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Australia desplazará a 300 soldados para entrenar al Ejército iraquí

El Gobierno de Tony Abbott envía un segundo contingente para apoyar la lucha contra el EI

El primer ministro de Australia, Tony Abbott, en una imagen reciente.
El primer ministro de Australia, Tony Abbott, en una imagen reciente.EFE

Australia desplegará 330 efectivos militares en Irak para ayudar a las fuerzas armadas del país a combatir el avance del Estado Islámico (EI), según ha confirmado el primer ministro, Tony Abbott, quien ha destacado que se trata de una misión de entrenamiento. La colaboración australiana con el Ejército iraquí durará un mínimo de dos años.

“Esta es una misión de entrenamiento, no es una misión de combate”, subrayó Abbott durante una rueda de prensa en Brisbane. Aunque el contingente de Australia actuará en la retaguardia, "Irak es un lugar peligroso y no podemos decir que esté exento de riesgo”, añadió Abbott.

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El Gobierno australiano ya desplazó anteriormente a Irak un contingente de unos 200 soldados de las fuerzas especiales para “aconsejar y asistir” al Ejército iraquí en la lucha contra el EI. Australia forma parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos que desde finales de 2014 lanza ataques aéreos contra las milicias del EI en Irak. “Nuestra nave Awac y nuestras naves nodriza están apoyando las operaciones aéreas de la coalición sobre el terreno”, recordó Abbott.

La decisión de enviar más soldados coincide con el anuncio desde Estados Unidos de que el EI ha perdido el control sobre el "25 a 30%" del territorio que ocupaba en el norte y noreste del país desde que comenzaron los ataques aéreos y la ofensiva del Ejército iraquí.

Las tropas partirán este miércoles y estarán operativas a mediados de mayo. Se unirán al centenar de militares neozelandeses instalados en el complejo militar de Taji, al norte de Bagdad. La mayoría de los soldados australianos que se desplazarán a Irak forman parte de la Séptima Brigada del Ejército, instalada en Brisbane e integrada por cuatro batallones de combate, un regimiento de artilleros, otro de ingenieros y otro de caballería ligera.

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Su misión principal será “ayudar a entrenar de forma efectiva al Ejército iraquí que está a disposición del Gobierno legítimo de Irak y que es capaz de recuperar y defender territorio”, aseguró Abbott.

Abbott rechazó la posibilidad de que las tropas de la Séptima Brigada entrenen a otras milicias opositoras del EI como las chiíes, que juegan un papel clave en la lucha contra el grupo terrorista. “Nosotros entrenaremos al Ejército iraquí y no a grupos irregulares o informales, pero obviamente no intervenimos en cómo el Ejército lleva a cabo el reclutamiento”, afirmó.

El primer ministro australiano no quiso pronunciarse sobre una información del rotativo estadounidense The Wall Street Journal que afirmaba que soldados iraquíes entrenados por tropas estadounidenses en la base de Taji estarían uniéndose a otras milicias en su tiempo libre.

“Cuanto más fuerte sea el Ejército iraquí, menos probabilidades habrá de que la milicia chií juegue un papel importante en la reconquista del país. Si fortalecemos el Ejército iraquí, le damos al Gobierno iraquí opciones que no tiene en este momento”, continuó.

El primer ministro dejó la puerta abierta a la posibilidad de extender la operación militar a Siria en el futuro: “El Gobierno no ha tomado ninguna decisión, de momento, y no hay ningún plan para atacar Siria ahora mismo”, dijo. Admitió que su gabinete tiene en cuenta la posición del Gobierno canadiense, que sugirió que podría extender los ataques aéreos contra el EI a Siria si fuera necesario.

Por su parte, el ministro de Defensa, Kevin Andrews, declaró que la operación ayudará al Ejército iraquí, al tiempo que defendió que es una misión de interés nacional para Australia por la amenaza que representa el autodenominado Estado Islámico. El ministro hizo referencia así al secuestro de un grupo de personas en un café de Sidney el pasado diciembre por parte de Man Haron Monis, un ciudadano australiano de origen iraní convertido al islam suní que reivindicaba las ideas del grupo islamista radical. El secuestro causó tres víctimas mortales.

El partido opositor de los Verdes criticó duramente la decisión del gabinete de Abbott, que atraviesa un momento de baja popularidad entre el electorado. Su líder, Christine Milne, lamentó que el primer ministro “estaba tan determinado a seguir a Estados Unidos a otra guerra horrible en Irak que se olvidó de pensar las consecuencias a largo plazo de esta intervención en Oriente Medio”.

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