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“Si no ocurre algo inesperado será difícil que esto descarrile”

John Limbert, rehén en 1979, confía en el acercamiento

Marc Bassets

A John Limbert, algunos de sus compañeros de cautiverio le han llamado el candidato manchú. The manchurian candidate es el título de una novela y una película de los años sesenta (El candidato del miedo, en España) en la que agentes chinos y soviéticos lavan el cerebro a un prisionero estadounidense y le infiltran en Estados Unidos.

Limbert, diplomático jubilado de 72 años y profesor en la Academia Naval de EE UU, fue uno de los 52 estadounidenses secuestrados durante 444 días, entre 1979 y 1981, en la Embajada estadounidense en Teherán.

La toma de la legación por revolucionarios iraníes, enfurecidos porque EE UU había dado cobijo al sha de Persia, precipitó la ruptura de las relaciones diplomáticas y abrió un periodo de 35 años de guerra fría. Limbert explica sonriendo que le han llamado el candidato manchú porque, pese a haber sido una víctima de la revolución iraní, abogaba por el diálogo con Irán. “No soy el único que dice esto. Pero, además, conozco un Irán muy distinto del que la gente vio estos años”, dice.

Limbert pisó Irán por primera vez hace 51 años, como joven voluntario del Peace Corps, el servicio civil ideado por el presidente John F. Kennedy para enviar a jóvenes estadounidenses a países en desarrollo. “Me gusta la lengua, la poesía, la cultura, la calidez de las personas, su creatividad. Siempre habrá algo allí que me sorprenda”, dice.

Limbert está casado con una iraní y durante la toma de rehenes fue de los pocos diplomáticos estadounidenses que podía comunicarse en persa con los secuestradores.

No ha regresado: sabe que todavía no es bienvenido allí. Su esposa tampoco. Pero sueña con el día en que de nuevo pueda pisar Irán y enseñarle el país a sus nietos.

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El acuerdo preliminar entre las seis potencias mundiales e Irán, alcanzado el jueves en Lausana (Suiza), es un primer paso para que Limbert y los suyos puedan volver.

A Limbert le gustaría que algún día Irán admitiese responsabilidad por la toma de la Embajada. Junto a los rehenes supervivientes participa en una iniciativa para obtener algún tipo de compensación.

Pero es optimista sobre el acuerdo de Lausana. “Creo que, a menos que ocurra algo muy inesperado, será difícil hacerlo descarrilar”, dice.

En Washington, uno de los argumentos contra el acuerdo es que EE UU no puede fiarse de los líderes iraníes, que no cumplirán lo pactado, que engañarán o se echarán atrás.

“La cuestión sobre si podemos fiarnos de los iraníes o no es falsa”, responde Limbert. “A fin de cuentas, ¿qué es la diplomacia? La diplomacia es lograr acuerdos imperfectos con personas que no te gustan y en las que no confías. Lo haces porque responde a tus intereses. ¿Confiábamos en los soviéticos durante la guerra fría cuando llegamos a acuerdos con ellos? ¿Nos gustaban?”

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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