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La UE estrena misión para rescatar inmigrantes en la costa de Italia

La iniciativa persigue controlar las fronteras y, solo si es necesario, atender naufragios

Lucía Abellán
Un buque militar italiano llega al puerto de Pozzallo tras rescatar a 350 inmigrantes el pasado mes de junio.
Un buque militar italiano llega al puerto de Pozzallo tras rescatar a 350 inmigrantes el pasado mes de junio.GIOVANNI ISOLINO (AFP)

Un modesto equipo europeo de cuatro aviones, un helicóptero y siete barcos comienza a relevar al vasto despliegue militar que ha dispuesto Italia en el último año para contener los naufragios de inmigrantes en sus costas. La Unión Europea lanza hoy la Operación Tritón —por el dios marino de la mitología griega— en las costas italianas, con un objetivo ligeramente diferente al de la misión comandada por Roma: mientras esta nació para salvar vidas, la iniciativa europea persigue controlar las fronteras y, solo si es necesario, atender naufragios.

Las cifras son elocuentes. La Marina italiana ha gastado desde octubre de 2013 nueve millones de euros mensuales en mantener 32 barcos, dos submarinos y 900 militares para evitar tragedias como las ocurridas en Lampedusa, con cientos de inmigrantes fallecidos. Frontex, la agencia europea de control de fronteras que asumirá ahora el mando de la nueva misión, invierte 2,9 millones al mes. Y el radio de acción italiano equivale a 70.000 kilómetros cuadrados, mientras los planes comunitarios se limitan a 30 millas, algo más de 48 kilómetros.

En ambos casos, los activos desplegados miran hacia el sur de Italia, una de las zonas más calientes de flujos migratorios hacia la UE, con 40.000 entradas ilegales detectadas el año pasado —principalmente a través de Libia—, según datos de Frontex.

Pese a la brecha entre ambos proyectos, Tritón es “la mayor operación que ha dirigido nunca esta agencia”, que no cuenta con activos propios, sino que depende de las contribuciones de los Estados (y actúa solo a petición de ellos), explican fuentes de la Comisión Europea. Para nutrirla, un total de 21 países han ofrecido participar. Además de Italia, ocho de ellos (España, Finlandia, Portugal, Islandia, Holanda, Letonia, Malta y Francia) comprometieron asistencia técnica, mientras el resto aporta expertos, que sumarán 65 en esta fase.

La misión tendrá dos patas. En primer lugar, de vigilancia costera. Si se descubre alguna barcaza en situación de peligro, los equipos marítimos tendrán la obligación de salvar a sus ocupantes, llevarlos a suelo europeo (en la mayor parte de los casos, a Italia) y darles la oportunidad de que pidan asilo en Europa, según dictan las reglas europeas e internacionales. En todo caso, las mismas fuentes de la Comisión aclaran que la gestión de fronteras es competencia exclusiva de los Estados y que la última responsabilidad en el cumplimiento de la ley recae en Italia.

Todo este despliegue tiene, en principio, un plazo muy limitado: dos meses. Frontex apenas contaba ya con presupuesto para gastos extraordinarios y ha arañado fondos de otros capítulos. “En 2015 se necesitarán más esfuerzos. Por lo que oímos de los Estados miembros, tenemos confianza en que la misión continuará el año próximo”, explican en el Ejecutivo comunitario. La misión italiana se irá retirando poco a poco de las costas.

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Tritón ha sido una solución de compromiso para un problema que enfrentó vivamente a los Estados miembros. Italia exigía apoyo europeo a su misión, financiada en parte por Frontex, con el argumento de que la presión migratoria desde África compete a toda la UE. Otros países, con Reino Unido a la cabeza, rechazaban de plano la ambiciosa misión italiana porque sostenían que provocaba un efecto llamada: las mafias podían dejar naufragar a los extranjeros con la certeza de que serían rescatados. El término medio encontrado sortea los vetos nacionales, aunque queda lejos de lo que Italia hubiera deseado.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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