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EE UU y Brasil preparan la aplazada visita de Rousseff a Washington

El contexto económico y diplomático propicia un acercamiento tras la tensión por la NSA

Rousseff y Obama, en la Casa Blanca en 2012.
Rousseff y Obama, en la Casa Blanca en 2012. AFP

El contexto económico y diplomático afianza el interés de Estados Unidos y Brasil en recomponer su relación. Los dos países trabajan en reanudar la visita de Estado de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a Washington que estaba prevista para finales de 2013, pero que se canceló tras revelarse que EE UU la había espiado. El escrutinio de la NSA, destapado por las filtraciones del exanalista Edward Snowden, enfureció a Brasilia y enfrió el entendimiento entre las dos mayores economías de América.

“Los dos gobiernos han dicho que quieren reprogramar la visita de la presidenta Rousseff a Estados Unidos y nuestros equipos han estado trabajando durante meses para establecer una sólida agenda”, dice en un correo electrónico Patrick Ventrell, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. “Brasil es un gran actor en el escenario mundial y las visitas de alto nivel son una demostración de que queremos invertir en una fuerte relación bilateral”.

El portavoz evita especular sobre posibles fechas de una reunión en la Casa Blanca entre Rousseff y el presidente de EE UU, Barack Obama. Y no confirma ni desmiente una información del martes de la agencia Reuters que asegura que el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, le hizo una invitación formal a Rousseff en una llamada telefónica a mediados de marzo.

Brasil es un gran actor en el escenario mundial y las visitas de alto nivel son una demostración de que queremos invertir en una fuerte relación bilateral” Patrick Ventrell, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca

Biden, según Reuters, le ofreció la posibilidad de una visita de Estado -la categoría más distintiva y extendida de las citas bilaterales- en 2016 o una visita de alto nivel pero menos formal para este año. Está previsto que Obama y Rousseff hablen de posibles fechas en una reunión en los márgenes de la cumbre de las Américas que se celebrará en Panamá en abril. La última vez que ambos se vieron fue en la cumbre del G20 el pasado noviembre en Australia.

Aprovechando su visita a Washington para la designación del nuevo secretario general de la OEA, el ministro brasileño de Exteriores, Mauro Vieira, se reunió la semana pasada con la asesora de seguridad nacional de Obama, Susan Rice. Vieira -que fue embajador de Brasil en EE UU hasta el pasado diciembre- dijo que la “invitación” de Obama a Rousseff está “vigente y firme”. Entonces y el martes en el Senado brasileño, señaló que el objetivo es alcanzar una agenda sustantiva de acuerdos antes de acordar una fecha para la entrevista.

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La de Panamá supondrá la primera cumbre de las Américas a la que acudirá Cuba y en la que se visualizará el inicio del deshielo entre Washington y La Habana tras el anuncio en diciembre del restablecimiento diplomático. El papel de Brasil -por sus buenas relaciones con Cuba- puede ser clave en acercar posiciones entre los antiguos rivales de la Guerra Fría.

Brasil, por su influencia, también puede desempeñar un papel central de mediación entre Venezuela y EE UU. La Casa Blanca declaró a principios de marzo una “emergencia nacional” respecto a Venezuela y decretó sanciones contra siete altos funcionarios de Caracas por violaciones de derechos humanos en la represión de las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro.

Brasil ha encabezado la intervención sudamericana, por medio de Unasur, en la crisis venezolana, que por ahora no ha logrado grandes avances. Y ha adoptado un perfil bajo y ha evitado criticar abiertamente a Caracas, lo que contrasta con la actitud de Washington. El ministro Vieira manifestó en la OEA su preocupación de que el enfrentamiento entre EE UU y Venezuela pueda “contaminar” la cumbre de las Américas.

Brasil, por su influencia, puede desempeñar un papel central de mediación entre EE UU y Venezuela y Cuba 

Pero el interés de Washington y Brasilia en recomponer sus relaciones va más allá de estos asuntos regionales. Los contextos económico y político lo propician. Ante el desplome de su economía y la creciente impopularidad de Rousseff por el escándalo de corrupción de Petrobras, a Brasil le conviene ampliar sus lazos con EE UU para ganar respaldo diplomático e impulsar la internacionalización de su economía (los sectores de defensa y alimentación están muy interesados) para compensar el retroceso de la demanda interna.

A la primera potencia mundial le interesa ganar acceso al gigantesco pero cerrado mercado brasileño. EE UU es el primer inversor extranjero en Brasil, según los últimos datos. Y el segundo destino de las exportaciones brasileñas, por detrás de China. El comercio bilateral se situó en los 72.000 millones de dólares en 2014, un 20% más respecto a 2010 y con un superávit de 12.000 millones a favor de EE UU.

Los lazos económicos han ayudado a mejorar la relación diplomática tras el impacto del espionaje de la NSA. El secretario del Tesoro de EE UU, Jacob Lew, viajó el año pasado a Brasil. Y tras la toma de posesión del nuevo Gobierno brasileño en enero, los ministros de Comercio y Economía de Brasil han viajado a EE UU.

El vicepresidente Biden -el principal interlocutor de la Casa Blanca con el palacio de Planalto- se reunió con Rousseff en junio en Brasilia y en enero acudió a su toma de posesión tras las elecciones. Pese al acercamiento, la incógnita es si Brasil seguirá esperando que EE UU se disculpe por el escrutinio de la NSA para enterrar definitivamente la tensión.

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