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¿Qué es el discurso sobre el estado de la Unión?

Los presidentes comparecen a principios de año ante el Congreso para delinear sus próximas medidas de Gobierno

Discurso del presidente Obama en 2011.
Discurso del presidente Obama en 2011. TIM SLOAN (AFP)

El presidente Obama ofrecerá este martes su discurso sobre el estado de la Unión, una comparecencia que ha servido históricamente a los mandatarios para defender su labor de los meses anteriores y anunciar las principales medidas que pretende abordar en el curso. El discurso es, además, una de las pocas comparecencias en las que el presidente puede contar con niveles de audiencia máximos en televisión. No hay acto de campaña ni evento con ciudadanos ni rueda de prensa con un alcance equiparable.

El evento político más visto del año, todos los años, tomó esta forma desde que el presidente Woodrow Wilson decidió abandonar la tradición de enviar su informe sobre el estado de la nación al Congreso, para contárselo en persona. El acto reúne en el Capitolio a los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado, a los jueces del Tribunal Supremo, los altos mandos del Ejército y el gabinete de Gobierno. Solo falta una persona, un secretario de la administración es designado como “superviviente” y debe seguir el discurso desde otro lugar y poder asumir el mando en el caso de que ocurra una catástrofe.

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Ningún otro acto reúne a la élite del poder ejecutivo, legislativo, judicial y militar en un mismo recinto. La llegada del presidente desde la Casa Blanca hasta el Capitolio tras recorrer la Avenida Pennsylvania, es anunciada de viva voz por el Sargento de Armas de la Cámara, narrada en directo por televisión y recibida con aplausos unánimes. Los legisladores esperan además al mandatario en el pasillo de la Cámara, aguardando una oportunidad para estrecharle la mano. El presidente recibe entonces el saludo de su vicepresidente y el portavoz de la Cámara de Representantes, las dos únicas personas que le acompañan desde el podio.

A partir de ahí, Obama como sus predecesores, aprovechará la siguiente hora para examinar el estado de la economía estadounidense, así como los principales asuntos que afectan a sus ciudadanos, y delinear las medidas que quiere adoptar en los próximos meses. Su comparecencia se entiende también como un acto de presentación ante los legisladores, encargados de redactar y aprobar las normativas defendidas por Obama. El presidente cuenta con menos apoyos en el Capitolio que nunca, ya que el pasado 6 de enero el Partido Republicano estrenó mayoría en las dos Cámaras gracias a las victorias electorales de 2014.

Esta mayoría ya ha impedido en el pasado que Obama pueda contar con la aprobación de algunas de sus grandes reformas, por lo que el discurso, como ocurrió el año pasado, también puede servir para comunicar a los legisladores que el presidente quiere actuar sin ellos y legislará por decreto. Este es el caso de algunas de las medidas anunciadas por Obama en 2014, como la reforma migratoria, o el proyecto para cubrir las matrículas universitarias de estudiantes sin recursos, como hará este martes.

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El discurso tiene por tradición más protagonistas que el presidente. La Casa Blanca, en colaboración con la oficina de la primera dama, elige cada año a más de una decena de ciudadanos que ponen cara al momento que atraviesa el país. Todos ellos se sientan en la noche del tercer martes de enero en el palco de la primera dama para escuchar al presidente. En esta ocasión, los elegidos son, entre otros, varios ciudadanos que escribieron cartas a Obama para pedirle ayuda o darle las gracias por haberse beneficiado de reformas como la del sistema sanitario, una estudiante indocumentada que ya no teme por su deportación, un astronauta, dos ejecutivos, un veterano del Ejército o un capitán del cuerpo de policía del sur de Los Ángeles.

Poco después de finalizar el discurso, un miembro del partido en la oposición, republicano en este caso, dará la réplica al presidente con su visión de las propuestas. Esa oportunidad ha servido en anteriores ocasiones para representar la división entre los republicanos y el Tea Party, que ofreció su propia respuesta a Obama en varias ocasiones. El senador de Florida, el republicano Marco Rubio, que tuvo que interrumpir su intervención para beber agua ante las cámaras hace dos años, también demostró que cualquier anécdota puede robarle protagonismo a uno de los discursos más esperados, analizados y diseccionados de cualquier presidente.

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