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El auge de la yihad alarma a Francia

Más de 1.100 franceses han viajado a Siria e Irak para unirse a grupos armados La oleada crece cada mes pese a la reforzada vigilancia y nuevas normas antiterroristas

Un convoy de vehículos y luchadores del Estado Islámico en Anbar, Irak.
Un convoy de vehículos y luchadores del Estado Islámico en Anbar, Irak.ap

El país europeo que tomó la iniciativa para bombardear al Estado Islámico (EI) es también el que más combatientes aporta a los radicales. La cifra mensual de yihadistas franceses que viajan a Siria no deja de crecer. Son ya 1.123, informa el Ministerio del Interior. Medio centenar ha muerto en combate. Otros han regresado convertidos en terroristas. Los servicios de información han reconocido esta semana a dos galos entre los verdugos del EI y tres más amenazan en otro vídeo a Francia. Mientras, el Ejecutivo reafirma su decisión de seguir combatiendo al islamismo radical en todos los frentes.

Rara es la semana que Francia no se ve sorprendida por la aparición de alguno de sus ciudadanos en las filas yihadistas. La sorpresa de estos días ha sido mayor. El lunes, los servicios de información reconocieron a Maxime Hauchard, de 22 años, de Normandía, entre una veintena de verdugos. El miércoles creyeron reconocer —aún hay dudas— a Mickaël Dos Santos, también de 22 años, parisino, un católico de misa dominical hasta hace un par de años.

“Un día me llamó mi hija por teléfono: ‘Mamá, me voy al paraíso”. Meses después, moría en Siria.

El miedo se instala en las familias afectadas. La ausencia de respuestas, también. Fouad es hermano de una joven que con solo 15 años partió a Siria en enero. En contacto telefónico con este diario, Fouad confirma el dato, pero se limita a calificar de “muy raro” el fenómeno y se niega a hablar.

La antropóloga Dounia Bouzard ha analizado más de 150 casos. Fundadora del Centro de Prevención contra las Derivas Sectarias Relacionadas con el Islam, ha recogido en su libro Van al paraíso y encuentran el infierno las historias con nombres supuestos, entre ellas la de la hermana de Fouad. “Un día me llamó mi hija: ‘Mamá, me voy al paraíso”. Meses después, moría en Siria.

Katia se arrepintió en el último momento y ha explicado en televisión su proceso. “Me pasaba el día viendo vídeos y mensajes de yihadismo, violencia en Palestina, apartheid, las Torres Gemelas... Contaban la verdad, pero con mensajes conspiratorios llamando a salvar a los pueblos oprimidos y abandonados por la comunidad internacional”.

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Bouzar dice que muchos combatientes son de familias desestructuradas. Es lo que opina Anouar Kbibech, presidente de la Unión de los Musulmanes de Francia. En conversación con este periódico, recuerda que Mohamed Merah y Mehdi Nemmouche, los dos yihadistas franceses autores de atentados terroristas en Europa, sufrían problemas familiares.

Más de un tercio de los 3.000 europeos que han ido a Siria proceden de Francia. Con unos cinco millones de musulmanes, el país es potencial fuente de yihadistas. Pero eso solo explica parte del fenómeno. Bouzard señala que el 80% de los familiares de combatientes se declaran ateos, los padres nacieron en Francia en el 90% de los casos y dos tercios son de clases medias. El 43% de los yihadistas tienen entre 18 y 21 años y el 20% no llega a los 18.

En efecto, hay yihadistas franceses de origen musulmán y otros que crecieron sin relación alguna con el islam. Los dos presuntos verdugos del EI son conversos. O Raphaël, muerto a los 23 años en un bombardeo en Siria. Su historia la ha contado el diario Libération. Hijo único de un informático de origen judío y de una psicóloga, Raphaël, estudiante de informática y aficionado a la música, se convirtió al islam de un día para otro.

Dejó a su novia, estudió religión durante unos meses en Mauritania y, tras regresar a Francia, en julio se fue a Siria con otro amigo para seguir los pasos de un matrimonio musulmán que había conocido en su localidad, Lunel, al sureste de Francia. Voló de Barcelona a Estambul y, ya en Siria, telefoneó a su madre: “Mamá, me he unido a mis hermanos en Siria”.

