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Las maniobras saharauis y la colaboración de la Minurso

Marruecos está molesto con la labor de los enviados de la ONU y la última maniobra militar del Frente Polisario

Javier Casqueiro

En las calles de todos los barrios de El Aaiún hay en un día normal menos presencia militar y policial que en Rabat. En las carreteras aledañas a cada ciudad sí están situados estratégicamente controles de seguridad pero las autoridades locales han construido otro argumento para justificar esa vigilancia. “Es normal, están ahí para evitar que miles de inmigrantes subsaharianos den el salto a Canarias o suban por Marruecos hacia el estrecho y para eliminar el contrabando y el terrorismo de la franja del Sahel, deberíais darnos las gracias”, repiten sin considerarlo una amenaza. En la costa, cada 500 metros, se han construido puestos de vigilancia. Canarias, la isla de Fuerteventura, está apenas a 70 millas.

En las calles, y en las puertas de los mejores hoteles, lo que se ven son los todoterrenos blancos de la Minurso, la misión especial de la ONU, con 225 efectivos en la zona. Esta semana Argelia ha reconocido que un grupo del Frente Polisario, en presencia de su secretario general, Mohamed Abdelaziz, ha realizado una extraña e inédita maniobra militar en Aghouinit, cerca de Mauritania. En Marruecos se vigiló ese movimiento y se han molestado al ver a miembros de la Minurso en labores que parecían de asesoramiento.

Oficialmente, en Marruecos el conflicto saharaui se da por superado, con la apuesta real y del Gobierno por iniciar en 2015 un plan de regionalización con una autonomía avanzada, pero salta en todas las conversaciones. Y siempre igual. “Ningún saharaui real quiere ya la independencia”. “Los saharauis de Tinduf no son auténticos del Sáhara que fue español y viven todos del activismo, el contrabando de drogas y de armas y apoyados por Argelia”.

La contraversión encarnada por ejemplo por activistas como Aminatu Haidar, estos días de viaje de denuncia en Berlín, también está enquistada. En la zona no hay libertad de expresión ni de partidos, hay represión y presos políticos.

El gobernador local, Bouchaib Yehdih, lo niega. Dice que este año han visitado el Sáhara 20.000 turistas (5.000 españoles) y que solo 86 fueron expulsados porque venían premeditadamente a montar lío. Que apenas hay cuatro presos políticos registrados y considera a Aminatu una “Madona del activismo que solo habla en nombre de un tipo de saharauis”. Brahim Braith, fue tres años vicepresidente de la Asociación Saharaui proDerechos Humanos, ahora coordina la Agencia local de Desarrollo Social, y aunque entiende que todo es mejorable sostiene que ahora el mayor problema de discriminación es económico más que de libertades.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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