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El izquierdista Tsipras eleva en el Parlamento griego su pulso a la UE

Su prioridad es dar comida y techo a los más pobres y recuperar a funcionarios

Tsipras charla con su viceprimer ministro y el titular de Interior.Foto: atlas | Vídeo: Atlas / AP
María Antonia Sánchez-Vallejo

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, llegó este domingo a la sesión de investidura de su Gobierno aislado y amonestado por Europa; con un único activo (el apoyo del 72% de los ciudadanos a su pugna con Bruselas y Berlín, según un sondeo publicado el sábado) y sólo dos opciones posibles: no abrir un nuevo frente con sus socios y acreedores y mantener las promesas electorales que dieron la victoria por mayoría a su partido, Syriza, el 25 de enero.

Si estamos de acuerdo de que la austeridad fue desastrosa, la solución se alcanzará por medio de negociaciones

Tsipras optó por lo segundo e hizo una demostración de firmeza que en Europa puede costarle lágrimas como las que derramó al terminar su discurso pero que parecía la única senda posible ante los griegos: ni un paso atrás, máxime cuando incluso le apoyan, según la citada encuesta, el 43% de los votantes de la conservadora Nueva Democracia (principal grupo de oposición). “No pediremos una extensión del rescate porque los programas de rescate han fracasado”, recalcó, anunciando una comisión parlamentaria que investigue cómo llegó Grecia a esta situación.

Tras los mensajes negativos recibidos esta semana en su gira europea y en la que realizó su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, el líder de Syriza no volvió a plantear una quita específica de la deuda, sólo moduló la propuesta. “Grecia quiere pagar su deuda, una deuda que ronda el 180% del PIB; si los socios desean lo mismo, deben negociar con nosotros los medios técnicos para hacerlo”, declaró.

En un discurso alentado por “la dignidad” (“la soberanía nacional y el mandato del pueblo [en las urnas] son innegociables”), su tono de firmeza e incluso exigencia ante Europa pudo sonar a desafío, pero en realidad se limitó a desgranar el grueso de las propuestas de su programa electoral. La primera prioridad, dijo, será afrontar con urgencia (“a partir del miércoles”; el debate de investidura concluye el martes a medianoche con el voto de confianza) la emergencia social que vive el país, con tres millones de personas en el umbral de pobreza: “Daremos comida, luz, techo y sanidad a decenas de miles de familias que pasan hambre y viven a oscuras”; también será inmediata la recontratación de todos los empleados públicos cuyos despidos vulneraron la ley (limpiadoras ministeriales, guardas escolares, etcétera).

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Una agenda intensa

Lunes. Alexis Tsipras se reunirá este lunes en Viena con el canciller austriaco, Werner Faymann, socialdemócrata.

Martes. A las once de la noche (una hora menos en España), Tsipras pondrá fin a la sesión de investidura iniciada el domingo, tras la presentación de su programa de gobierno y el debate de sus propuestas. A medianoche, se votará la confianza al Ejecutivo. Este tiene mayoría absoluta (162 escaños: 149 de Syriza más los 13 de su socio, Griegos Independientes).

Miércoles. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, presentará en Bruselas en la reunión extraordinaria del Eurogrupo sobre Grecia, la propuesta de un "acuerdo-puente" hasta junio.

Jueves. Tsipras debuta en una cumbre europea de jefes de Estado y de Gobierno, también en Bruselas.

Esta primera fase de actuación, o plan de choque, durará seis meses durante los cuales Grecia espera poder “alcanzar un crédito-puente” de los acreedores para mantenerse a flote, una medida que Varoufakis propondrá el miércoles al Eurogrupo y, en lo tocante al alivio material de la crisis, costará alrededor de 1.880 millones de euros, que se obtendrán en parte de medidas de ahorro en la Administración. Algunas de ellas son “la reducción del 30% del personal y el 40% de la seguridad de presidencia del Gobierno; recorte de hasta el 50% de los asesores y personal contratado por los diputados en el Parlamento [sobredimensionado por el clientelismo]; la venta de uno de los tres aviones del Gobierno, y la reducción drástica, hasta el 50%, de los coches de los ministerios (700)”, enumeró. La lucha contra la evasión fiscal y el contrabando de tabaco y combustible que generan unas pérdidas de 12.000 millones de euros al año, en estimaciones de Syriza también permitirá al Gobierno rellenar las arcas públicas.

Otra de sus promesas electorales más repetidas, la subida del salario mínimo a 751 euros de los 586 actuales, tendrá sin embargo carácter progresivo, hasta 2016. También se recuperará la paga de Navidad para los jubilados con pensiones inferiores a 700 euros; se prohibirán los desahucios (la moratoria concluyó en diciembre), se eliminará un impopular impuesto sobre la primera vivienda (Enfia) y se elevará el mínimo exento de contribución a 12.000 euros al año. En cuanto a la sanidad pública, se restablecerá el acceso universal al sistema de los aproximadamente tres millones de griegos excluidos ahora (parados de larga duración y autónomos sin cobertura). Y, en fin, se concederá la nacionalidad a los hijos de inmigrantes nacidos y criados en Grecia, una medida de la que disiente abiertamente su socio de gobierno, el partido de derecha nacionalista Griegos Independientes (ANEL).

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En cuanto a las privatizaciones, otro polémico punto de su programa y objeto de anuncios por sus ministros nada más constituirse el Gobierno, el jefe del Ejecutivo subrayó que está abierto a la inversión privada, salvo en “redes e infraestructuras del país, que son nuestro capital nacional, nuestra riqueza natural y mineral”, dijo, aludiendo a los cancelados proyectos de privatización de parte del puerto del Pireo y el de Salónica, la empresa pública del gas y varias minas. Además del esperado maná de las inversiones públicas, el Gobierno desarrollará un programa de gasto público que, sugirió, no debería contabilizarse en la previsión del déficit.

Tsipras, pues, sin apartarse ni un milímetro de la denuncia de la austeridad que le dio la victoria en las urnas, presentó en el Parlamento un programa a dos velocidades (un primer plan de choque hasta finales de la primavera, y los tres años y medio restantes de legislatura) y definido por tres directrices básicas: auxilio (de la emergencia económica y social); recuperación (económica y creación de empleo) y reforma (fiscal, y también de la Administración y del Estado).

Tras una hora y media de discurso, la bomba explotó al final. Tras rendir homenaje a “todos los que murieron combatiendo al fascismo”, y a pocos metros de 17 diputados fascistas (los del partido neonazi Aurora Dorada), Tsipras formuló en voz alta, y con luz y taquígrafos, una reclamación que estaba en el programa electoral pero que levantará ampollas en Berlín: el pago de compensaciones de la II Guerra Mundial. Con las espadas muy en alto, todo parece indicar que tras este mensaje a Tsipras no le esperarán con mucha simpatía en Bruselas, donde el jueves debutará en una cumbre europea y donde se verá las caras por primera vez con la canciller alemana, Angela Merkel.

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