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Soldado O’Neill: héroe o traidor

El pentágono critica al militar de élite que se atribuye la muerte de Osama Bin Laden Sus compañeros le acusan de romper el código no escrito de silencio y anonimato

Yolanda Monge
El soldado Robert James O´Neill.
El soldado Robert James O´Neill.afp

El padre del Navy Seal que mató a Osama bin Laden asegura no tener miedo a represalias contra la familia por parte de militantes islamistas después de que se haya revelado la identidad de su hijo. “Voy a pintar una gran diana en la puerta de casa y que vengan a por nosotros si quieren”, aseguró desafiante. Su hijo es Robert James O’Neill, tiene 38 años y nació en Butte, Montana.

O’Neill ha adelantado la revelación de su identidad —que estaba prevista para la semana que viene con una entrevista en The Washington Post y un documental en Fox— después de que sus antiguos compañeros la filtrasen a través de la web SOFREP (dedicada a las fuerzas especiales) para romper su exclusiva y en represalia por lo que ellos consideraban una traición al código no escrito de silencio que juran obedecer. El Pentágono tampoco está contento con la decisión tomada por O’Neill y su portavoz anunció que se había vulnerado ese mismo código, sin dar más detalles de cómo procederá ahora.

La historia de O’Neill ya apareció impresa. En febrero de 2013, el periodista Phil Bronstein publicaba en la revista Esquire el relato del hombre que mató al enemigo público número uno de Estados Unidos. Pero en esa ocasión, O’Neill fue siempre identificado como “el tirador”. Con rostro aniñado, más pelirrojo que rubio, y la estructura ósea necesaria para soportar las pruebas que dan a un militar los galones de la Navy Seal, O’Neill formaba parte de las dos docenas de hombres que el 2 de mayo de 2011 descendieron en el silencio de la noche desde varios helicópteros hasta el patio de la fortaleza del responsable de los ataques terroristas del 11-S.

“Pensé que no sobreviviría”, ha relatado al Post O’Neill, que asegura que se preparó mentalmente para morir ya que daba por hecho que esa sería su última misión. Curtido en más de 400 misiones de combate —entre ellas la que liberó en aguas de Somalia al ahora famoso cinematográficamente capitán Phillips—, O’Neill justifica su decisión de hacer pública su identidad como forma de dar consuelo a las familias de las víctimas del 11-S, algo que un grupo de ellas le dijeron que sucedería durante la inauguración en Nueva York del Monumento en la Zona Cero.

O’Neill se convirtió en un navy seal a los 20 años y ha recibido 24 menciones al honor y el valor. El presidente Barack Obama le felicitó en persona tras la misión de Abbottabad en la que murió Bin Laden. Pero su revelación está plagada de controversia. A la ruptura de la confidencialidad se une el hecho de que varios miembros del comando niegan que él fuera el tirador y atribuyen la muerte a otro de los dos hombres que seguían a O’Neill cuando penetró en la habitación de Bin Laden.

“Parecía confundido”, relata O’Neill de su cara a cara con Bin Laden. “Era más alto de lo que esperaba, llevaba puesto un gorro y no parecía que estuviera herido [por otras balas de sus compañeros]”. Según el hombre que se atribuye la muerte del líder de Al Qaeda, esté uso a su mujer más joven, que dormía con él, como un escudo humano. “Entonces le disparé dos veces en la frente. ¡Bap, bap!, la segunda según caía”. O’Neill le remató ya en el suelo. “Le vi dar su último respiro”. A continuación, Bin Laden fue introducido en una bolsa y trasladado a una base americana en Jalalabad, donde reposó hasta que el Pentágono confirmó su identidad. Con la misión cumplida, O’Neill procedió a desayunar.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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