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Las FARC ponen en peligro la paz

El presidente Santos: “El compromiso de la guerrilla está puesto a prueba”

El proceso de paz en Colombia vive su momento más delicado, en vísperas de cumplirse este miércoles su segundo aniversario. El Gobierno colombiano ha decidido suspender el diálogo con las FARC tras el secuestro del general Rubén Darío Alzate, en el noroeste del país. Sería el militar de más alta graduación capturado desde 1964, fecha en la que comenzó un conflicto de cinco décadas al que Colombia intenta ahora poner fin.

El presidente, Juan Manuel Santos, tomó esta decisión en la medianoche del domingo, tras tener la certeza, según dijo, de que las FARC son las responsables del secuestro del militar, además de un cabo y una abogada. Por esa razón, canceló el viaje de sus negociadores a La Habana. “Se suspende esta negociación hasta tanto no se aclare y se liberen estas personas”, dijo, rodeado de la cúpula militar.

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En la noche del lunes, después de reunirse con su equipo negociador, el presidente reiteró su decisión y reconoció que el final del conflicto no es un camino fácil de recorrer y que tampoco es sencillo entender que se negocie en medio de la confrontación armada. “Créanme, conversar en medio del conflicto es la forma más efectiva de ponerle punto final a esta absurda guerra”, dijo. “A la paz no se llega recrudeciendo las acciones violentas y minando la confianza”, añadió en un mensaje a la guerrilla. “El compromiso de las FARC está puesto a prueba, de su decisión depende seguir avanzando hacia el fin del conflicto y la reconciliación”.

La tensión comenzó la tarde del domingo al perderse el contacto con Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Titán que opera en el departamento del Chocó, cuando se desplazaba por el río Atrato en un bote civil conducido por un soldado y en compañía de las otras dos personas. Los cuatro llegaron al caserío Las Mercedes, a 30 minutos de la capital del Chocó, una zona selvática con presencia guerrillera y bandas criminales, para inspeccionar un proyecto energético. Allí se bajaron y les sorprendieron hombres armados, “integrantes del Frente 34”, según la versión del soldado que logró huir y avisó, que se los llevaron por el río. Sorprende que el general vistiera de civil y fuera desarmado. Por eso, Santos ha pedido aclaraciones sobre la violación de los protocolos de seguridad. Aún no hay respuesta. La FARC tampoco se han pronunciado.

Mientras, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, presidió este lunes un consejo de seguridad en el Chocó, donde se ha desplegado un operativo en el que participan unos 500 efectivos.

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Este secuestro pone más en contra a la opinión pública y al Gobierno contra las cuerdas Ariel Ávila,  Fundación Paz y Reconciliación

Con la suspensión, reaparece el fantasma de las negociaciones en El Caguán (1999- 2002), rotas por el secuestro de un avión comercial en el que viajaba un senador. Los analistas manejan varios escenarios. Para Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, las crisis no son comparables. “Entonces, el proceso estaba muriendo y ahora ha avanzado en casi cuatro puntos [de seis]. Pero este secuestro pone más en contra a la opinión pública y al Gobierno contra las cuerdas”. Para Ávila, no quiere decir que Santos vaya a acabar con el diálogo. “Hay un mensaje de que quiere seguir, pero políticamente es impresentable que no tome una medida como la suspensión”. Aún así, el secuestro es un grave error de las FARC, aunque cree que lo liberarán y la negociación seguirá su curso. “Insistirán en que el general es un prisionero de guerra y eso causará mayor animadversión en la opinión”, dice. Coincide con Camilo Echandía, profesor de la Universidad Externado de Colombia. “La presión es enorme. No tiene ningún sentido mantenerlo secuestrado”. “Las implicaciones son terribles, pero la negociación tiene que seguir como si no hubiera confrontación armada, el país tiene que entender”, añade.

Para el analista Juan Carlos Palou, la ruptura definitiva también está descartada “siempre y cuando devuelvan a Alzate”. En su opinión, todo apunta a que el secuestro no fue deliberado. “Puede tener un impacto positivo en el sentido de que las FARC vean que el proceso se puede tambalear y decidan acelerarlo. Saben que les perjudica mucho ante la opinión pública”, agregó. También está a prueba la capacidad de comando y control de las FARC. En este caso, según Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para Análisis de Conflictos (Cerac), está en juego “el mando sobre los milicianos que hoy son la gran mayoría”.

En Colombia, los ánimos ya estaban caldeados por el secuestro de dos soldados el 9 de noviembre que las FARC consideran “prisioneros de guerra” por lo que no creen haber desobedecido la orden dada por la cúpula en 2012 de no volver a utilizar el secuestro como método de extorsión.

La congresista Clara Rojas, retenida durante seis años por las FARC, calificó como un hecho grave el rapto. “Es importante hacer esta pausa para analizar cómo avanza el proceso”, afirmó. El general Luis Alberto Mendieta, privado de libertad durante 12 años, cuestionó la falta de voluntad de paz de la guerrilla. “Lo único que hacen es decir mentiras”, dijo.

El más alto rango

Rubén Darío Alzate Mora es el militar de más alta graduación que cae en manos de las FARC. El general tiene 55 años y fue secuestrado el domingo junto a otro militar y a un civil en Las Mercedes, en el departamento del Chocó.

Alzate, que se graduó como oficial en 1983, pertenece al arma de Caballería y desde enero dirige la Fuerza de Tarea de Titán, que opera en el este de Colombia, especialmente en la zona selvática donde fue secuestrado. “Usted debe encargarse de que esta unidad militar se comporte como un titán en resultados”, le dijo entonces el presidente Santos.

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