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El adelanto de las elecciones a la presidencia hunde la Bolsa de Atenas

Bruselas observa con inquietud las maniobras políticas del primer ministro griego

M. A. Sánchez-Vallejo / Claudi Pérez
Una pantalla muestra las cotizaciones de la Bolsa de Atenas.
Una pantalla muestra las cotizaciones de la Bolsa de Atenas.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

El órdago a la grande del primer ministro griego, el conservador Andonis Samarás, que el lunes anunció el adelanto en dos meses de unas elecciones presidenciales claves para la estabilidad política e institucional del país, provocó este martes un cataclismo en la Bolsa de Atenas, que cayó un 12,78% por la incertidumbre generada dentro y fuera de Grecia.

El clima de inestabilidad se ve además incrementado porque con el sorpresivo adelanto, inmediatamente después de conocerse la decisión del Eurogrupo de prorrogar el rescate griego hasta febrero (dos meses más de lo previsto), Samarás parece servir en bandeja el poder a la izquierdista Syriza, que lidera todos los sondeos con una ventaja de entre 4 y 11 puntos sobre Nueva Democracia (ND), el partido de Samarás. Syriza quiere renegociar el rescate e incluso reestructurar la deuda —pero no abandonar el euro— si llega al Gobierno, algo muy factible si las presidenciales que se celebrarán este mes —en tres votaciones, el 17, el 23 y el 29— no logran elegir al jefe de Estado. En las dos primeras rondas se requiere un mínimo de 200 votos favorables (de 300); en la tercera, sólo 180. Pero la mayoría del Gobierno bipartito sólo reúne 155. Si no se elige presidente, habrá elecciones generales anticipadas, presumiblemente a comienzos de febrero.

De ahí la evidente tensión que reinaba este martes en Bruselas. “Los mercados deberían tranquilizarse: Samarás sabe lo que hace”, espetó a preguntas de los periodistas el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Hay serias dudas acerca de que el Ejecutivo griego logre los votos suficientes, aunque fuentes europeas destacaron que el movimiento inesperado de Samarás “indica que cuenta con más respaldo del que parece”. La Comisión Europea se atuvo al guión y rehusó comentar la “decisión democrática” tomada por Atenas, pero la incomodidad era evidente. “Los mercados son muy sensibles a la incertidumbre política”, apuntó Moscovici ante la prensa. “Samarás sabe a dónde va”, cerró.

Ases en la manga aparte, la única carta visible de Samarás es su candidato a la presidencia. Se trata de Stavros Dimas, excomisario europeo y exministro en varios Gobiernos presididos por Samarás, de cuyo partido es también vicepresidente. A su favor juega un perfil europeísta y fiable para los mercados; en contra, para la oposición —que ya ha anunciado que no le votará—, el hecho de ser un conspicuo representante de un sistema político que hace aguas desde las elecciones de 2012.

Entre los pocos satisfechos con la convocatoria está el líder de Syriza, Alexis Tsipras, para quien la decisión de Samarás supone “una significativa victoria popular y democrática” que refrenda su insistente petición de adelanto de las generales. “Hay una razón para tener esperanza este nuevo año”, dijo Tsipras, que confía en formar un gobierno de salvación encabezado por su partido, ya que no podría gobernar en solitario. En uno y otro bando, se ha desatado ya el cálculo de probabilidades y las componendas tal vez pasen por la decena de independientes, en su mayoría tránsfugas de los dos grandes partidos, el conservador y el socialista.

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