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Las diferencias económicas lastran un acuerdo en la cumbre del clima

Las ayudas de los países desarrollados son un 10% del objetivo comprometido

Ban Ki-moon (derecha) y presidente de la COP, Manuel Pulgar.
Ban Ki-moon (derecha) y presidente de la COP, Manuel Pulgar.C. BOURONCLE (AFP)

Quién da más dinero, cuándo y cómo son las preguntas centrales de la cumbre del clima que se celebra en Lima (Perú) y que se acerca al final sin un principio de acuerdo. La lucha contra el cambio climático se ha convertido ya, como casi todo, en un tema económico que divide y enfrenta a los países ricos y a los pobres. Las ayudas que los países desarrollados prometieron dar por su mayor responsabilidad en el cambio climático a los países pobres —el llamado Fondo Verde— aún están lejos de cumplirse. Los 10.000 millones de dólares apalabrados hasta ahora apenas suponen un 10% del objetivo comprometido de 100.000 millones anuales a partir de 2020.

Para tratar de desatascar las negociaciones o para acabar de firmar un nuevo fracaso en materia ambiental, líderes y delegados de 195 países desembarcaron este martes en el Cuartel General del Ejército de Perú, convertido estos días en una especie de motor de la lucha contra el cambio climático que no acaba de arrancar. La 20ª Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas encara su recta final con el objetivo aún lejano de sentar las bases para el acuerdo global que se tiene que firmar en 2015 en París y que sustituirá al ya caduco Protocolo de Kioto.

Los participantes y las claves

  • G-20: Los países industrializados, principales emisores de gases de efecto invernadero. Algunos de ellos ya han donado fondos de ayuda para los países en vías de desarrollo.
  • Like Minded Development Countries (LMDC, conocidos como like minded): China, Bangladesh, India, Malasia, Pakistán, Argentina, Bolivia y Venezuela, entre otros. Mantienen importantes reservas de combustible fósil y una posición crítica contra los países desarrollados. Representan cerca del 50% de la población mundial.
  • Alianza de Pequeños Países Isleños (AOSIS): Son los más expuestos a los efectos del cambio climático y piden a la cumbre medidas urgente para garantizar su supervivencia.
  • Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe (AILAC): Aspiran a reducir a cero sus emisiones contaminantes en 2050. Incluye a Costa Rica, Panamá, Guatemala, Colombia, Chile y Perú.

Distintas visiones de un mismo problema:

  • Algunos países consideran que es prioritaria la inversión en la mitigación o reducción de emisiones contaminantes para disminuir el costo y el daño a largo plazo. Para estas naciones, incluida la UE, la adaptación de los países a los efectos del cambio climático es un asunto del que debe hacerse cargo cada Gobierno.
  • Los países y las comunidades gravemente afectadas por los efectos adversos del calentamiento global afirman, por el contrario, que las ayudas deben dirigirse a la adaptación, es decir, a contribuir a la reducción del daño inmediato.
  • La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Cambio Climático, Christiana Figueres, apoya la necesidad de un impuesto a la producción de carbono (carbon fee), medible y transparente.
  • Think tanks y centros de investigación de Asia, Europa y EE UU aseguran que no es posible combatir las emisiones si a la vez no se combate la pobreza.

Después de escuchar a la ciencia se asumió que era la hora de la política, pero el aire de optimismo con el que se encaró esta cita de Lima se diluye con el paso de los días. El debate económico ha frenado el impulso que le dio a la cumbre el anuncio de EE UU y China, los dos países más contaminantes del mundo, de reducir sus emisiones. “Tenemos que definir la vía para conseguir los 100.000 millones. Hago un llamamiento a los países desarrollados para cumplir y superar ese objetivo”, alentó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a su llegada a la COP.

En Lima nadie quiere repetir el estrepitoso fracaso de las últimas conferencias del clima, pero hasta ahora no se ve salida a las posiciones encontradas entre unos y otros. “Los desarrollados son los responsables mayúsculos del cambio climático. Los países en vías de desarrollo hemos servido de pretexto para que los grandes sigan haciendo lo mismo desde que se instaló este simulacro de negociación. No hay diálogo entre iguales, es un monólogo fallido”, acusó el presidente de Bolivia, Evo Morales, en un feroz discurso ante el plenario de la cumbre.

La mayoría de los líderes políticos se alejan de las palabras del presidente boliviano al recurrir en sus discursos a la “esperanza” de reconducir con éxito las negociaciones, pero las palabras de Morales muestran una situación que ya nadie se atreve a esconder. “Los países en vías de desarrollo no aceptarán un acuerdo que no incluya cómo los países ricos cumplirán con la promesa de los 100.000 millones. Los países desarrollados, por su parte, hacen presión para borrar cualquier referencia en el texto final que los comprometa a dar ayuda financiera a los pobres”, explica Oxfam en un comunicado.

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Las organizaciones no gubernamentales ya han hecho sus propias cuentas y ponen el dinero en perspectiva. Los subsidios internacionales a la producción de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) son de 600.000 millones de dólares al año, seis veces más que el comprometido para el Fondo Verde. Para Santiago Lorenzo, líder del programa de finanzas verdes de WWF, cumplir el objetivo de los 100.000 millones “mejoraría el ánimo” de las conversaciones entre países, pero reconoce que se trata todavía de un aporte “mínimo” ante las verdaderas necesidades del planeta. La afirmación de que si el calentamiento global supera los dos grados las consecuencias serán catastróficas no está puesta en duda, tampoco que los países pobres son los más vulnerables a los efectos del daño ya causado. El problema es cómo y quién va a pagar la factura.

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