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México, en segunda línea de salida

El gobierno mexicano ha revigorizado su relación diplomática con Cuba pero su peso en la isla no es clave

Peña Nieto y Raúl Castro en enero de 2013 en Chile.Foto: atlas | Vídeo: AFP / Atlas
Pablo de Llano Neira

La noticia del principio del fin del túnel en las relaciones entre EE UU y Cuba tiene especial relevancia, por proximidad geográfica y lazos histórico-políticos, para su vecino México. “Es una buena nueva para la cuenca del Caribe, donde México es parte central y Cuba es la llave estratégica”, dice el politólogo mexicano Sergio Aguayo. Desde su punto de vista, una normalización del lazo entre Cuba y EE UU tendría repercusiones regionales positivas porque facilitaría el tránsito de mercancía y ciudadanos en el Caribe y la lucha coordinada contra el tráfico marítimo de drogas y armas. Aguayo también indica que de confirmarse el histórico deshielo se “diluiría el fantasma que siempre ha habido en México sobre la posibilidad de que un deterioro en Cuba provocase un flujo masivo de migrantes hacia México por la península de Yucatán [210 kilómetros al oeste de la isla]”.

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El historiador cubanomexicano Rafael Rojas considera que la noticia rebajará la tensión natural en la que se ha movido siempre la diplomacia mexicana en este tema: “Por un lado la prioridad de mantener buenas relaciones con EE UU y por otro la de no descuidar un vínculo respetuoso con Cuba”.

México fue un lugar clave para la revolución cubana. Allí, en la Ciudad de México, preparó en los años 50 Fidel Castro a sus hombres para echarse al mar hacia Cuba en el barco Granma. Fue la plataforma de salida de los guerrilleros. Después del triunfo insurgente, hasta finales del siglo pasado las relaciones entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hegemónico en México, y el intocable Gobierno de Castro fueron de hermandad diplomática. México fue el único país de América Latina y el Caribe que nunca rompió relaciones con la isla. “Los gobiernos autoritarios del PRI se entendieron muy bien con el gobierno autoritario de Cuba, y no interferían entre sí: Cuba nunca apoyó a la guerrilla mexicana y México siempre se cuidó de no apoyar a la disidencia al castrismo”, explica Aguayo.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, se refirió a la noticia este miércoles al final de un acto y la celebró como una “decisión histórica”. Antes, su canciller, José Antonio Meade, había escrito en Twitter: “La decisión es consecuente con la posición histórica de México de buscar soluciones pacíficas y promover la paz”.

Tras dos gobiernos del PAN (centro-derecha) entre 2000 y 2012 en los que la sintonía entre el poder mexicano y el cubano se perdió, la vuelta del PRI ha supuesto una rápida reconstrucción de los contactos de alto perfil entre los dos países. La última vez que Meade estuvo en la isla fue en septiembre. Anunció que su gobierno aumentaría la línea de crédito a Cuba y subrayó la voluntad de México de apoyar la inversión en la isla de empresarios mexicanos. Nueve meses antes, el Gobierno de Enrique Peña Nieto había resuelto condonar un 70% de la deuda que Cuba tenía con México, alrededor de 500 millones de dólares. El presidente mexicano estuvo en Cuba en enero. Se reunió con el presidente Raúl Castro, visitó a su hermano Fidel y afirmó que Cuba y México estaban dispuestos a escribir “una nueva página en la historia”.

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El historiador Rafael Rojas considera que la noticia rebajará la tensión en la que se ha movido siempre la diplomacia mexicana en este tema

Pese a su cercanía histórica y geográfica, sin embargo, México no es el principal socio latinoamericano de Cuba. Brasil ha logrado tener mucho más peso. Actualmente el Gobierno de Dilma Rousseff financia la obra más ambiciosa de la isla, el puerto de Mariel. Adelantado por Brasil y lastrado por los 12 años de desconexión con Cuba durante los gobiernos del PAN, México se encuentra ante el reto de reposicionarse aprisa en el mapa de las relaciones políticas y económicas con la isla. Olga Pellicer, experta en política exterior del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), analiza el futuro inmediato de esta relación partiendo de la base de que “un desbloqueo a corto plazo es improbable”, por la batalla política que aún se debe librar en EE UU; con todo, cree que una eventual apertura del mercado con Cuba podría ser beneficiosa para México como exportador, sobre todo de manufacturas. “Falta ver que el embargo se levante y que los empresarios mexicanos reaccionen rápido”.

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