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THOMAS BUERGENTHAL | Exjuez de la Corte Penal Internacional

“Solo una investigación puede perdonar los abusos en Irak”

El superviviente del Holocausto recibe en Barcelona un premo de derechos humanos

Thomas Buergenthal.
Thomas Buergenthal. massimiliano minocri

Hijo de judíos alemanes que se acababan de establecer en Checoslovaquia, Thomas Buergenthal nació en Lubochna (actual Eslovaquia) en 1934 y sufrió de niño las penurias del Holocausto, del que salió vivo de milagro. Unas penurias de las que dejó testimonio muchos años después en su autobiografía Un niño afortunado.

En 1951 se fue a EE UU, donde desarrolló una brillante carrera judicial que le llevaría al Tribunal Interamericano de Derechos Humanos, a la Comisión de la Verdad de El Salvador y a la Corte Penal Internacional. Él se queda con su trabajo en El Salvador. “Allí vi las cosas terribles que había visto siendo un niño”, cuenta. “Estar allí y tener esa oportunidad de intentar ayudar fue para mí como un regalo del cielo”.

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Buergenthal, que este sábado recibirá en Barcelona el Premio Reconocimiento Derecho y Sociedad del bufete Roca Junyent, ha consagrado su carrera a los derechos humanos y se declara “encantado” de que el Senado estadounidense haya denunciado los abusos en Irak. Pero cree que “eso tenía que haber ocurrido cuando llegó Obama y tenía que haber habido una investigación formal y quizás un juicio”. “Esa es la única forma que nos permite suplicar perdón por lo que se hizo”, opina. Y, aunque votante de Obama, lamenta que éste dé por cerrado el asunto y cree que los abusos en Irak afectarán al futuro de los derechos humanos: “Es triste porque reduce la capacidad de EE UU para hablar a otros países sobre derechos humanos, porque siempre le van a recordar el informe”.

A pesar de su progresismo, ve problemas en el concepto de jurisdicción universal como herramienta para perseguir los abusos: “Es importante para los derechos humanos, pero puede haber un uso incorrecto por parte de los políticos. En el futuro ese tema va a ser un poco menos importante porque tenemos la Corte Penal Internacional”.

Dudas semejantes asoman cuando analiza el derecho a la autodeterminación. Lo defiende en el papel pero no en la práctica: “Es un derecho que usted y yo tenemos desde el punto de vista de los derechos políticos y civiles, pero siempre se usó para las colonias. En cierto modo, un grupo debería poder constituirse en Estado. Pero, por otro lado, comprendo por qué un Gobierno central se opondrá. Es una cuestión política que exige una solución política más que legal”.

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Se quedó solo en La Haya al oponerse a que el tribunal censurara el muro que Israel levantó para aislar a los palestinos, pero lo hizo por razones jurídicas argumentadas en detalle. Y no duda en censurar a Benjamín Netanyahu por querer convertir Israel en una nación judía: “No estoy de acuerdo con eso. Entre un 10% y un 20% de la población son palestinos que viven en Israel, y hay que tratarlos como a los demás ciudadanos y no ser discriminados. Estoy completamente en contra de eso y, si fuera ciudadano de Israel, me opondría, como lo haría en cualquier otro país. No creo que Israel sea distinto de los demás países”.

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