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La inestabilidad de Argelia y Libia arrastra a Túnez

Los tres países comparten unas fronteras muy porosas

Fuerzas de seguridad y emergencias libias, en el hotel Corinthia de Trípoli, donde el Estado Islámico atentó el pasado enero.
Fuerzas de seguridad y emergencias libias, en el hotel Corinthia de Trípoli, donde el Estado Islámico atentó el pasado enero.MAHMUD TURKIA (AFP)

A pesar de constituir el único caso de éxito reciente de una transición democrática en el mundo árabe, Túnez, cuna de las revueltas populares iniciadas en 2011, no recuperará fácilmente la estabilidad política. En parte, ello se debe al negativo influjo que ejercen dentro de la sociedad tunecina sus dos problemáticos vecinos, Argelia y Libia, con los que comparte unas porosas y desérticas fronteras. Las conexiones del yihadismo tunecino, responsable del sanguinario atentado del miércoles en el Museo Nacional del Bardo, con sus homólogos libios y argelinos representan todo un recordatorio del alcance del desafío.

Magreb convulso

- Argelia fue pionera en el terrorismo islamista. En 1992, cuando el Gobierno interrumpió unas elecciones para impedir el triunfo del islamista Frente Islámico de Salvación (FIS), se desató un conflicto armado que costó 200.000 muertos en una década.

- Sus protagonistas fueron el Grupo Islámico Armado (GIA, brazo armado del FIS); su sucesor, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate y, desde 2003, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

- El colapso de Libia tras la caída de Gadafi ha facilitado la entrada de yihadistas en el país. El Estado Islámico se ha hecho fuerte en enclaves como Sirte y Derna.

- Túnez se mantuvo a salvo durante el régimen de Ben Alí, pero tras su caída se infiltraron células del AQMI.

El riesgo de contagio del extremismo religioso argelino no es nuevo, sino que se remonta a la guerra civil que asoló Argelia durante los años noventa y que se saldó con la muerte de más de 200.000 personas. La derrota de la insurgencia islamista a manos del Estado, dominado por el Ejército desde prácticamente la independencia del país, no implicó su completa erradicación, sino que más bien la forzó a un cambio de estrategia. El violento Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, creado en 1997 a partir de una escisión del Grupo Islámico Armado (el brazo armado del partido Frente Islámico de Salvación), se reconvirtió así en 2003 en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), ampliando su cobertura y su radio de acción.

La capacidad de penetración de los radicales en Túnez durante la era del dictador Ben Alí fue bastante limitada, lo que no impidió que se produjera algún sonado atentado, como el que segó la vida de una veintena de personas, la mayoría turistas, en Djerba. El Estado policial en Túnez era tan eficiente como implacable, y ni tan siquiera toleraba el islamismo moderado de Ennahda. No obstante, todo cambió tras la deposición de Ben Alí. Las fuerzas de seguridad relajaron su control sobre la población, lo que fue aprovechado por los militantes yihadistas tunecinos y sus colegas argelinos.

Desde 2013 se advierte del riesgo de contrabando de armas al país

"Hay pruebas de que células del AQMI se han infiltrado en Túnez. Además, existe un grupo yihadista tunecino llamado la brigada Uqba Ibn Nafi, y que en 2014 juró su lealtad al Estado Islámico, que está probablemente conectado con AQMI", explica Stefano Torrelli, un investigador del think tank italiano ISPI, especializado en islamismo. No en vano, es en la región de Jebel Chaambi, cerca de la frontera con Argelia, donde se ha registrado una actividad yihadista más intensa y donde se ha concentrado la ofensiva antiterrorista de las autoridades tunecinas durante los últimos meses.

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En cambio, Libia ha exportado inestabilidad a su vecino occidental más recientemente. En otoño de 2011, junto con el régimen de Muamar el Gadafi cayeron también sus instituciones, creando un vacío de poder ideal para la expansión de mafias y grupos extremistas. Ya en 2013, el centro de estudios International Crisis Group alertaba del riesgo que representaba el contrabando de armas a Túnez. "La criminalidad y el islamismo radical tienden a convertirse en indisociables en las zonas suburbiales y en aldeas marginalizadas", rezaba el documento, que ya presagiaba el fortalecimiento del yihadismo en Túnez.

El hecho de que el Estado Islámico haya sido capaz de crear recientemente varios enclaves en ciudades como Sirte o Derna ha sido de gran utilidad para los movimientos yihadistas tunecinos. Sus instalaciones han servido de retaguardia y como campos de entrenamiento. Por esta razón, hasta allí se desplazó Abu Ayad al Tunisi, fundador de Ansar al Sharia, la principal organización extremista tunecina. Precisamente, la venganza por su asesinato la semana pasada se apunta como una de las posibles motivaciones del atentado del miércoles.

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