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FRENAZO ECONÓMICO EN AMÉRICA LATINA

Recorte de gasto y freno a la inflación

Dilma Rousseff cambia de rumbo ante las evidentes dificultades económicas

Antonio Jiménez Barca
Rousseff firma autógrafos a empleados de Petrobras.
Rousseff firma autógrafos a empleados de Petrobras. s.m (REUTERS)

En diciembre de 2009, en plena crisis mundial, el entonces ministro de Economía de Brasil, Guido Mantega, al comparar los datos del PIB de su país (con un crecimiento del 2%) con el mucho menor de Europa, aseguró: "Lo nuestro es un pibão [un gran PIB]. Lo suyo, un pibinho [un PIB pequeño]". La frase tuvo su éxito y su recorrido. Pero, con el tiempo, se volvió contra su autor. Porque el crecimiento de Brasil, que asombró hace una década al mundo, se esfumó.

Los últimos datos, del pasado viernes, lo certifican: la economía brasileña creció un raquítico 0,1% en el último trimestre. Los optimistas señalan que, al menos, se ha dejado atrás la recesión técnica de los seis meses anteriores. Los realistas, como Sérgio Vale, economista-jefe de MB Associados, replicaban en O Estado de São Paulo: "El país no ha salido aún del fondo del pozo". Así que muchos articulistas, recordando el comentario de Mantega, se refieren ya a la época actual brasileña como "la era del pibinho".

El presidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB), logró, en sus años de Gobierno (1995-2003), estabilizar la moneda y acabar con la inflación desaforada. Con Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó los ocho años posteriores, Brasil despegó, encadenando trimestre de crecimientos del 6% y del 7%. Una nueva clase media, salida hacía poco de la pobreza gracias a las alzas de salarios y a la bajada del desempleo, se lanzó al mercado de consumo dinamizando aún más una sociedad que ni la crisis financiera internacional detuvo.

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Pero esos tiempos desaparecieron hace un año. Dilma Rousseff, del PT, reelegida en octubre por un margen muy estrecho frente a su oponente, Aécio Neves, del PSDB, achacó durante la campaña electoral (dura y disputada) la débil marcha de Brasil a la difícil coyuntura internacional. Hay quien le recuerda, por el contrario, que en la actualidad EE UU crece y China supera el 7%, devolviendo la pelota al tejado del Gobierno brasileño y exigiéndole una mudanza de rumbo.

Y la designación, hecha pública un día antes de la divulgación del dato del PIB, de Joaquim Levy, economista formado en la ortodoxa y liberal escuela de Chicago, especialista en contener el gasto, apunta en esa dirección.

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Levy manifestó poco después de ser designado que el país necesita una cura de ahorro y que serán necesarias medidas de ajuste. No precisó, eso sí, ni dónde ni cuándo. Para ello esperará a tomar posesión del cargo, junto al resto del Gabinete, el próximo 1 de enero. Levy añadió que luchará especialmente para contener la inflación, que coquetea desde hace meses con la barrera del 6,5% tope infranqueable autoimpuesto por el Gobierno.

La inflación alta, la menor subida de los salarios, el estancamiento del mercado del trabajo (aunque el paro se sitúa en un 5%) y los altos intereses de los préstamos han hecho que el consumo de las familias, ése que en la etapa de Lula constituyó uno de los pilares del despegue, se haya paralizado. Recula, según el Instituto Brasileiro de Geografia e Estadística (IBGE), un 0,3% con respecto al trimestre anterior, y alcanza cifras que en Brasil no se registraban desde 2003. La industria tampoco avanza. Y el gigantesco agujero de corrupción descubierto en la mayor empresa pública del país, la petrolera Petrobras, no ayuda.

Levy deberá luchar contra todas estas realidades económicas. Pero también enfrentará otras puramente políticas. Durante la campaña, Rousseff, para diferenciarse de su oponente, hizo énfasis en la política social del PT. De ahí que, ahora que llegan los recortes, haya sectores del PT que no ven con muy buenos ojos al nuevo titular de Economía, al que sitúan en una línea ideológica distinta. Hay quien asegura (entre otros la candidata a la presidencia Marina Silva), que Levy no gozará de autonomía suficiente para llevar a cabo su labor.

La misma Rousseff, en una reunión con miembros del PT, en Fortaleza este viernes, apeló a la "madurez" de sus correligionarios. Y añadió: "La coyuntura cambia. El país cambia, las condiciones de la economía cambian. Tenemos que adaptarnos a las nuevas demandas y darles respuestas".

 

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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