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Rajoy pide al BCE la compra de deuda pública

El presidente del Gobierno español sugiere al presidente del Banco Central Europeo que tome más medidas y aumente la inflación en la zona euro

El presidente Mariano Rajoy, Jean-Claude Juncker, François Hollande y Pedro Passos Coelho, en el Consejo Europeo de Bruselas. / Foto: Efe | Vídeo: ReutersFoto: reuters_live
Claudi Pérez

“La recuperación no va como nos gustaría. Hay riesgos de deflación. Los socios europeos están haciendo consolidación fiscal, reformas y han activado el plan de inversiones. Quien tiene la facultad de elevar la inflación debería pensar en hacerlo”. Con esa referencia velada pero contundente, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha pedido al Banco Central Europeo medidas extraordinarias adicionales: que active un programa de compra de deuda pública. Rajoy considera que el BCE “ha hecho cosas importantes en los últimos tiempos”, con la compra de activos privados (covered bonds y ABS, que no han funcionado) y la rebaja de los tipos de interés hasta el 0%.

Pero España ha dejado claro en la rueda de prensa posterior a la cumbre que quiere más. En la reunión, ante los jefes de Estado y de Gobierno y delante del presidente del BCE, Mario Draghi, Rajoy ha asegurado que la recuperación “es más débil” y los riesgos de deflación “son más altos que hace dos meses”. Para sorpresa de los asistentes y del propio Draghi –que a la menor ocasión recuerda la sacrosanta independencia del banco central--, el Gobierno español reclama más activismo al Eurobanco: “La situación es preocupante y deberíamos preguntarnos si no deberíamos hacer más”, ha dicho en el Consejo Europeo, según relata una fuente presente en la reunión.

Rajoy ya dijo algo parecido en octubre en público, pero ahora lo reitera con mucha más claridad y se atreve a expresarlo dentro del Consejo, y en presencia de Draghi. Con mucha menos manos izquierda, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, ya pidió hace dos meses al BCE que deje de ser “banco clandestino” y le reclamó que “tire del carro” y sea “más activo” para avanzar en la recuperación económica.

No es habitual que los países europeos presionen abiertamente al BCE. Preguntado sobre si España quiere que Draghi empiece a comprar bonos, Rajoy ha apelado “a la prudencia” y ha mostrado respeto hacia la independencia del BCE. Pero el presidente del Gobierno se alinea así con el FMI y la OCDE, que junto a buena parte de los analistas consideran que los riesgos de deflación han aumentado y que con los tipos de interés en la zona cero Europa ya llega tarde en relación con los programas de compra masiva de deuda pública, el denominado Quantitative Easing (QE), que han activado Estados Unidos, Reino Unido y Japón. Draghi ha explicado dentro del consejo que si las últimas medidas extraordinarias no funcionan, está preparado para hacer más. Los expertos esperan que apriete el botón nuclear en la próxima reunión, el 22 de enero, o a más tardar el 5 de marzo.

La inflación europea está en el 0,3%, a un mundo del objetivo del 2%. En España, los precios llevan en negativo desde hace meses. Las compras masivas de deuda pública son prácticamente la última bala que le queda al BCE en el cargador: si sale bien, eso debería desatascar el crédito e impulsar la recuperación; si sale mal, elevará los precios e hinchará burbujas. En Estados Unidos y Reino Unido, el resultado de esa medida ha sido moderadamente positivo: ambas economías crecen a ritmos muy superiores a la europea y han rebajado los niveles de paro. En Japón, los resultados son menos brillantes. La hora del denominado QE se acerca a Europa. Y España es el primer país que le pide abiertamente a Draghi que no se duerma en los laureles. “Quien tiene la facultad de hacerlo, debería pensarlo”, es la frase exacta de Rajoy.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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