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El zar anticorrupción griego

Un prestigioso exfiscal experto en lavado de dinero combatirá como ministro una lacra que supone el 25% del PIB

María Antonia Sánchez-Vallejo
Panayotis Nikoloudis, el pasado 4 de febrero en Atenas.
Panayotis Nikoloudis, el pasado 4 de febrero en Atenas.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

La silueta varada de un carguero abandonado en una isla con millones de cajetillas de tabaco de contrabando en la bodega. Las cuentas no declaradas en el extranjero de miles de profesionales liberales y empresarios. El depósito del coche lleno de gasoil industrial, que paga menos tasas. El fakelaki (sobrecito) con que un ciudadano de a pie prevé lograr una atención prioritaria —o simple cuidado, a secas— en el colapsado sistema de salud. La lista de ejemplos del mal endémico que es la corrupción en Grecia es interminable, y todos los conoce muy bien el fiscal Panayotis Nikoloudis (Mani, 1949), ministro de Estado (sin cartera) para el combate de la corrupción, que tras un mes en el cargo ya sabe lo que es “volver a fumar” y, sobre todo, extremar los pies de plomo en este terreno minado. De la excepcionalidad de su tarea da fe el visible aparato de seguridad que custodia su despacho, en una sede provisional en el centro de Atenas, donde se realizó esta entrevista el pasado día 27. Otros ministros se mueven libremente, sin escolta, empezando por el de Finanzas, Yanis Varoufakis.

“Ojalá tuviera más tiempo; hasta ahora sólo tenemos miles de provisiones pero no resultados concretos. Pero gracias a mi experiencia como fiscal durante 38 años, los últimos tres como encargado de una unidad independiente contra el blanqueo de dinero, he podido desarrollar métodos y prácticas que ahora me servirán” en el ministerio. “Estos últimos años he aprendido más que en todos los anteriores”, continúa quien fuera número dos del Tribunal Supremo griego. Y todo, con un equipo formado únicamente por 30 personas: “Parecen pocas, pero para combatir la corrupción tienes que controlar hasta el último de los mecanismos; es decir, hasta la última de las personas [del equipo]”.

Nikoloudis, afable y cercano, recuerda que la corrupción es un ámbito muy vasto, “de la alta corrupción o los delitos financieros a la corrupción cotidiana del fakelaki o el arreglo informal”, y viceversa. Pero el combate, subraya, ha de comenzar en las alturas: “La raíz de la corrupción está en un núcleo formado por la élite económica, la élite política y los medios de comunicación. Desde mediados de los ochenta estos tres elementos constituyen un todo, y para desentrañar sus intereses hay que romper el núcleo, una tarea muy difícil”. Tan difícil, como desafiar el poder omnímodo de media docena de apellidos (Lazís y Bóbolas al frente) que dominan complejos entramados, de la construcción a la comunicación y las obras públicas. O que pilotan algunas de las privatizaciones ya aprobadas, como por ejemplo la del antiguo aeropuerto de Ellinikó, subastado por un precio muy bajo a un consorcio liderado por Lamda, el emporio de Lazís. Cálculos de la OCDE estiman que entre el 25% y el 30% de la economía griega es informal, negra, pasto de la corrupción y el fraude.

Nikoloudis asegura contar con el apoyo decidido del primer ministro, Alexis Tsipras, que recurrió a él, un independiente sin adscripción partidista, “con una voluntad política muy clara de reformar a fondo el sistema. Hasta ahora, no sabría decir si no queríamos o no sabíamos hacerlo; somos mediterráneos, laxos…”

De los 28.000 expedientes que Nikoloudis abrió al frente de la unidad de lavado de dinero, se ha sustanciado una pequeña parte, apenas 3.200, relativos a unos cientos de depósitos bancarios en Grecia y en el extranjero, y ya han sido remitidos a la unidad policial de delitos financieros (SDOE, en sus siglas griegas) para recuperar los 2.500 millones de euros que adeudan al fisco. “Aquel que roba una cartera es execrado por la sociedad y va a la cárcel; pero al que defrauda o evade impuestos se le mira con sonrisas, cuando no con admiración… No obstante no me atrevería a decir que la corrupción esté en nuestro ADN… Es el liderazgo el que debe dar ejemplo para hacer posible este cambio”.

Pero Nikoloudis previene contra cualquier intento de cantar victoria antes de tiempo. “No soy un Heracles, ni un superdetective, ni nada por el estilo… No tengo la utopía de querer convertir a este país en un paraíso (esto no se logrará jamás), pero resultados habrá, no sé si muchos o pocos… pero sí radicales”.

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De evasión fiscal, una de las patas del ingente problema —“y teóricamente la más fácil de combatir”, según el ministro—, sabe mucho Haris Theocharis, portavoz del grupo parlamentario del partido To Potami (centro, 17 diputados), que dimitió pocos meses después de ser nombrado responsable de Recaudación (Hacienda) en junio de 2014, bajo el Gobierno de Andonis Samarás. Chocar de frente contra el statu quo le hizo renunciar tan rápido. “La élite, obviamente, no quiere que nada cambie, y si la Administración no funciona, se enraíza cómodamente”, asegura Theocharis, para quien la base de la corrupción es “la baja calidad de los servicios públicos, que obliga a pagarlos dos veces”. Por eso, pese a la oposición teóricamente frontal de su partido al Gobierno de la izquierdista Syriza, “To Potami va a votar a favor de las leyes anticorrupción que presente en el Parlamento… Este combate requiere tiempo, unas medidas podrán aplicarse deprisa, otras llevarán un año y otras más incluso… pero cada medida adoptada propiciará un mejor resultado de la siguiente…”

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