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Renuncian los jefes de los espías argentinos

Cristina Fernández acepta la dimisión de los dos responsables de la Secretaría de Inteligencia

Francisco Peregil
Cristina Fernandez, durante un discurso pronunciado el 13 de diciembre en Buenos Aires.
Cristina Fernandez, durante un discurso pronunciado el 13 de diciembre en Buenos Aires.MARCOS BRINDICCI (REUTERS)

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, aceptó este martes las renuncias de Héctor Icazuriaga, responsable de la Secretaría de Inteligencia y del subsecretario, Francisco Larcher. ¿Por qué dimiten y por qué acepta Fernández sus dimisiones? Cábalas y especulaciones nunca faltan en el mundo del espionaje: que si Fernández sospecha que una parte de los servicios de inteligencia trabajan para el diputado opositor Sergio Massa; que si algunos espías pasan información a los jueces que investigan a miembros de su Gabinete; que si el servicio de espionaje civil había perdido mucho crédito mientras el espionaje militar ganaba puntos frente a la presidenta… Lo único cierto es que Icazuriaga y Larcher, los hombres que manejaban los servicios de espionaje desde hace 11 años, han sido relevados. El nuevo secretario de Inteligencia será Oscar Parrilli, quien hasta hoy ejerció como secretario de Presidencia. Y el nuevo secretario de Presidencia será el senador Aníbal Fernández, antiguo Jefe de Gabinete. Se trata de cambios leves, cuando falta menos de un año para que la presidenta agote su mandato.

En realidad, los cambios que ha efectuado la presidenta en su Gabinete son muy leves. Y en ningún caso responden a los verdaderos deseos de la oposición, que reclama la renuncia del vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou, investigado por varios jueces. Fernández también resistió las presiones de la oposición cuando le solicitaron hace varios meses la destitución del Jefe del Ejército, César Milani, acusado de estar implicado en la desaparición de un soldado durante la dictadura militar (1976-1983).

En cuanto al secretario de la Presidencia, la presidenta solo se ha limitado a cambiar a un fiel escudero, Óscar Parrilli, por otro igual de fiel. La lealtad de Aníbal Fernández se puso a prueba hace dos años, cuando la presidenta emprendió una campaña de mentalización para que los argentinos dejasen de ahorrar en dólares y se pasaran al peso. La presidenta predicó con el ejemplo y pesificó sus más de tres millones de dólares ahorrados. Una semana después, el senador Aníbal Fernández reconoció en radio Continental, propiedad del grupo Prisa, que él tenía ahorros en dólares y que no los pensaba trasladar a pesos. Dijo que no era ningún tarado y que solo los cambiaría a pesos cuando no perdiera plata. Pocas horas después, la presidenta le reprendió en público, le dijo que estaba muy gracioso y le preguntó si había ingerido algo. A los pocos días, Aníbal Fernández pesificó sus dólares. Y el pasado noviembre admitió en una entrevista que perdió “una fortuna” al pesificarlos. Pero dijo que no se arrepentía. Su lealtad quedó demostrada. Ahora vuelve a la Casa Rosada, pero en realidad nunca estuvo muy lejos. Aníbal Fernández ha sido uno de los senadores más relevantes del oficialismo.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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