliamente secundada. Puertas adentro, Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos —que deberá aportar 643 millones más—, también ha alertado de las consecuencias de una modificación que, a su juicio, dará alas a los movimientos euroescépticos de todo el Continente.

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En el lado opuesto, los Ejecutivos de Francia (que recuperará 1.016 millones); Alemania (780) y España (169) han defendido la revisión de las aportaciones al presupuesto común. “Todos los Gobiernos europeos creamos la regla. No deberíamos ponerla en duda cuando a algunos no les interesa”, remacha la delegación gala.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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