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La UE adopta perfil bajo con Tsipras y dará concesiones a cuentagotas

Berlín espera que Grecia prosiga con las reformas y París celebra el éxito de Syriza

Claudi Pérez
Angela Merkel, este lunes en una ceremonia en Auschwitz.
Angela Merkel, este lunes en una ceremonia en Auschwitz.tobias schwarz (afp)

La palabra del año en Bruselas es contranarrativa. La búsqueda de un relato alternativo es una obsesión para la UE, que trata así de contrarrestar desde su propio declive en el tablero mundial hasta las aventuras de Vladímir Putin en Ucrania e incluso la ofensiva yihadista en el continente. Lo mismo vale para Grecia: Bruselas amaneció este lunes con la victoria de la izquierda en Atenas, que anticipa nuevos tiempos en muchos ámbitos. La contranarrativa de la UE, en el caso griego, pasa por adoptar un acusado perfil bajo en relación al nuevo Gobierno de Alexis Tsipras, y en todo caso por hacer las concesiones que sean indispensables, y siempre con cuentagotas. El objetivo es reducir a la mínima expresión el temido efecto contagio. Financiero, pero ahora sobre todo político: los partidos de centroderecha y centroizquierda, que dominan en la gran mayoría del continente, recelan del nuevo escenario en Grecia por las consecuencias que esa victoria pueda tener en otros países.

La Unión Europea es consciente de que se juega mucho en Atenas

Los líderes europeos se tentaban este lunes los ropajes antes de la habitual ronda de declaraciones ante una negociación que se adivina larga y que arrancará dentro de unas semanas, con la asistencia de Tsipras a su primera cumbre europea, el 12 de febrero. Hasta entonces Grecia no va a desvelar qué quiere exactamente, y en consecuencia tampoco hay nadie en la zona euro que quiera enseñar sus cartas. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aseguró hace solo un mes que en Bruselas “no gustan las caras nuevas”, pero este lunes felicitó efusivamente a Tsipras por su “éxito” electoral y le ofreció la asistencia del Ejecutivo europeo para lograr “crecimiento sostenible” y “credibilidad fiscal”. Obviamente, eso significa cosas distintas en Atenas y Bruselas: Syriza quiere mitigar la austeridad y reestructurar la deuda pública, mientras que los socios del euro repiten como una letanía que Grecia “debe respetar sus compromisos”.

Berlín será parada obligada en cada una de las fases de la negociación. Tras el sonoro revés de la semana pasada con el anuncio del BCE de las compras a gran escala de deuda pública —recibido en Alemania con una fea mueca de disgusto—, la victoria de Syriza es un nuevo contratiempo. Merkel tiene cerca dos elecciones regionales (en Hamburgo y Bremen), con el partido antieuro Alternativa para Alemania amenazante por su derecha. El éxito de Tsipras preocupa en la cancillería. Las críticas directas a la austeridad dictada por Berlín y las declaraciones subidas de tono acerca de una quita unilateral de la deuda durante la campaña no ayudan. El ministro de Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, dejó claro que su Gobierno “se ofrece para trabajar con el Ejecutivo griego”, pero a la vez “espera que mantenga la senda reformista” de los últimos años. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, recordó que Grecia seguirá precisando ayuda europea, y avanzó que solo llegará “si se respetan los acuerdos”.

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Menos políticamente correcto, el primer ministro finlandés, Alexander Stubb, advirtió de que su país —con elecciones en marzo— no aceptará una quita. “No vamos a perdonar ninguna deuda”, dijo. “Pero estamos dispuestos a discutir una ampliación de los plazos”, destacó. Eso es una novedad: incluso los países más duros, con Finlandia a la cabeza, conceden ya que hay que encontrar el modo de reestructurar la deuda griega, del 175% del PIB.

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Algo ha empezado a cambiar en Europa. Junto a ese giro de los acreedores, el BCE ha activado las compras de bonos y la Comisión es ya algo más laxa con las políticas fiscales. En otros países, la victoria de Syriza se ve como una oportunidad para afianzar el giro de la política económica europea. El presidente francés, François Hollande, fue este lunes el primer líder en felicitar a Tsipras, a quien ofreció su apoyo para “recuperar el camino de la estabilidad, el crecimiento y el espíritu de solidaridad que une a los europeos”. No obstante, matizó respecto a la deuda: “Los compromisos deben cumplirse”. Francia considera que el triunfo de Syriza juega a favor de una nueva política alejada de las recetas de austeridad a ultranza, informa Carlos Yárnoz.

Más allá de las declaraciones de cortesía típicas del día después, Europa es consciente de que se juega mucho en Grecia, inicio y estación de paso en todas y cada una de las réplicas de la crisis. Tras la sacudida que ha dado Tsipras a la política continental, los analistas coinciden en subrayar que no se esperan nuevas convulsiones, pero nadie se atreve a descartar un accidente “por la falta de experiencia de Syriza o porque Berlín no permita suficiente margen para Grecia”, según fuentes europeas. “Hay incertidumbre y Alemania está bajo presión, pero hay que ver qué puede lograr Tsipras y no habrá ningún tipo de acuerdo sin el consentimiento de Berlín. Entramos en una negociación en la que debe haber concesiones por ambas partes”, dijo Fabian Zuleeg, del Centro de Política Europea. “Hay un par de riesgos considerables para la política europea: Syriza ha prometido mucho, y si no consigue resultados eso puede derivar en inestabilidad interna. Pero Europa está obligada a moverse, a permitir alivio con la deuda y a dar algo de margen para que vuelva el crecimiento. El mayor riesgo es que Berlín no permita grandes cambios para no ver peligrar el statu quo. Pero tal vez el statu quo no sea sostenible”, abundó Guntram Wolf, de Bruegel.

El Eurogrupo pide tiempo

NATALIA DE MIQUEL, Bruselas

La victoria de Syriza en las elecciones griegas protagonizó la reunión del Eurogrupo este lunes en Bruselas. Los ministros de Economía de la UE dejaron claro que están dispuestos a negociar con el nuevo Gobierno, pero descartaron una quita de la deuda. El presidente del Eurogrupo, el socialdemócrata holandés Jeroen Dijsselbloem, apuntó que la eurozona “ha hecho mucho para disminuir la carga de la deuda, mediante la reducción de los tipos de interés y la extensión de los plazos”. Dijsselbloem pidió “paciencia” hasta que el nuevo Ejecutivo se pronuncie, aunque subrayó la “ambición” de Syriza de quedarse dentro de la moneda común.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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