El 80% de familiares de combatientes se declaran ateos, los padres nacieron en Francia en el 90% de los casos y dos tercios son de clases medias.

Kbibech cuenta que, musulmanes de origen o no, los futuros combatientes se “autorradicalizan” con vídeos de matanzas o combates, y no tanto por lo que oyen en las mezquitas. Algunos, añade, son musulmanes “reconvertidos” en valores “erróneos”.

El primer ministro, Manuel Valls, destaca esas mutaciones como una grave consecuencia de “la crisis de identidad” de Francia, a la que yuxtapone “la crisis de identidad del islam”. El estancamiento económico, el pesimismo, los guetos en ciudades y casos de islamofobia o supuesta islamofobia manipulada —como la prohibición del velo en la escuela— crean un caldo de cultivo en el que grupos salafistas arrastran a jóvenes que reciben “un adoctrinamiento muy básico del islam”, explica Valls. Suficiente, sin embargo, para encontrar una alternativa a un mundo que no les satisface.

El Gobierno cree conveniente crear centros de desadoctrinamiento. Es lo que sostiene la ministra de Justicia, Christiane Taubira. A su vez, el Ejecutivo tiene a disposición de las familias un teléfono de urgencia al que pueden dirigirse si observan motivos de alarma en sus hijos. Los servicios de inteligencia han extremado su vigilancia. Como consecuencia de todo ello, han sido detenidas 138 personas, de las que 90 están imputadas y 65 encarceladas, según datos del ministro del Interior, Bernard Cazeneuve.

Sin embargo, los servicios de seguridad no logran parar la oleada a Siria. Para intentarlo, el Parlamento acaba de aprobar una nueva ley que permite a la policía retirar por seis meses el pasaporte a todo sospechoso. También prevé el cierre inmediato de páginas que ensalzan el yihadismo.

Mientras, Francia refuerza su acción militar contra los islamistas radicales en tres frentes bélicos: Malí, República Centroafricana e Irak. Ahora, ampliará su operativo con seis aviones en Jordania, que se suman a los nueve basados en Emiratos Árabes Unidos.

Valls y Cazenueve reiteran estos días “la determinación total” de Francia de combatir el terror. El Gobierno ha elevado el nivel de alerta. Policías y militares vigilan los lugares emblemáticos del país. Tras el primer bombardeo en Irak, un grupo escindido de Al Qaeda en el Magreb secuestró y asesinó en Argelia al montañero Hervé Gourdiel, de Niza. En este múltiple frente contra el yihadismo, Francia aguanta el aliento ante la seguridad de que le esperan más desagradables sorpresas.

"Hay países que arman a nuestros jóvenes"

G. C. / C. Y.

Antoine Basbous, politólogo franco-libanés, preside el Observatorio de los Países Árabes en París. Asesora a Gobiernos y organizaciones sobre el terrorismo yihadista y sobre las crisis que se producen en el mundo árabe.

Pregunta. ¿Por qué es Francia el país que más combatientes extranjeros envía a Siria?

Respuesta. En realidad, el país que más yihadistas aporta en relación con su población es Bélgica. Pero el problema es el mismo. Hay personas que buscan el reconocimiento y el poder. Ambas cosas las obtienen en Daesh [Estado Islámico] porque ahí disponen de la vida y la muerte de los demás.

P. ¿Cómo frenarlo?

R. Francia está en guerra contra Daesh, de modo que los yihadistas franceses son enemigos de Francia. Es necesario tratar con ellos a partir de tal postulado. Es verdad que hay razones sociales para esa radicalización, pero eso no cambia nada. Ahora son terroristas. Hay otros inadaptados que no recorren ese camino.

P. ¿Estamos tomando en Europa las medidas adecuadas?

R. Nuestras leyes solo se aplican en territorios nacionales. Hay que buscar también razones en esos países que financian el terrorismo y lo alimentan ideológicamente. Hace trece años del 11-S y el terrorismo se ha multiplicado por trece. Es un monumental fracaso de la lucha antiterrorista. De nada vale luchar contra ello en casa cuando la financiación y la ideología vienen del exterior. Hay que vigilar a esos países que arman a estas personas, a nuestros jóvenes.

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