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EE UU suaviza las restricciones para el comercio y los viajes a Cuba

Washington confía en lograr “acelerar” la transformación política en la isla

Una calle de La Habana (Cuba).
Una calle de La Habana (Cuba).Alejandro Ernesto (EFE)

Los estadounidenses tendrán a partir de este viernes mucho más fácil viajar a Cuba. Y enviar remesas, comunicarse o comerciar con algunos bienes desde y hacia la isla. Aunque el embargo comercial decretado en los años 60 sigue en vigor —solo el Congreso puede desmontarlo de forma definitiva— el viernes entran en vigor las flexibilizaciones de las severas limitaciones impuestas durante décadas por EE UU. Así se apuntala el deshielo de las relaciones bilaterales anunciado el 17 de diciembre por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, un cambio radical de política que empezará a tomar forma en las primeras negociaciones bilaterales oficiales que ambos Gobiernos celebrarán la semana próxima en La Habana.

Los cambios “permitirán inmediatamente a los estadounidenses ofrecer más recursos para apoyar al pueblo cubano”, dijo la Casa Blanca sobre las medidas, que ya habían sido adelantadas en diciembre. Algo que, según Washington, llevará a que los cubanos “sean menos dependientes de la economía controlada por el Estado”. Esto es para EE UU una cuestión clave en su objetivo de “acelerar un proceso de transformación” en Cuba, aunque esta meta, reconocen fuentes del gobierno, es “a largo plazo”.

Esto significa que los individuos que cumplan las condiciones no necesitarán solicitar una licencia para viajar a Cuba” Departamento del Tesoro

El mantenimiento del embargo hace que los viajes de estadounidenses a la isla aún contengan limitaciones significativas. De hecho, ni siquiera se habla aún oficialmente de “turismo”, aunque todos los expertos entienden que los cambios abren casi de par en par la puerta a ello. Para viajar a Cuba, seguirá siendo necesario formar parte de una de 12 categorías existentes: viajes familiares o gubernamentales, de organizaciones intergubernamentales, medios de comunicación, centros de investigación, proyectos educativos, religiosos y médicos, entre otros. Pero ya no habrá que pedir una licencia específica cada vez, sino que basta con cumplir alguna de las categorías.

En paralelo, los agentes de viajes y las aerolíneas podrán suministrar “viajes autorizados” a la isla caribeña sin necesitar, como ahora, una licencia específica del Departamento del Tesoro. Y una vez en Cuba, los estadounidenses podrán usar tarjetas de crédito norteamericanas o regresar con bienes por valor de 400 dólares (343 euros).

Esta flexibilización se produce en la antesala del primer encuentro oficial entre EE UU y Cuba para negociar la normalización de relaciones diplomáticas. Será el 21 y 22 en La Habana y para ello viajará hasta la isla la secretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, la más alta funcionaria estadounidense que pisa Cuba en décadas. La secretaria de Comercio, Penny Pritzker, también quiere visitar este mismo año Cuba, al igual que el secretario de Estado, John Kerry, que sería el primer jefe de la diplomacia estadounidense que pisa la isla en 60 años.

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Cuba también ha hecho su parte para allanar el camino hacia esta cita clave, la primera oficial y pública tras las negociaciones secretas que mantuvieron altos funcionarios cubanos y estadounidenses durante 18 meses, y que llevaron al drástico cambio de rumbo anunciado en diciembre.

El lunes, el Gobierno cubano informó al estadounidense de que había completado la excarcelación de los 53 presos políticos que Washington le había pedido liberar no como un requisito de las negociaciones, sino como un gesto de buena voluntad.

Aunque la flexibilización de los viajes es una de las medidas más llamativas, Washington confía en que serán las aplicadas en las restricciones comerciales y financieras —y que benefician en primera línea a los emprendedores privados o “cuentapropistas”, como se les conoce en Cuba— las que lleven a un “fortalecimiento de la sociedad civil independiente” en la isla. Que es la que, en último término, debe provocar los cambios económicos —y políticos— en la isla, según el razonamiento estadounidense.

Ahí entran medidas a partir de ahora en vigor como la ampliación de 500 a 2.000 dólares por trimestre el envío de remesas, así como la exportación de materiales de construcción y herramientas o de equipos para la actividad agrícola privada. Asimismo se facilita el establecimiento y exportación de servicios y productos de telecomunicaciones de EE UU a Cuba, lo que debería ayudar a mejorar la penetración telefónica y de Internet en la isla, y se eliminan las licencias para la venta y donaciones de ordenadores, teléfonos y aparatos de software.

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