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Tribuna
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Dijimos que volveríamos. Y volvimos

Ser la sede de la Convención del Cambio Climático es una gran oportunidad

Activistas protestan en la COP 19 de Varsovia.
Activistas protestan en la COP 19 de Varsovia.WWF

Ser la sede de la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP 20) es una gran oportunidad, pero existe el riesgo de no cumplir con las expectativas de un compromiso de tal envergadura. Se posiciona la agenda climática a nivel nacional mientras los ojos del mundo caen sobre el país como veedores implacables. Cuando me enteré de que Perú sería el anfitrión de la COP 20 y asumiría la presidencia de las negociaciones, me entusiasmé. Luego me preocupé.

Hace un año las cosas se complicaron en la COP 19. Era invierno en Varsovia y las negociaciones fueron lentas y la voluntad política débil. La sociedad civil exigía acciones ambiciosas y decisivas de sus líderes. No las obtuvieron. En los medios empezaron a referirse a Polonia como “Coaland” —en lugar de Poland— por ser un país ligado culturalmente al carbón y casi completamente dependiente de él para la generación de energía. Y para terminar de alborotar el avispero, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, cambió intempestivamente a Marcin Korolec, ministro de Ambiente y presidente de la COP 19. Lo reemplazó en su gabinete por Maciej Grabowski, ex viceministro de Finanzas, cuya posición sobre el fracking era favorable.

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Un día antes de finalizar la conferencia, la sociedad civil, los jóvenes, las ONG ambientales y los sindicatos dijimos No Más. Salimos del Estadio Nacional de Polonia, donde se llevó a cabo la cumbre, gritando: “Queremos justicia climática”. El lema: #volveremos. Con eso queríamos aclarar que la sociedad civil no abandonaría las negociaciones climáticas sino la COP de Varsovia por no haber entregado los resultados a los que se habían comprometido. Volveríamos a Lima.

El desafío para el Gobierno peruano era enorme: tenía que ser la sede un año después de que la sociedad civil abandonó las negociaciones y un año antes de París 2015, la fecha límite para que los países adopten un nuevo acuerdo global que le ponga freno al cambio climático y reemplace el Protocolo de Kioto. Además, tenía que ser un ejemplo para el mundo, tomando acciones ambiciosas para reducir sus emisiones. Y lo hizo: se comprometió a disminuir su tasa de deforestación, construir una estrategia para conservar sus bosques y reducir sus emisiones provenientes del sector forestal que representan el 45% de sus emisiones nacionales.

Aunque el esfuerzo del Gobierno peruano ha sido enorme, las cosas no han sido fáciles. Al igual que muchos otros países, Perú tiene que hacer grandes esfuerzos para articular su política internacional climática con sus políticas domésticas. Este año, Perú ha sido criticado por la sociedad civil y los medios por haber aprobado una serie de reformas legales, comúnmente llamadas “el paquetazo”, que flexibilizaban la regulación ambiental.

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En términos generales, esas medidas limitaron la facultad al Ministerio de Ambiente para declarar zonas reservadas y al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental la capacidad de imponer multas. Adicionalmente, se redujeron los tiempos para expedir licencias ambientales. El objetivo de las reformas es fomentar la inversión privada pues la economía peruana, que venía creciendo de manera acelerada y estable desde la última década, disminuyó su tasa de crecimiento recientemente.

Además, gran parte de los problemas sociales en Perú tienen una causa ambiental. Recientemente se conoció la noticia de que madereros ilegales habían asesinado a cuatro líderes de comunidades indígenas quienes pretendían defender su territorio.

Perú ha sido criticado por aprobar unas reformas que flexibilizaban la regulación ambiental

Estos acontecimientos tienen con los pelos de punta a muchos peruanos y ciudadanos del mundo, ya que Perú es uno de los países con mayor diversidad biológica y cultural del planeta. Es el segundo país con más territorio Amazónico y entre sus fronteras se encuentra el 70% de los glaciares tropicales del mundo. Además, es uno de los países más vulnerables al cambio climático.

Hace cinco días empezó la Cumbre del Clima. Al aceptar oficialmente la Presidencia de la COP, el ministro de Ambiente, Manuel Pulgar, afirmó que había iniciado con buenos augurios. Se espera que el histórico compromiso de Estados Unidos y China, así como el incremento de los compromisos financieros al Fondo Verde del Clima, le den un empujón a las negociaciones.

La agenda nacional también ha avanzado desde que se firmó un acuerdo con Noruega y Alemania para crear un fondo de 300 millones de dólares para la captura de carbono y desde que se terminó el primer borrador de la Estrategia Nacional de Bosques y Clima que tiene como fin mapear las medidas de mitigación a nivel nacional y el plan de energía.

Pero la tarea aún no está completa, aún queda mucho por hacer tanto a nivel nacional como global. Perú debería enfocarse en tomar medidas de adaptación pues los impactos del cambio climático ya se están sintiendo en el territorio: están desapareciendo los glaciares de menos de 5000 metros de altura, se han alterado los patrones de lluvia y de temperatura lo que afecta actividades productivas y a la población más necesitada. Además, hay que seguir trabajando en la reducción de emisiones del sector forestal, conservando los bosques y el ecosistema amazónico.

También hay otros retos: el 37% de las emisiones provienen del sector transporte pero no existen incentivos para que el parque automotor haga la transición hacia el uso de vehículos menos contaminantes como los carros híbridos o eléctricos. Asimismo, hay que luchar contra la resistencia de los sectores tradicionales que no quieren permitir la competencia equitativa de energías renovables no convencionales como la solar y eólica.

Gran parte de los problemas sociales en Perú tienen una causa ambiental

Los peruanos tenemos la gran oportunidad de transformar nuestro país para que empiece una transición hacia una economía baja en carbono, que garantice la sostenibilidad de nuestros recursos en el largo plazo.

Y a nivel global, Perú como presidente de la COP 20 debería facilitar las negociaciones de forma tal, que al final de la cumbre haya un borrador que establezca las bases para un nuevo acuerdo global, una decisión sobre las acciones que llevarán a cabo los países antes de 2020 y un consenso sobre los requisitos para presentar los compromisos de cada país en marzo del próximo año. Pero la labor de Perú no termina aquí: la COP 20 es solo el inicio de la presidencia que dura un año hasta que le pase la antorcha al Gobierno francés en la COP 21 en París.

Y la sociedad civil estará siguiendo este proceso. En Varsovia dijimos que volveríamos a Perú. Y volvimos. Los ojos de la sociedad civil están puestos sobre los líderes del mundo y sobre el Gobierno peruano que se puso la camiseta para liderar las negociaciones.

Patricia León-Melgar es directora del WWF en Perú.

 

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