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Los alcaldes latinos hacen un frente común contra el cambio climático

Las grandes ciudades de América Latina son las más vulnerables a los efectos del calentamiento global

Río de Janeiro desde el Pão de Açúcar
Río de Janeiro desde el Pão de AçúcarMariana Ceratti (BM)

Albergan a más de la mitad de los habitantes del planeta, son responsables del 75% de las emisiones de efecto invernadero -y consecuentemente las principales causantes del calentamiento global- y consumen el 78% de la energía del planeta. 

Son las ciudades, al mismo tiempo, víctimas y verdugos de un cambio climático que han contribuido a crear y cuyos efectos sentirán más fuertemente si no empiezan a tomar medidas urgentes. 

Individualmente su margen de maniobra es limitado, al igual que el impacto global de sus mejores iniciativas. Pero su unión y trabajo coordinado es esencial para establecer las bases de un nuevo modelo de crecimiento basado en las energías limpias que sitúe el bienestar de los ciudadanos en el centro del tablero político y económico.

Con este objetivo los alcaldes de las principales ciudades de América Latina se reunieron en Buenos Aires en el primer Foro Latinoamericano de Alcaldes C40 para compartir iniciativas exitosas e impulsar su papel central en la lucha contra el cambio climático. 

Dos mil millones de razones 

Allí compartieron, por ejemplo, el impacto de iniciativas como el denominado Sistema de Transporte Rápido, una red de autobuses urbanos que usan energía limpia y pretenden reducir la dependencia del automóvil, así como brindar un servicio público de calidad a todos los ciudadanos. 

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Inicialmente implementado en Curitiba para poco después replicarse en Santiago, Bogotá, México D. F., Río o Buenos Aires, ha logrado reducir la congestión de las ciudades y la contaminación ambiental. 

Entre otros, también se reconoció la necesidad de crear ciudades más planificadas con mejores infraestructuras para afrontar eventualidades naturales, como por ejemplo las recurrentes inundaciones en Buenos Aires o los frecuentes desprendimientos en las favelas de Río de Janeiro. En este sentido, se calcula que las consecuencias de los desastres naturales representan un costo para la región de unos 2.000 millones de dólares anuales. 

El objetivo de estas discusiones, aparte de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y crear ciudades más competitivas, es lograr que Latinoamérica, la región más urbanizada del mundo, sea pionera en el impulso del crecimiento verde de las ciudades. 

¨Las ciudades están aprendiendo las unas de las otras. Esto supone la aceleración de las acciones locales contra el cambio climático¨, dijo Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro y presidente del C40. 

De camino a la COP21, la próxima reunión internacional sobre el cambio climático, que se celebrará este año en París, existe un consenso generalizado entre expertos y gobernantes sobre las medidas concretas que pueden marcar la diferencia. Por un lado es necesario crear nuevas infraestructuras que reduzcan los efectos de los desastres naturales y que estén pensadas en la movilidad eficiente de los ciudadanos. Por otro lado, debe comenzar a extenderse el consumo de energía menos contaminante, como la eléctrica o la solar, en detrimento de los combustibles fósiles.

De todas formas, el trabajo que los alcaldes latinoamericanos tienen por delante no es menor. Por lo general, lideran ciudades poco planificadas, excesivamente dependientes de los combustibles fósiles, con transportes públicos no del todo eficientes, con espacios verdes limitados o con infraestructuras en ocasiones poco preparadas para afrontar eventualidades climáticas. 

Y por si esto fuera poco, deben demostrar que las inversiones ¨verdes¨ son rentables. 

¿De dónde sale el dinero para las inversiones ¨verdes¨? 

¨Se asume que combatir el cambio climático va contra el crecimiento económico, pero se ha demostrado que no. Las inversiones sostenibles también pueden ser rentables¨, explicó Felipe Calderón, expresidente de México. 

La realidad es que para que las medidas de adaptación al cambio climático funcionen, las ciudades deben poder acceder al financiamiento necesario. Según cálculos del Banco Mundial, se precisa más de mil millones de dólares al año para financiar la brecha de infraestructura entre lo que se requiere y lo que se está construyendo en países de ingreso bajo y mediano, y el 70% de esa cifra representa las necesidades financieras de las ciudades. 

Ante este escenario, ¨las inversiones público-privadas son necesarias para que las inversiones sean viables y funcionen¨, afirma Paes. 

Otra fuente de financiación alternativa y necesaria es la que brindan los organismos multilaterales regionales como el Banco Mundial, BID o CAF. 

¨Las infraestructuras sostenibles no solo ayudan a reducir los efectos del cambio climático, sino que también tienen un impacto económico, ambiental y social que contribuye al crecimiento y a la prosperidad¨, dijo Marisela Montoliu, directora de manejo de riesgos urbanos del Banco Mundial. 

Si los pequeños cambios marcan la diferencia, América Latina parece estar en el buen camino para posicionarse como actor relevante internacional en la lucha el cambio climático.

Robert Valls es productor en línea del Banco Mundial

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