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El presidente Obama, tras la derrota: “Os he escuchado”

El presidente ofrece cooperación tras conquistar la derecha el Congreso

Marc Bassets
El presidente Obama en la Casa Blanca.
El presidente Obama en la Casa Blanca. Andrew Harrer (Bloomberg)

El Partido Republicano asumió este miércoles el bastón de mando en Washington. El control del Congreso, tras su victoria arrolladora en las elecciones del martes, concede a la oposición más poder del que ha dispuesto desde los primeros años de la presidencia de George W. Bush. El presidente Barack Obama, debilitado y en retirada, buscará en los próximos días cómo evitar caer en la irrelevancia en el tramo final de su presidencia, que termina en enero de 2017.

Los primeros movimientos para tantear el nuevo Partido Republicano, crecido por el triunfo, han empezado. Los republicanos conquistaron Senado, ampliaron la mayoría en la Cámara de Representantes y vencieron en las elecciones al cargo de gobernador en Estados clave para las presidenciales de 2016.

“A todos los que han votado, quiero que sepáis que os oigo”, dijo el demócrata Obama en una rueda de prensa. "A los dos tercios de votantes que eligieron no participar en el proceso ayer, os oigo también". Pero el mensaje, añadió, no es sólo para él. También es para la derecha.“El pueblo americano espera que las personas a las que elijan trabajen tan duro como ellos, esperan que nos centremos en sus ambiciones y no en las nuestras”.

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El presidente, que llegó al poder en 2009 sobre una ola de esperanza, entra tras las elecciones de mitad de mandato en una fase crepuscular, sin aliados en el Capitolio ni margen para impulsar iniciativas duraderas. La iniciativa, dijo, corresponde a los republicanos: él escuchará las propuestas que le planteen Mitch McConnell, futuro líder de la mayoría en el Senado, y John Boehner, speaker o presidente de la Cámara de Representantes. El viernes los recibirá en la Casa Blanca.

A efectos prácticos, la victoria convierte a los republicanos en un partido de gobierno. El Partido Republicano vuelve a ser mayoritario en ambas Cámaras por primera vez desde 2006.

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Los años de Obama fueron los del Tea Party, el movimiento populista y conservador que, con la oposición a la reforma sanitaria como bandera, marcó el paso al Partido Republicano en sus años fuera del poder. El Tea Party fue una bendición para la derecha: le insufló nervio ideológico y movilizó a las bases. Pero también una maldición: el bloqueo dañó la marca conservadora.

El Partido Republicano triunfante no ha cambiado del todo en el fondo: muchas ideas del Tea Party siguen constituyendo su espinazo ideológico. Pero sí en la forma.

Michael Barone, veterano columnista conservador, sitúa el cambio en octubre de 2013, cuando una disputa presupuestaria en el Congreso, instigada por los republicanos, provocó el cierre de la Administración federal.

El pueblo americano espera que las personas a las que elijan trabajen tan duro como ellos, esperan que nos centremos en sus ambiciones y no en las nuestras” Barack Obama, presidente de Estados Unidos

No era la primera vez en los años de Obama que EE UU proyectaba la imagen de una democracia disfuncional en la que un grupo reducido —la facción Tea Party del Partido Republicano— paralizaba el Gobierno.

“Desde entonces”, dice Barone, “cada vez menos miembros republicanos de la Cámara de Representantes han insistido en provocar enfrentamientos políticamente dañinos con la Administración de Obama, y los votantes republicanos en elecciones primarias no han votado a tantos a candidatos proclives al enfrentamiento como en 2010 o en 2012”. En las legislativas de estos años, el Partido Republicano se quedó a las puertas del Senado, entre otros motivos, por la derrota de algunos de sus candidatos más excéntricos.

La incógnita es doble. Primero, ¿actuarán los republicanos como partido de gobierno? ¿o la facción populista proseguirá con la confrontación? Hasta ahora, con el Senado en manos del Partido Demócrata, nadie —o todos— era culpable de la parálisis. A partir de enero, cuando se constituya el Congreso, los republicanos podrán aprobar leyes: Obama será el responsable si las veta.

¿Habrá un giro en la Casa Blanca para salvar el legado en cooperación de la derecha? Tras la derrota del Partido Republicano en las legislativas de 2006, el presidente Bush despidió al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y recentró sus políticas.

En la rueda de prensa, Obama no ofreció ningún indicio de que vaya a cambiar. El presidente mantiene los planes para aprobar antes de final de año un decreto que permita la regularización de indocimentados establecidos en EE UU, la mayoría de origen lationamericanos. El decreto sería “un gran error”, replicó McConnell.“Es como agitar una bandera roja delante un toro”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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