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‘Charlie Hebdo’, una revista satírica doblemente amenazada

A los ataques ideológicos se unen los problemas financieros de la publicación

Gabriela Cañas
 Una mujer lee el último número del semanario.
Una mujer lee el último número del semanario.C. BLUMBERG (EFE)

Charlie Hebdo había iniciado el año 2015 con una oferta especial para aumentar el número de suscriptores. Sin renunciar al humor, todavía en la mañana del grave atentado que ha costado la vida a 12 personas la página principal en internet de este famoso semanario proponía una reducción de precios bajo el llamamiento “La tarifa para todos”, en clara alusión a la legalización de las bodas homosexuales, conocida en Francia como El matrimonio para todos. El semanario satírico, provocador e irreverente, ha vivido bajo la permanente amenaza de las organizaciones religiosas y grupos radicales por sus caricaturas sobre Mahoma y los yihadistas, pero también de la falta de ingresos publicitarios y la drástica reducción de las ventas de ejemplares de papel.

Las caricaturas más atrevidas y que más polémicas han generado han salido de la pluma, justamente, de tres de los dibujantes-periodistas fallecidos este miércoles en el atentado perpetrado en la sede de la publicación en París. Se trata, entre otros, de Georges Wolinski, de 80 años, Jean Cabut (Cabu), de 76 años, y Stéphane Charbonnier (Charb), director de la revista, de 47. Este último publicó una reciente caricatura premonitoria en la que un yihadista, bajo el título Sin atentados en Francia, decía: “Esperen a que termine enero”.

El origen de Charlie Hebdo se remonta, en realidad, al año 1969. Nació entonces como un mensual llamado simplemente Charlie. En 1981 dejó de publicarse por falta de ingresos y reapareció en 1992. Sus problemas de seguridad empezaron en febrero de 2006, cuando publicó las caricaturas de Mahoma (más unas cuantas propias) de la revista danesa Jyllands-Posten, amenazada por publicarlas. Las organizaciones musulmanas francesas y el Consejo Francés del Culto Musulmán pidieron la retirada de Charlie Hebdo, pero, lejos de hacerlo, la revista promovió un manifiesto extremadamente duro contra el totalitarismo del islamismo radical.

En 2011, ante la inminente publicación de nuevas caricaturas sobre el islamismo radical y la ley islámica, la revista fue objeto de un ataque con un cóctel molotov en el que no hubo víctimas, pero sí calcinó las instalaciones, lo que obligó a la redacción a refugiarse en la sede del periódico Libération.

Pero los problemas de Charlie Hebdo, una revista laica e izquierdista que también ha tenido problemas con el Frente Nacional, no se limitan a su persecución por razones ideológicas. Con una tirada de menos de 50.000 ejemplares y sin ingresos publicitarios, el semanario lanzó en noviembre pasado un llamamiento para recibir donativos y mantener su independencia. “Charlie Hebdo está en peligro”, aseguraba hasta hace unas horas la propia redacción, formada por un escueto equipo de 22 periodistas y dibujantes, una secretaria y cuatro personas en la sección administrativa.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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