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Viñetas con Correa en Ecuador

El dibujante Bonil, en el punto del mira del Gobierno del país andino, es el humorista más perseguido por la ley de medios

Javier Lafuente
Dibujo de Bonil sobre la censura, confeccionado para EL PAÍS.
Dibujo de Bonil sobre la censura, confeccionado para EL PAÍS.

Había acabado el acto en el que intervino el general Guillermo Rodríguez Lara, el dictador que gobernó Ecuador en la primera mitad de los años setenta, cuando el periodista Gonzalo Bonilla, durante el cóctel, se lanzó a contar una serie de chistes sobre militares a algunos de sus colegas: “Se te está yendo de las manos”, le advirtió uno de ellos, sin éxito. “General”, se dirigió Bonilla al dictador: “¿No es cierto que le gusta que le cuenten chistes sobre militares”. “Así es, licenciado”, contestó Rodríguez Lara a regañadientes. “Ves, te lo dije, el problema viene cuando se los tienen que explicar”, añadió a su colega periodista. La anécdota, recordada entre risas por su hijo, el dibujante Xavier Bonilla, Bonil, evidencia cómo la relación entre humor y poder han impregnado la vida del caricaturista más incómodo para el Gobierno de Ecuador.

La Superintendencia de la Información y la Comunicación (Supercom), un órgano creado después de que el Gobierno de Rafael Correa aprobase la Ley de Comunicación Orgánica en 2013, amonestó la semana pasada a Bonil por una viñeta en la que criticaba la preparación de un diputado afroecuatoriano del oficialismo que se trabó al leer un discurso en la Asamblea Nacional. La Supercom instó a Bonil a “corregir y mejorar sus prácticas para el pleno y eficaz ejercicio de los derechos a la comunicación”, mientras que al diario El Universo le obligaba a publicar una disculpa en su edición impresa y en la página web durante siete días, a modo de gigantesco letrero negro.

“Toda mi vida profesional he estado del lado de la defensa de los derechos, de los colectivos e individuales. Hoy recibo una sanción por discriminación y me quedo con los ojos cuadrados”, lamenta Bonilla desde Quito, “un poco desgastado personal y anímicamente”. “Es increíble que me acusen de racismo, ¡si a mi padre le llamaban El Negro!”, recalca. El dibujante, a punto de cumplir 51 años y con 30 de profesión, creció con las viñetas de Chumy Chúmez, de Forges; con los ejemplares de Hermano Lobo y Charlie Hebdo que su padre, que vivió en París en los setenta una breve temporada, le llevaba a Ecuador. “Todos ellos me hicieron ver que el humor era un camino para hablar de lo que uno está descontento”.

“Toda mi vida profesional he estado del lado de la defensa de los derechos", afirma el dibujante

Las disputas entre Bonil y El Universo con Rafael Correa se han repetido los últimos años. En enero de 2013, Correa y Jorge Glas, candidato a la vicepresidencia, remitieron una carta a El Universo en la que criticaban una viñeta de Bonil y exigían su derecho a réplica en el mismo espacio. Pero el diario, de Guayaquil, lugar de origen del presidente, publicó íntegra la carta en otra sección, la de Opinión, lo que molestó al dirigente. En febrero del año pasado, Bonil fue la primera víctima de la ley de medios, aprobada en junio de 2013. La Supercom le obligó a rectificar una viñeta sobre el allanamiento de la vivienda del periodista Fernando Villavicencio, asesor de un asambleísta opositor, al considerar que no correspondía “con la realidad de los hechos y estigmatiza la acción de la Fiscalía General y la Policía Judicial”. El dibujante acató la orden, pero nadie esperaba que recurriese al humor en la rectificación. Una broma de mal gusto para el poder. Aunque en esta ocasión la sanción haya sido menor, Bonil cree que la advertencia es “una espada de Damocles” que le han clavado para tenerlo controlado o atemorizarlo.

El dibujante rechaza tener una fijación sobre Correa y recuerda que uno de los primeros trabajos que publicó en un gran medio fue una caricatura de un funcionario del Ejecutivo de Febres-Cordero, “el gran representante de la derecha, que dirigió un Gobierno represor, al que todavía el actual Ejecutivo lo menciona como ejemplo de lo que es opuesto a ellos”, rememora. Sí admite Bonil que Correa es al dirigente que más ha dibujado “por el simple hecho de que es quien más lleva en el poder”, desde que ganase sus primeras elecciones en 2006.

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Correa siempre ha sido criticado por el control que ha querido ejercer sobre la prensa, agudizado tras la aprobación de la ley de medios, en 2013. La Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios) denunció el año pasado 254 ataques a la libertad de expresión, desde decisiones judiciales arbitrarias, agresiones verbales o abusos de poder, un aumento del 46% respecto a 2013.

El secretario nacional de Comunicación, Fernando Alvarado, dijo en una entrevista en 2012 que los medios “son como una maleza que había que limpiar”. El propio Correa no ha sido ajeno al proceso contra Bonil. Un día después de celebrarse la vista contra el dibujante, el presidente dejó clara su opinión en Twitter: “Proceso de afros contra Bonil: ¡qué bueno que haya debate sobre estos temas! [sic] Antes los jocosos hacían lo que les daba la gana”.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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