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La policía interroga a la joven holandesa rescatada en Siria

El fiscal cree que la madre, que fue a liberarla, solo pudo llegar a la frontera turco-siria

Isabel Ferrer
La madre de Aicha, durante una entrevista concedida a un canal de televisión holandés.
La madre de Aicha, durante una entrevista concedida a un canal de televisión holandés.

Aicha, la joven católica holandesa convertida al islam que acabó viajando a Siria para casarse con un yihadista, está siendo interrogada por la policía en Maastricht, su ciudad natal. De 19 años, su estancia en la cárcel no supone una condena. Es el procedimiento habitual reservado por las autoridades a los ciudadanos que se han radicalizado y regresan al país. Mientras ella contesta a los agentes apoyada por psicólogos, la fiscalía local ha expresado sus dudas acerca del relato de su rescate. Según Monique, la madre, fue dos veces a Siria en auxilio de su hija. La segunda, consiguió sacarla de Raqa, ciudad bajo control del grupo yihadista Estado Islámico (EI). Su versión ha sido refrendada por su abogada, Françoise Landerloo. Sin embargo, Roger Bos, fiscal general de Maastricht, cree que la progenitora solo pudo llegar a la frontera turco-siria.

La abogada de la familia se ha quejado inmediatamente de que el fiscal acudiera a la televisión para dar su opinión. “El caso está en marcha y a mí no se me permite hablar todavía. Lo mismo debería ocurrir con la fiscalía”, ha dicho. Entretanto, Aicha permanece aislada en una celda mientras relata su historia. La retirada del pasaporte, una de las medidas impuestas por el Gobierno para evitar la salida del país de potenciales yihadistas, ha mostrado serias lagunas legales. A partir de los 14 años, es ilegal vivir en Holanda sin un documento de identidad, y por eso se lo devolvieron tras la primera escapada fallida. Como luego no se le prohibió marchar fuera de la UE, desapareció.

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A partir de 2015, el Gobierno pretende evitar sucesos similares forzando la prohibición de los viajes. También ha presentado al Parlamento un plan para privar de la nacionalidad holandesa “a los yihadistas que se hayan sumado a un grupo terrorista, hayan sido entrenados en un campo para terroristas, o bien actúen allí como instructores”. En principio, la medida puede ser efectiva para los holandeses que cuenten con doble nacionalidad. Es el caso, entre otros, de los ciudadanos de origen turco o marroquí, que conservan siempre la de sus padres. Cuando el radical sea un holandés autóctono, las cosas cambian. Quedarse sin Estado es ilegal, de modo que Justicia deberá aplicar con rigor las medidas adicionales pensadas para contener “la radicalización y el yihadismo”. Entre ellas, figura la obligación de presentarse periódicamente en comisaría, romper el contacto con amigos y redes radicales y trasladarse a vivir a otra ciudad.

La identificación de los responsables y usuarios de sitios de Internet dedicados a la propaganda yihadista, será también obligatoria. En cuanto a los imanes que predican dentro de Holanda, “habrá reuniones con ellos para que aborden la radicalización de los jóvenes , y también la islamofobia, así como un centro de apoyo para las familias de los yihadistas”.

Aicha, que conoció por Internet a su futuro esposo, Omar Yilmaz, un yihadista holandés de origen turco, consiguió escabullirse sin demasiados poblemas. Para cuando viajó a Siria, ya se había convertido al islam más extremo y llevaba un niqab, el velo que deja solo los ojos descubiertos. Como la relación con Yilmaz no prosperó, enseguida pidió ayuda a su progenitora para regresar. Al haber destruído la chica su documentación, ambas debieron esperar en Turquía a que el Gobierno holandés facilitara la repatriación. Muy molesta con la fiscalía, la abogada de la familia espera ahora que Aicha complete su declaración para pronunciarse.

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